Mi primera reseña es para una banda que me ha acompañado desde bien pequeño. Ambos tenemos casi la misma edad, 43 los escoceses, 44 un servidor. A finales de los 80, estando aún en el colegio, llegaban a mis manos cintas variadas con temas de Simple Minds , canciones sueltas que cazaba en emisoras de radio, al rebufo de la onda expansiva del “Don’t you", su actuación en el Live Aid, el “Once upon a time”, su compromiso con Mandela, Víctor Jara, el conflicto en Irlanda… A comienzos de los 90, coincidiendo con mis comienzos como DJ todavía amateur, empecé a escuchar y comprar en vinilo adaptaciones de sus temas a la música electrónica y a destripar los sonidos de sus discos. Ellos y Depeche Mode me engancharon por igual. Las voces, las atmósferas, el uso de sintetizadores, la profundidad, ese toque épico, sencillamente me encantaba. Y además veía cada vez más acentuado el uso de elementos electrónicos en su música. Nada podía salir mal. En 1995 arranco mi andadura c