A mitad de la década de los ochenta, cuando grabó este Call of the wild , la canadiense Lee Aaron estaba dispuesta a comerse el mundo: veintipocos años, una banda sólida a su lado, un disco que tuvo cierto éxito en su país y en Europa, titulado Metal Queen, y el apoyo económico de su compañía en forma de productores y compositores para crear ese álbum que rompiera fronteras. Sobre todo las fronteras con Estados Unidos. Los directivos de la compañía Attic querían llevarse todo el pastel "allí abajo". No licenciaron el disco a nadie: si alguna compañía quería a Lee tenía que llevarse el catálogo completo. Cuando no consiguieron engañar a nadie, comenzaron a fundar su propia división USA; los problemas burocráticos y económicos acabaron con esta posibilidad. Al final, Call of the wild no se editó en Estados Unidos. Lo curioso es que sí se lo permitieron a otras compañías en Europa y Japón. De hecho, la copia que hoy traigo lleva el sello de Roadrunner Records y se imprimió en