Con veinte velas recién sopladas en su último cumpleaños, Olivia Rodrigo tiene ya dos discos en su haber que están entre mis favoritos de lo que he escuchado en los últimos años. Ella no inventa nada, no se dedica a fusionar cincuenta estilos añadiendo un toque personal que recuerda a los Grateful Dead del American Beauty y Workingman’s Dead fusionados con la etapa berlinesa de David Bowie. En Guts, un título que no puede ser más apropiado, Olivia saca toda la mierda que tiene dentro y consigue facturar unas composiciones escritas junto a su productor Dan Nigro que son, como ella cantaba en la canción que abría su primer disco, brutales. Canciones que reconectan con lo mejor de tu adolescencia, en un viaje al más puro estilo Regreso al Futuro, y también con los momentos más jodidos de tus años de instituto. Y ahí radica la magia de su música. Está claro que una cosa es componer mano a mano con alguien, una persona que aporta su visión, que complementa tus ideas, y otra muy distinta