Así es, amigos, el red rocker regresa a este espacio en otro de mis vinilos, esta vez el dedicado a Three lock box, su séptimo álbum en solitario. Del californiano Sammy Hagar ya os he hablado en varias ocasiones, cuando os presenté aquí su debut junto a Ronnie Montrose, en su aventura junto a Neal Schon aquí o también aquí en el icónico VOA previo a su fichaje por Van Halen. Así que me extenderé poco en los aspecto personales del artista y pasaré a comentaros brevemente este vinilo, quizás no de los mejores de su carrera, pero sumamente interesante. Producido por Keith Olsen en los Goodnight L.A. studios, junto a Sammy a la guitarra y voces encontramos a Bill Church al bajo, Gary Pihl a la guitarra y David Lauser a la batería, con Alan Pasqua a los teclados y diversas colaboraciones más.
Con portada de Moshe Brakha con dirección artística de Richard Seireeni, el track list fue:
A
Three lock box
Remote love
Remember the heroes
Your love is driving me crazy
In the room
B
Rise of the animal
I wouldn’t change a thing
Growing up
Never give up
I don’t need love
Three lock box es el tema que da título al álbum y nunca me ha acabado de enganchar pese a su energía. Lo mismo me pasa con Remote love –odio ese teclado de feria–, de la que sólo me gusta el estribillo. Todo lo contrario de lo que me ocurre con la Santísima Trinidad que conforman las siguientes Remember the heroes –con Mike Reno de Loverboy a las voces y Jonathan Cain de Journey a los coros y teclados–, la fantástica Your love is driving me crazy –primer single del disco– y la que pone fin a la cara A, In the room. La cara B comienza con una repetitiva aunque resultona Rise of the animal que se caracteriza por un sintetizador ochentero muy synthpop y que en algunos pasajes parece incluso prog-rock. I wouldn’t change a thing es una estupenda canción que en algunos momentos me recuerda a Caught up in you de los 38 special. Le sigue Growing up, otra de las que resultan fáciles de escuchar pero que tampoco es que me emocione demasiado. Never giver up es un hard melódico compuesto por Olsen y Pasqua que se convirtió en segundo single y que –una vez más– no será recordada como una de las mejores canciones grabadas por Hagar aunque no se le puede negar que es pegadiza. Eso sí, le falta garra. El disco finaliza con la más rockera I don’t need love, más en la línea del vocalista, que le deja a uno meneando los pies en cuanto la aguja se levanta del surco.
En resumen, un elepé que no destaca por ser especialmente enérgico e inspirado pero que –aunque sólo sea por los mencionados tres temas de la cara A que os he destacado–merece la pena ser comprado y disfrutado.
¡Feliz viernes!
@KingPiltrafilla
Algún día he de ponerme con la carrera en solitario de este hombre, me fijaré en tus recomendaciones
ResponderEliminarYa me contarás.
EliminarPues ayer me merendé un "The best of Sammy Hagar" que resultó cubrir del 76 al 80 y me sentó de maravilla; incluso me gustó una versión de Otis Redding que reconozco que antes de escucharla pensé que me iba a provocar vergüenza ajena, pero está muy bien
EliminarEste tío es pure american rock.
ResponderEliminarCuriosa la carrera del rubio: momentos brillantes con otros más que olvidables, incluso en el mismo disco. Excelente cantante, buen guitarrista. Dando guerra hasta hoy en día. Sus últimos con Chickenfoot tampoco están mal. También traje por aquí uno de sus discos en solitario, por cierto. Un saludaco.
ResponderEliminarSubscribo. Saludaco de vuelta.
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