Amigos y amigas, vayamos por partes. Los dos primeros álbumes de Quiet Riot me parecen estupendos, pero –aún no había llegado a las tiendas The Randy Rhoads Years ni internet– la mayoría de mortales fuera de Japón no teníamos ni idea de su existencia cuando se produjo uno de los mayores pelotazos de la historia del heavy metal: la publicación de Metal Health . La enorme popularidad de ese álbum convirtió a la banda en uno de los mayores exponentes de one hit wonder group del género, víctimas de su propio éxito que por culpa del carácter volátil de su líder y vocalista propició cambios diversos de formación y de dirección musical que los apartaron del olimpo metalero, aunque siempre conservaron –bajo la alargada y eterna sombra del mencionado Metal Health – el reconocimiento de sus fans más acérrimos. Así las cosas, regresamos a la resaca de la salida de dicho disco, los conciertos de presentación