El pasado domingo por la mañana había visitado la imponente catedral ortodoxa de Aleksandr Nevski en Tallin y me dedicaba a pasear por los alrededores en dirección a la Plaza de la Libertad cuando atravesando el Parque Harjumäe me encontré con una sorpresa inesperada. Junto a un escenario en el que hacía pruebas de sonido un grupo de rock, había un food truck de hot dogs y cervezas y estaban montando paradas de vinilos de segunda mano. El lugar estaba vacío de público y a medio abrir pero los vendedores me indicaron que si quería ya podía rebuscar por las cubetas por lo que decidí dedicar unos minutos a buscar alguna ganga antes de proseguir mi camino. La verdad es que no encontré nada que me llamase la atención –aunque hábía mucha y variada oferta, la mayoría no encajaba en mis gustos– hasta que cayó en mis manos el vinilo que hoy os traigo y que, evidentemente tiene poco valor musical. Y no es que en ese sentido no valga la pena, no me malinterpretéis, pero es que se trata de