Hoy toca traer al blog uno de los discos de mi vida. Tampoco sé si eso es meritorio, porque la lista de “discos de mi vida” no es pequeña. Y tampoco tengo claro las reglas para entrar en tan selecto club. En cualquier caso, este debut de los londinenses The Quireboys apareció en mi vida como una epifanía. Atención, se viene historia viejuna (ya sé que tú lo viviste parecido, pero hay gente joven también por aquí). En “aquellos años” uno descubría música por alguno de estos cuatro medios: algún programa de radio (casi siempre por las noches), las reseñas de las revistas duras, el contagio por algún colega con una cinta de casé o, como fue este caso, viendo un vídeo en algún garito o en casa de alguien con una parabólica (sí, que a veces nos pasaban actuaciones en la tele nacional, pero con cuentagotas). Había un garito llamado Fórmula 1 (o algo así) al que solíamos ir por las tardes para echarnos unas cervezas antes de “salir” (como si no estuviéramos ya en ello). En ese pub ponían, e