Ya no se hacen discos como los de antes. O ya no hay bandas como las de antes. O ya no hay negocio para el rock como el de antes. O todo a la vez. Algo de esto ya se oía en los ochenta, cuando el negocio de los mastodónticos discos dobles empezó a no ser tan rentable para las compañías de música. En los noventa era mejor sacar dos discos separados por varios meses (o el mismo día): los Illusions de Guns N'Roses, los Load/Reload de Metallica o los Real Live/Dead de Iron Maiden. También se perdió la costumbre de sacar esos directos grabados en una o varias noches de una gira y escoger las mejores tomas y empaquetarlo como si fuera un solo concierto, para empezar a editar recopilatorios en directo que perdían buena parte de su gracia. Y, claro, uno nunca podía saber cuándo un disco era de verdad en directo y cuando había sido retocado mucho o muy mucho en el estudio. Hasta empezó a ponerse de moda editar falsos directos o directos "en el estudio". Que ya me diréis el m