Hace mucho tiempo que no doy la turra por aquí con alguna de mis basuras. ¡Qué mejor momento para compartir otra joya de la Edad de Oro del hard rock canadiense! Desde finales de los setenta hasta bien entrados los ochenta desde el Yukón hasta la península de Labrador se parió una ingente y fantástica colección de música.
Y buen ejemplo es este Welcome to the club publicado en 1985, segundo de una banda atípica dentro del universo sonoro del rock melódico: estos muchachos tenían auténtico talento para componer y arreglar canciones, casi siempre con un toque particular para hacer sus temas dinámicos y con gancho. La banda surgió en algún momento de 1976 en Regina (una ciudad en medio de un estado llamado Saskatchewan), de donde tardaron varios años en salir. De hecho, el triunfo de grupos como Loverboy a comienzos de los ochenta impulsó a las compañías de discos de ambos lados de la frontera a rebuscar muchachos con ganas de grabar este tipo de engendros. Ahí entra un protagonista del post de hoy y de las andanzas de Kick Axe: el productor Spencer Proffer.
El señor Proffer se ganó nuestro corazoncito cuando produjo el disco que se considera la primera obra de heavy metal en alcanzar el dorado número uno del Billboard yanqui: Metal heart de Quiet Riot en 1983. Años antes, en 1978, con su ingeniero de sonido Larry Brown, diseñó y construyó Pasha Music House y el sello editorial Pasha. En estos estudios, Proffer grabó algunos de los más sonados álbumes de la década de los ochenta. Como buen hombre de negocios rebuscó en Canadá algo a lo que hincar el diente, se fijó en nuestros protagonistas y les concedió el honor de producir su primera obra, Vices (1984) justo cuando la versión de Come on feel the noise atronaba a lo largo y ancho de Estados Unidos. Alcanzó el disco de oro, nada menos.
Pero lo importante de aquella experiencia de la banda con Proffer no salió al mercado nunca. O sí. Cuando terminaron las grabaciones, Spencer recibió la llamada de un tal Tony Iommi para producir su siguiente disco. Por entonces, Black Sabbath terminaba la gira de Born again aún con Gillan en sus filas. El encargo era mayúsculo. Conocedor del mercado (no en vano, había logrado un disco multiplatino) entendió que la banda necesitaba ideas nuevas y modernas. Reclutó a los muchachos de Kick Axe para componer y, en ello, Gillan abandonó el barco para reunirse con Deep Purple y grabar Perfect strangers (una idea cojonuda que le salvó de la quema probablemente). "Después de Gillan , vivíamos en Estados Unidos, de nuevo en Los Ángeles y estábamos audicionando a todo tipo de cantantes diferentes”, recuerda el guitarrista. Pues el cantante de Kick Axe, George Criston, grabó las dos canciones que ya habían compuesto para el proyecto con el resto de Black Sabbath y Proffer a los mandos. En el tobogán sabbathiano de entonces, el proyecto fracasó.
Ninguna de esas dos canciones ha llegado hasta nosotros en su grabación original, pero Proffer las aprovechó para el álbum debut de King Kobra, Ready to strike, editado en noviembre de 1985: Hunger y Piece of the rock. Por una extraña coincidencia el mismo día se publicó The last command de WASP. Ambos producidos por Proffer, por cierto. En este escuchamos la canción Running wild in the streets firmada por Blackie Lawless y el productor, una “versión” de otro corte que compusieron Kick Axe para aquellas sesiones sabbathianas (aunque no estén acreditados aquí).
En este marco, los muchachos protagonistas de nuestra entrada de hoy se metieron en cabina para grabar su segundo largo. Aunque Proffer firma como productor, lo cierto es que el día a día de este hombre por entonces no le dejó tiempo para estar a pie de consola, dejando esa labor a Randy Bishop, compositor de renombre y colaborador habitual en la sombra de muchos discos de Pasha; de hecho, su firma aparece en cinco coplas del álbum a medias con la banda. Tras unas sesiones iniciales en Metal Works Studios de Ontario, terminaron en Pasha Music House, donde realizaron la mezcla y la postproducción. Por cierto, que no les he presentado formalmente: George Criston (voz principal), Larry Gillstrom y Raymond Harvey (guitarristas) Brian Gillstrom (baterista) y Victor Langen (bajista). Ambos productores aparecen acreditados en las percusiones y los teclados.
