Una tarde de sábado de noviembre, en casa de mi amigo Mario nos reunimos César, Luis, Mario y yo. Mientras que charlábamos y nos tomábamos algo, veíamos un concierto de Texas que ponían en la TV. Creo que el programa se llamaba Planeta Rock y lo llevaba el periodista Tomás Fernando Flores (director de Radio 3 y conductor del programa Siglo 21). Yo tenía los dos primeros discos del grupo (aquí os traje el primero) y en este concierto presentaban el tercero, que no tardó en caer. La estética del traje naranja de Sharleen Spiteri se quedó en la retina de más de uno y de dos. Oye, me doy cuenta de que esto suena casi a ciencia ficción. O mejor, a un pasado muy lejano: ¿hace cuánto no invitáis a un amigo a escuchar música en casa? ¿O que le prestáis a alguien un disco? Ahora, lo más cercano a eso es pasarle al colega de turno una playlist de una de esas aplicaciones online que todos conocemos. Bueno, en el X, aka Twitter, muchos usuarios intentamos compartir música. Y en blogs como este, lógicamente. Pero no es lo mismo, no. Ahora que lo pienso, ya no recuerdo si vimos el concierto en la emisión del programa o yo lo había grabado en VHS y lo llevé a la reunión. La verdad es que da igual, aplica igualmente la reflexión anterior. Os dejo el enlace al concierto en youtube.
https://www.youtube.com/watch?v=IoRFotmMxNg&t=605s
Ese concierto, en noviembre de
1993 en la sala Caracol de Madrid, sirvió como presentación mundial del tercer
disco de los escoceses Texas: Ricks Road. Si tenéis
curiosidad y veis el video, en un determinado momento del mismo, Sharleen
explica la razón de ello (venga va, os hago spoiler y os cuento que, básicamente
es porque se sentían mejor que en casa en nuestro país y nuestras salas). Un
disco que intenta ser más crudo, más blues, más country y menos popero que los
dos anteriores. Como punto de unión, el tema que salió como primer single, “So
Called Friend”. Quizás el tema que menos me gusta porque es claramente más
comercial e intenta ir en la línea de sus grandes éxitos anteriores (no hace
falta mencionar el “I don’t want a lover”). Antes de escribir esta
entrada me he leído alguna que otra crítica de este LP y he llegado a la
conclusión de que no tengo ni idea de música porque a mí este disco me encanta
y lo disfruto cada vez que lo escucho. Y en esas reseñas lo ponen a parir, que
si es una amalgama de sonidos, que si no tienen dirección propia, que son unos Pretenders
venidos a menos, que utilizan un Casio para el sonido de armónica (no tengo ni
idea de música, pero en los créditos aparece un tal Jimmy Z que
ha girado con Eurythmics, Tom Petty, Etta James…)
Pues lo siento, a mí este trabajo me hace disfrutar mucho, aunque sea cierto
que podría mejorar en la producción. Será mi predilección por discos malditos
en la discografía de artistas o porque no tengo ningún tipo de criterio serio.
Me preocupa cero.
Rápido resumen: Texas triunfaron
en el 89 con el “I don’t want a lover” que llevó a tener muy buen
resultado de ventas a su primer disco, Southside y luego al segundo, Mothers
Heaven, sobre todo en España. Por eso escogieron nuestro país para presentar
este tercer disco. La formación del grupo en ese momento estaba formada por Sharleen
Spiteri, voces y guitarra, Ally McErlaine, guitarra, Johnny
McElhone, bajo, Richard Hynd, batería y Eddie Campbell,
teclados. Los tres primeros fueron los fundadores del grupo y han estado
presentes en todos sus trabajos. Esta
formación fue la que obtuvo los mayores éxitos, con los discos White on
Blonde y The Hush, que vendieron y sonaron lo que no está
escrito en el final de los 90. La producción de este Ricks Road
corrió a cargo de Paul Fox (Mötley Crue, 10000
Maniacs, The Wallflowers, Semisonics, Ziggy Marley).
En los coros de muchas canciones está acreditada Sister Rose Stone,
de Sly & the Family Stone.
Seis canciones en cada cara.
