Amigos del vinilo, esta es otra de esas ocasiones en las que os hablo de un álbum que no considero perfecto o imprescindible pero que en su momento significó algo para mi. Como habréis visto, me refiero a la ópera prima homónima de Blue Murder . Grabado por una banda formada por Tony Franklin al bajo, Carmine Appice a la batería y John Sykes a las voces y guitarra, este álbum era la consecuencia natural del choque de egos entre David Coverdale y Sykes después de la grabación y gira del exitoso 1987 de la Serpiente Blanca . De hecho, creo sinceramente que este proyecto se trataba más de una especie de Sykes and friends –mercenarios, vaya- que de una megabanda honesta y sincera. Editado por Geffen –la discográfica del momento, artífice de la reunión de Aerosmith y de la fama de Guns n’ Roses - y producido por un Bob Rock en su mejor año, casi a la vez que el Sonic Temple de The Cult y el Dr. Feelgood de los Crüe , Blue Murder no consiguió otorgar a Sykes la fama que ansia