Queridos amigos del vinilo, a finales de los 80 todos los sellos ofrecían en su catálogo a alguna banda de chicas –o capitaneada por una– luchando por el cetro de la comercialidad. RCA tenían a Lita Ford sonando en la radio con su Close my eyes forever , MCA a Femme Fatale con la siliconada Lorraine Lewis al frente haciendo morritos –por cierto, que sólo grabaron un álbum pero hay que decir que actualmente se han reformado como grupo femenino–, EMI a sus Vixen y Shrapnel a Phantom Blue –en ambos grupos tenemos que lamentar la triste desaparición de Jan Kuehnemund y Michelle Meldrum , respectivamente–, Vertigo a Doro en Europa y en Canadá Lee Aaron seguían en Attic records . Hasta en el mundo del sleazy , Capitol tenían a Princess Pang con Jeni Foster a la cabeza. Y PolyGram , –que se habían hecho de oro con Bon Jovi a través de Mercury – también querían un grupo así. Así, cuando Sandi Saraya y el teclista Gregg Munier –que venían de un grupo llamado Alsace Lorraine