Hoy vengo a hablar del Síndrome del Disco de Después , habitualmente acortado como SíDiDe. Se aplica este término a aquellas obras sonoras vinílicas, usualmente, que edita una banda o un artista tras haber alcanzado el súmum mediático, comercial y, más importante, fanístico, juntándose la triada deseada por cualquier músico: adoración de los escribas y críticos, millones de Euros o dólares en el bolsillo y una marea maravillosa de personas felices por sus canciones. Ocurre que, tras este Nirvana, el músico, o los músicos, si hablamos de un grupo, tienen que continuar produciendo. Al fin y al cabo, los especialistas están esperando para destrozarles, "la compañía" les quiere ordeñar hasta dejarles secos y los fanes, ay, los fanes, ansían volver a vivir ese estado de felicidad que apenas sí nos dura tras una canción. ¿Y qué ocurre? Que o bien la inteligente y entendida crítica sonríe con maldad y les pintan la cara con palabras desasosegantes al compararlo con su magnífica o