Estamos acostumbrados a asociar el éxito a ser el número uno, el único o el primero que hace algo o el que da el pelotazo más gordo. Sin importar las consecuencias, el esfuerzo o los daños colaterales. Recordamos a los que levantaron la cabeza decapitada del enemigo o una medalla de oro. Lo demás, son bajezas. Ese lavado de cerebro nos lo aplican desde que nacemos. Y hoy traigo a un personaje que triunfó ¡y mucho! Hace ya cuarenta años. ¿Acaso tener éxito en tu país o girar por otro continente con una de las mejores bandas de la época es poca cosa? Aunque, en realidad, este músico es intrascendente. Porque no “triunfó” donde debía: si en la música ochentera no vendiste en Estados Unidos, no has tenido éxito. Que te lo explican David Coverdale y Freddie Mercury en un momento. Bueno, Mercury igual está más complicado. Piensa en una banda que llene (llenara) gira tras gira en Escandinavia, las Germanías y el Imperio Austrohúngaro. Pues no han triunfado. Y como la Historia de la Música l