Abrimos con “So called friend”. La más popera del trabajo, con un sonido
más comercial, buscando reeditar los éxitos pasados. Primer single y, como ya
he escrito, la que menos me gusta de la docena que temas que tenemos por
delante. De repente, nos encontramos con unas guitarras más sucias y un
wurlitzer para abrir “Fade away”. Los coros de Sister Rose
Stone, fantásticos. Bajamos revoluciones con “Listen to me” que
comienza suave, con guitarra acústica y cuerdas para terminar convirtiéndose en
un medio tiempo rockero de manual. Guitarra con cuello de botella al más puro
estilo “I don’t want a lover” para iniciar el pedazo tema “You owe it
all to me”, volviendo a sus raíces sureñas pero dándole un toque soul,
gracias a los coros de Sister Rose Stone: “sin mi no
serías nadie y me lo debes todo a mi”. “Beautiful Angel” es otro ejemplo
más de que intentan sonar más serios que en sus anteriores discos, más arreglos
en las guitarras, por ejemplo. Y cerramos la cara A con el baladón “So in
love with you” donde la voz de contralto de Sharleen está a punto de
romperse. Uno de los grandes momentos emocionales para mi del larga duración.
Mi vena blandengue.
Abrimos la cara B con un riff de
armónica en el “You’ve got to live a Little”. Wurtiltzer, armónica y
pandereta para dar ese aire country con tintes soul que es la marca de este
disco. Y ahora un blues del bueno con “I Want to go to heaven”, una de
mis preferidas del LP: “quiero ir al paraíso, pero no quiero morir”. Pues a mi
me lleva al paraíso este temarral. Pero seguimos a un altísimo nivel (siempre
hablando de mis gustos) con la siguiente “Hear me now”, no puedo evitar
seguir el ritmo de la pandereta con el pie y otra de mis favoritas. Vale, voy a
dejar de decirlo porque casi todas entran en esa categoría. Por eso he dicho al
principio que me encanta el LP. Para redondear esta canción, al final hay un
cambio de ritmo y termina de forma acústica y atmosférica. “Fearing these
days” recuerda más a su disco de debut pero aún así hay matices distintos,
sobre todo esa pátina de soul que le intentan dar a todos los temas como pasa
con el inicio de “I’ve been missing you” con ese piano de bar americano
y guitarras acústicas. Es cierto que a veces me da la impresión de que los Texas
se dejaron arrastrar al sonido que puso de moda Eric Clapton en
su Unplugged. Pero era lógico porque ellos solían hacerlo y lo único que
intentan es explotarlo según la moda de esos años. Y cerramos el plástico
siguiendo por derroteros acústicos en la única canción que la voz de Sharleen
me recuerda a la Chrissy Hynde, a pesar de esas críticas que he
mencionado más arriba, con “Winters end”. Y se acabó, el brazo del
tocadiscos se levanta, vuelve a su lugar y se detiene el giro del plato. Acabo
de disfrutar de 45 minutos de música que me encanta y me deja una sonrisa de
idiota en la cara. Y señores, eso es lo que le pido a la música y este trabajo
me lo da. Paso de críticas desfavorables y me quedo con lo que me provoca a mí
el paladear lentamente de estas doce melodías.
Para rellenar el resto de
entrada, voy a hacer un copy-paste de la anterior de Texas para contaros
sobre conciertos y temas personales. Texas es uno de los grupos que, por una u otra
circunstancia, más veces he visto en directo: hasta en cuatro ocasiones he
disfrutado en vivo de Sharleen Spiteri y los suyos. La primera, como teloneros de Bryan Adams en Las Ventas, año 94. Fantástico concierto de los de Glasgow,
promocionando su tercer disco, Ricks Roads. Y claro, si la guinda era Bryan en plena forma, es normal que guarde un gran recuerdo
de aquella noche en compañía de algunos compañeros de universidad. La segunda, en la Plaza Mayor de Madrid en las fiestas de San Isidro del 97, cuando
aún se hacían conciertos gratuitos y de calidad en nuestra ciudad. Acababan de
publicar su disco de mayor éxito, White on blonde. Aún no habían pegado el pelotazo padre, pero
estaban a punto. En aquel entonces, yo estaba haciendo la mili. Recuerdo que la
cinta de este disco era la que solía sonar en mi walkman a la hora de dormir en
el CIR de Cáceres, actuando como tapones en mis oidos ante el concierto de
ronquidos y ruidos varios que suelen amenizar una sala con más de 200 maromos
durmiendo juntos. A pesar de que justo esa semana de San Isidro estaba rebajado
del servicio en el Gómez Ulla por un pequeño esguince, arrastré hasta el bolo a
mi amigo Leandro para disfrutar de su música en un marco tan castizo. La tercera,
en el Palacio de los Deportes de Madrid junto a Pretenders, curiosamente Chrissie Hynde siempre fue una de las influencias más
evidentes en Sharleen. Aquel día fue Leandro el que me arrastró a aquel
concierto un par de años más tarde. La última, veinte años después, con las
nieves del tiempo plateando mi sien, en el 2019 en La Campa de la
Magdalena, en Santander, con mi pareja, y con posteloneros, los
ingleses Immaculate Fools. Salimos encantados por la voz de Sharleen y el buen hacer de toda la banda: se les notan las
tablas. El 2020 iba a ser el año en el que girasen (Madrid incluido) para
celebrar el 30 aniversario de este disco. Al final tuvieron que
retrasarlo al 2022. Entre medias, les dio tiempo a publicar un nuevo disco,
titulado Hi! Y este 2024 han lanzado un disco con el pianista Spooner
Oldham reinterpretando alguno de sus temas más conocidos con alguna otra
novedad, titulado The Muscle Shoals Sessions,
grabado en esa pequeña localidad de Alabama, en los legendarios estudios F.A.M.E.
