Cuando leas estas líneas, estaré seguramente tomando una cerveza en la Plaza del Hierro o bajando por la calle San Miguel en busca de un hueco para hincharme a pinchos. Y, entre medias, encontraré una placa que recuerda que, en Ourense, nacieron Los Suaves. Porque si existe un Olimpo del rocanrol en español a buen seguro que Yosi está esperando a comenzar el siguiente concierto acodado en la barra más próxima. ¿Que quién es Yosi? Anda, apaga el ordenador y vete al concierto de Taylor Swift. Pues una de las voces más características, reconocibles y dominantes del panorama nacional, un letrista que, en su época brillante, no tuvo igual (al menos para hablar de desgracias, soledad y “puta vida, Tete”), una máquina de diversión en el escenario (cuando está en nuestro planeta, ojo, que esta oveja se ha cardado la lana de su fama a base de bien), la locomotora de un grupo, Los Suaves, que parecía eterno e inacabable.
Ya salió por aquí su debut (hace una década, peña), Esta vida me va a matar (1982), al que siguió Frankestein (1984). Los problemas entre los miembros del grupo, la falta de apoyo y éxito y la lejanía con los focos de Madrid y Barcelona, hacen que transcurran cuatro difíciles años hasta que consiguen armar este tercer álbum que hoy comparto. Fue un todo o nada, un último cartucho, un dardo a ciegas, pon la metáfora que más te guste. Y salió cara, sobre todo por dos canciones que traspasaron las barreras geográficas, estilísticas, generacionales hasta hoy, canciones que (casi) todo el mundo ha escuchado muchas veces: Dolores se llamaba Lola y No puedo dejar el rock. El éxito les permitió girar por todo el Estado y acabar grabando su primer directo, Suave es la noche (1989).
Pero antes del (moderado) reconocimiento que cosecharon, la banda se encerró en los estudios Eolo de Gijón con pocos recursos para grabar “en menos tiempo del que nosotros hubiésemos querido”. Los hermanos Domínguez seguían siendo el corazón del grupo, Yosi a la voz y la composición y Charli al bajo y con la labor de jefe, ideólogo, pegamento. Cuentan con el aporte a la batería de Alejandro Cano y las guitarras de Hermes Alogo, Montxo Costoya y Alberto Cereijo, quien, en breve, acabará siendo parte permanente y fundamental en el desarrollo de Los Suaves como una de las grandes referencias nacionales. La producción es responsabilidad de Paco Rodríguez.
En las nueve canciones de este disco ya encontramos los clichés que harán reconocible a la banda. Una mezcla de contundencia rocanrolera e intimismo desgarrado, tanto en las letras como en los veloces y largos pasajes instrumentales. Valga de ejemplo la que da título al disco, Ese día piensa en mí. Arranca roquera, sucia, dando paso a Yosi “el día que se acabe el tiempo/cuando el sol se apague para mí/El día de la eterna noche sin sueños/cuando por fin deje de sufrir/El día en que de madrugada la dama me visite al fin/Ese día piensa en mí”. Ahí es nada, cuando la palme, “descansaré en paz amigo/calla, no llores por mí/he escogido mi camino”. Todo eso mezclado con dos pasajes solistas y un final explosivo. Letra oscura y música salvaje.
El álbum arranca con un homenaje a Phil Lynnot (¿cómo que quién es este tipo? ¡que te pires de aquí ya!), fallecido en enero del 86 y una de las referencias compositivas de Yosi. La letra resuena con tristeza y épica “silencio, silencio en la arena/el bajo llora en un rincón/las guitarras ya no suenan/¿Sabes? Phil Lynott murió/(…)/que se cierren las fronteras en el país del rocanrol/para guardar nuestra pena”. Grande Los Suaves y gran canción. De hecho, la estructura (incluso el primer solo) recuerdan a la época del Jailbreak de los británicos. La hiperfamosa Dolores se llamaba Lola trae otra de esas “historias reales” que tanto gustaba compartir nuestro orensano bigotudo, la de una amiga de la infancia, hija de un acaudalado señor, que se ve obligada a ejercer la prostitución ante la ruina familiar y su falta absoluta de recursos y formación “no trabaja, pasa el rato/bares, pub y discotecas/y así pasan los años”. El éxito alcanzado no está solo en la melodía, la letra y el estribillo; también ese riff que tengo clavado desde hace años en el cerebro y que abre y vuelve como recurso entre estrofas y al final de la canción. Las partes solistas encajan a la perfección jugando con la escala, sin complicaciones, al grano. “Ahora quema su vida en barra americana de siete a tres”. La grandeza de las letras de Yosi estaba también en la sencillez y la sinceridad con que abordaba algunos temas de su vida (otra historia personal, se supone). No perderse las pintas del vídeo, por favor. Si en su debut contaba cómo cogió una infección genital por culpa de Peligrosa María, en Solo pienso en dormir comparte un falso ligue que se sacó tras un concierto en La Coruña “yo callo y ella sigue/y yo solo pienso en dormir”. Cuando llegan a Santiago ella se las promete muy felices, le lleva a la cama, pero se lleva el chasco, ¡solo quiero dormir! “Ahora, me encuentro en la calle/y no sé a dónde ir/Son las seis y es muy tarde/yo sólo pienso en dormir”. La canción carece de estribillo y se organiza en cuatro estrofas de ocho versos interrumpidas por sucesivos solos y pasajes instrumentales. Excelente el del final, por cierto. Cierra la cara una sentida balada, algo trasnochada, de título Nena, te voy a dejar. Y de eso trata este rock con alma de blues. Aunque la letra está algo manida, al final se resuelve de modo dramático. Quizá, en este caso, la música gane a la letra.
