Tenía, la verdad, preparado un disco totalmente distinto, por época y por estilo, pero la retranca con la que han martirizado esta semana a Molly a costa de la boda de su ex-pareja, Pilar Rubio, con el futbolista, me ha llevado a querer reivindicar desde este rinconcito bloguero la excelente trayectoria musical de su proyecto Hamlet , con este su sexto largo. Cuando un grupo con carrera y cierto renombre edita una portada negra (o blanca) y llama a su nueva criatura como la banda, como un álbum primerizo, es que algo está cambiando (o va a cambiar). Y eso sucede con este. Para mí, cierra su trilogía mejor: Insomnio en 1998, El inferno en 2000 y este Hamlet en 2002, todos a las órdenes de Colin Richardson (Carcass, Slipknot, Kreator, Sepultura). Mantienen su apuesta por el trabajo rítmico y refuerzan el groove de los temas pero comienzan a elaborar algo más las melodías vocales, sin perder su rudeza, creando auténticas burradas como Limítate (que fue sencillo y se llevó víd