Una vez leída la reseña y escuchada la obra con atención, opino de la manera más objetiva que soy capaz que estamos ante un álbum de pop rock bluesy o blues rock poppy –tanto monta, monta tanto– con voz femenina al frente, que resulta demasiado monótono para mi gusto. En mi opinión, al menos en el momento y estado anímico en el que me he enfrentado al disco, sólo he conseguido que en general no se me haya hecho pesada la escucha, habiéndome llamado la atención en positivo únicamente temas como Listen to me o I want to go to heaven. En So in love with you –por cierto, ese inicio me recuerda a los U2– me sobran esos juegos vocales de la Sharleen. El resto de temas me parecen una mezcla de la misma canción queriendo sonar muy americana, con armónicas, steel guitars y con el fantasma de I don’t want a lover planeando continuamente sobre las melodías. Pero esa es sólo mi impresión. Yo tampoco entiendo una mierda de música como dices de ti –aunque ya te he dicho otras veces que eres menos blandenguer y lego en la materia de lo que afirmas y pretendes hacernos creer– y evidentemente no he tenido ningún interés en leer reseñas de esta álbum, exceptuando la tuya. Pero debo decir que escuchando el primer tema he pensado rapidamente en Chrissie Hynde por lo que quizás esos que dices que les tachan de ser unos Pretenders venidos a menos tengan algo de razón, sólo algo oye. Pero tal y como ha quedado claro en todos estos años, la música es de lo más subjetivo que hay y lo importante aquí es que a ti te haga disfrutar este álbum, que te ponga la sonrisa de idiota y te recuerde a esos César y Mario de cuando tenías más pelo. Así que no dejes de volcar esas sensaciones en este blog tan blandenguer friendly. Saludos y feliz finde. KING
ResponderEliminarDaba por descontado que no te iba a enganchar nada por lo tanto gracias por escuchar y comentar.
EliminarEl próximo viernes es el cumple de Hynde y tengo un disco suyo, el más famoso a la par que menos bueno. Quizás aproveche la coyuntura jeje. Abrazo blandengue
Debo confesar, Dani, que desde tu anterior post de Texas me he dedicado a escuchar su discografía, y parte de ella rota de vez en cuando por los auriculares. Este que traes hoy me parece su mejor obra, o, al menos, la que más escucho. Destaco Beautiful angel, Listen to me, So in love with you, las armonías vocales de Winters end y I want to go to heaven, aunque el sonido global y la voz de Sharleen son lo especial de Ricks road. Este, si lo pillo en alguna cubeta, igual cae, aunque he cotilleado los precios en Discogs y, vaya, puedes pagarte una buena cena para dos si lo vendes. Un abrazo.
ResponderEliminarPues mira me sorprende y congratula que hayas encontrado tiempo para escucharlos. No son nada del otro mundo pero lo que hacían lo hacían bien.
EliminarEs que los fuegos publicados a partir del 93 son más difíciles de encontrar. Pero eso pasa con todos. Un saludo.
Texas me gustan mucho, y además es que les tengo ese cariño especial que le coges a los discos que tus padres ponen por casa y terminas por asociar a ellos, como si fuesen una prolongación directa de ellos. Este en concreto siempre me ha gustado aunque confieso como vendido que soy que el Southside es el que más veces he escuchado y mi preferido. Muy chula la entrada, te entiendo perfectamente en eso que dices de quedar para escuchar música. Todos los que lo hemos hecho y lo hacemos guardamos esos momentos como los tesoros que son, y si este disco además te trae esos recuerdos de vuelta entonces durante esos tres cuartos de hora es el mejor disco de la historia sin discusión. Un abrazo Dani!
ResponderEliminarMe alegro que te traiga recuerdos. Si los ponían tus padres, eso es que eres muy joven jeje. La música no sólo es música, en eso todos los que estamos por aquí estamos de acuerdo. Un abrazo.
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