Por todo lo alto arranca la otra cara del vinilo, con No puedo dejar el rock, tema que alargaban indefinidamente en directo (¡hasta doce minutos!). “Puedes atrapar el viento/llevar a casa el mar/evitar que pase el tiempo/pero no puedes, no puedes dejar/No, no puedes dejar el rock”. Y aquí seguimos, hasta hoy al menos. La concreción del conjunto en apenas cuatro minutos (de nuevo con claro recuerdo a los Lizzy) lo hace aún más abarcable y universal. Tras la ya comentada Ese día piensa en mí, alcanzamos una de las rarezas del disco, Buen suceso. Rareza por su toque heavy, cercano, quizá, a unos Obús, por poner un ejemplo, siempre en el tamiz de los Domínguez. Presta atención al juego de guitarras del solo central. Mantienen este tono oscuro en la penúltima del lote, donde vuelve la estructura repetitiva sin un estribillo claro en un alegato a la falta de perspectiva en la vida “dejo que pase el tiempo/nada tengo que perder/dicen que no estoy cuerdo/Río y no sé por qué”. El que no tiene nada, nada tiene que perder, al fin y al cabo. Suena un solo de armónica en la primera parte. El cierre es, para mí, otro de los puntos fuertes de esta aventura, Camino en una dirección, donde también encontramos esos puntos fuertes y característicos de la banda: guitarras dobladas contundentes, una voz triste y entregada, sincera, buenos pasajes solistas y una letra de barrio: “tomó una decisión/la cuchara está caliente/quiso llegar al final/hasta agotar el billete”. La epidemia de heroína de los primeros años ochenta se llevó a muchos amigos.
Comparto la edición que en el 2021 hizo Clave Records de manera muy respetuosa y con mejor calidad que otros remakes (no miramos a nadie de las clásicas Avispa o Zafiro). El diseño de la carpeta lo firma Triángulo de Publicidad, una compañía de Ourense. Dedicado, cómo no, a la memoria de Phil Lynott.
La portada no puede ser más premonitoria. Yosi empinando a tope el codo en el escenario. Sus idas y venidas con las adicciones han sido muy sonadas y, quizá, la mala fama en este caso sea merecida. Curiosamente, en la contraportada es el único que no agarra un vaso. Lo cierto: hasta su cierre hace poco menos de una década mantuvieron el tipo con continuas grabaciones en estudio y en directo, conciertos por toda España (en ocasiones también por Sudamérica) a lo largo de cuarenta años. Eso no te lo quita nadie. Y si los has visto en directo (un día bueno, la mayoría) habrás disfrutado de un torbellino emocional de rocanrol sincero y sin estridencias, al turrón. Os dejo aquí el lema de nuestro bigotudo favorito: “escribe cada canción como si fuera la primera y cántala como si fuera la última”.
Y cierro con esto que aparece en la contraportada: es recomendable escuchar este disco al mayor volumen posible.
Pasad un buen fin de semana… yo estoy en ello.
Siempre es buena cualquier excusa para disfrutr de Yosi y compañía y tu entrada me ha sentado de maravilla esta mañana sabatina. Nunca he sido seguidor de la banda, pero Dolores se llamaba Lola, Ese día piensa en mi o Malas noticias están entre mis temas preferidos del hard rock español, aunque para mi siempre serán los autores de una de las mejores canciones que existe, Ourense-Bosnia. Y reivindicar a Hermes Alogo, que parece que hablar de Los Suaves es hablar de Cereijo –fantástico– pero el guineano era buenísimo. En resumen, buen disco, estupenda entrada y feliz finde por Orense. Tómate unas birras a la salud de los FFVinileros. KING
ResponderEliminarHaces bien en reivindicar a Hermes, fundamental en este disco. Un grupo raro para la época Los Suaves que encontró en el equilibrio entre el rock setentero y el rock urbano su nicho. Y así nos engancharon a muchos. A por esas cervezas voy ahora 😉
EliminarQuizás sea éste el único disco que había escuchado completo de Los Suaves, por aquello de ser el más famoso y tal. Porque en realidad, siempre me ha puesto muy nervioso escuchar a Yosi varios temas seguidos pues tengo que hacer demasiado esfuerzo para seguirlo. Alguno pero tema sitio está en mis listas como el de Buenos Aires rock and roll, pero la palma se lo lleva este disco con al tres temas. Aproveché el viaje de este fin de semana para escucharlo dos veces completas de seguidas y no me fue tan mal como otras veces: lo disfruté más.
ResponderEliminarUn abrazo.
Este disco, seguramente, sea el que mejor "entre" de todos. También depende del momento en que lo escucharas la primera vez claro. Un abrazo de vuelta.
EliminarBua, que decir amigo de Yosi y cía, cuando me han acompañado/an en esta vida, en la próxima ya veremos. Ese día un discarral, como diría el de Pernambuco, pero mi favorito es Santa Compaña, con él rompieron el molde. Un abrazo jefe, y si... estoy tardando, os tengo en mis pensamientos. Un fuerte abrazo. P
ResponderEliminarSiempre se agradece tu presencia. Ya sé que con esta gente te toco la moral. Fueron muy grandes y la prueba es que cada uno tenemos un disco favorito. Un abrazo, man.
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