El arranque con Welcome to the Club no puede ser más clarificador. Unas acústicas como protagonistas con una intro pegadiza. La banda invita a los corazones rotos a unirse al club: “If you’ve had your share of heartache…welcome to the club.” Las baterías suenan contundentes y la voz tiene un toque agresivo sobre el rock suave del tema. Tiene un feeling que recuerda a Queensryche. Ojo a los solos de guitarra, con ese rollo ambiental. Feels Good - Don't Stop deja al sonido del bajo guiar al resto, con otro buen acompañamiento de batería. Escuchar sobre esta pareja la voz de Criston es otro momento top, para caer de golpe en el puente y el estribillo. La canción se basa en esa repetición de patrones con varios punteos intercalados. Aquí me acuerdo de Nuno Bettencourt y ese rollo de tensión que ponía en sus composiciones con Extreme. Otro magnífico ejemplo compositivo de la época lo escuchamos en Comin' After You: guitarras suaves sobre un ambiente algo melancólico, una voz que arrastra las frases, un cambio de tono para ir acelerando el tema, el guitarrazo de rigor y a por un estribillo de manual roquero. “Comin’ after you/ the boys are back in town/comin’ after you/We’re gonna rock ‘til the roof comes down”. Buena labor de los sintetizadores arreglando el tema sin estropearlo. La banda se caracterizaba, también, por letras sobre la superación, no rendirse o buscar tu propio destino. En Make Your Move invitan a no estarse quieto, a lanzarse a por el siguiente paso en la vida : “take your place in the race/…/don’t hold back, hit the track/…/if you don’t act now/it’s gonna be too late”. De nuevo una exquisita mezcla de soft y hard rock con uno de mis solos favoritos del disco. ¿No recuerda a los Bon Jovi de 7800º Fahrenheit? ¿Algo que aportar, Mr. Sambora? La cara A se cierra con la dramática Never Let Go y su rollo oscuro, compuesta durante las sesiones para los de Iommi y, quizá, el momento Sabbath del disco. ¿Habría encajado Criston en la versión ochentera de Iommi?
La cara B arranca con Hellraisers, un corte de hermanamiento: “like demons running wild, we were born to be hellraisers”. De lo mejorcito del album con una melodía y un lick de guitarra geniales. Ojo al solo de guitarra también. Can't take it with you mete un riff con wah-wah que suena brutal y muy moderno. Por lo demás, otro corte rítmico con una estupenda batería. Kick Axe sabían arreglar una canción, no cabe duda. La versión más heavy del grupo se monta en un riffazo tremendo en Too Loud... Too Old. Los chicos no se dejaron nada con este tremendo groove que destila mala hostia de principio a fin, un himno para subir el volumen y diferenciar a los hijos del rocanrol: “if it’s too loud, you’re too old”. Toma nota. Feel the Power suena que atruena también, con otro trabajazo de bajo-batería, un riff que rezume clasicismo ochentero con las dos guitarras bien encajadas. Y ¡otro! solazo a cuatro manos, oiga. “I feel my blood surge, I feel my primal urge, I feel the power!”. Temazo para los directos. El cierre me resulta confuso y arriesgado. Una versión libre de With a Little Help from My Friends de The Beatles, quizá basada en los arreglos de la cantada por Joe Cocker. El premio extra: hicieron coros representantes de aquella ola de hard canadiense: Alfie Zappacosta, Lee Aaron, Rik Emmett o Andy Curran con un papel especial para Lee Aaron. Resultona, bien acabada. Salió como single, lo cual pudo perjudicar a la imagen de la banda, pues no representa realmente lo que hay en este trabajo roquero. Cosas de Pasha, supongo, o de CBS, quien finalmente editó y distribuyó Welcome to the club.
Como habréis observado, tiene una portada particular, alejada de lo común en los discos del género. Un grupo de personas entradas en edad, con cabezas de ventiladores, están sentadas en la sala de espera del “Hellraisers Fan Club” cuando un niño de unos cuatro años aparece flotando en el hueco de la puerta abierta. Todo en blanco y negro. Un señor con traje está leyendo el periódico de Gotham City donde advierten de la desaparición del comandante Gordon; una señora joven de larguísimas piernas y surtido pecho sostiene una polvera; otra señora de aspecto maduro lleva un vestido de flores. Recuerda: si la música está demasiado alta… eres demasiado viejo. Esta portada la firma Hugh Syme con la ayuda de Dimo Safari.
Una última anécdota. Coincidiendo con la grabación de este disco, Spencer encajó la que (según él) iba a ser su obra cumbre: la banda sonora de The Transformers: the movie. Aquel intento de llevar al cine de animación a los ya por entonces famosos robots alienígenas contó con dos canciones del grupo Spectre General: Hunger y Nothing’s gonna stand in our way. Por razones que aún desconozco (supongo que contratos, permisos o similares) nuestros muchachos no fueron acreditados correctamente, pero Spectre General son, en realidad, Kick Axe. Lo más curioso: la propia banda se enteró cuando la película y la banda sonora se editaron en 1986, pues el productor cogió dos “sobras” que no habían entrado en Welcome to the club; dos temazos bien heavies que no debieron quedar fuera. Aunque tampoco les importó demasiado a nuestros músicos; en su página web dicen “The Transformers: The movie no solo consolidó su lugar (el de la banda) en los anales de la Historia del Rock, si no que introdujo su música a una audiencia global. Sus canciones se convirtieron en himnos de rebelión y determinación, en consonancia con el espíritu de los heroicos Autobots”. Cómo te quedas.
A Kick Axe le quedó mecha para un tercer disco, Rock the world, en 1986, y poco más duraron. Durante aquellos años disfrutaron del beneplácito de la crítica, se embarcaron en giras con Judas Priest, Scorpions, Rush, Quiet Riot, Trumph o Whitesnake. Pero, más allá de una buena reputación, no alcanzaron ese ansiado sencillo que les abriera el bolsillo del mercado estadounidense. No sería por calidad y ganas.
Pasad un buen fin de semana.
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