Si el año pasado traje por aquí a los Tears for Fears con su The Seeds of Love para celebrar su 30 cumpleaños, este 2020 se cumplen 35 años del Songs from the Big Chair. No podía pasar la oportunidad de reseñarlo.
Recuerdo ponerme una y otra vez los videos musicales de sus
tres principales temas. Posiblemente son las canciones que más veces escuché
por voluntad propia entre los 12 y los 15 años. También me tragué un documental
ad hoc que hicieron para promocionar el disco, Scenes from the Big Chair. Y vi
los clips en tantas oportunidades que me quedaron secuelas de las que no tuve
consciencia hasta mucho más tarde: mirando fotos de mis 18 años, me di cuenta de
que, durante esa época, llevé un peinado bastante parecido al de Roland Orzabal.
Yo, que siempre creí que me lo dejé largo por la típica rebeldía de juventud y
ascendencia rockera. Y no. En serio, esas fotos me recuerdan más a Orzabal que
a Morrison, que sería mi intención primigenia de ir de guay (las fotos por
privado jeje).
Bromas aparte, Songs from the Big Chair es uno de los álbumes
grandes de los 80. Ya lo consideremos sólo pop, poprock, progresivo…Lo que podemos asegurar
es que fue un éxito y, además, uno de los primeros discos donde se usaron técnicas
modernas de grabación que luego serían muy normales: programaciones MIDI,
drumulator y toda esa mandanga. Grabado a caballo de lo analógico y lo digital.
Por eso, como explicaban en el documental, fue muy difícil llevar al directo aquel
disco. Y más teniendo en cuenta que no se esperaban el tremendo éxito que
tuvieron y que les obligó a embarcarse en una gira mundial.
El vinilo que tengo yo, debe ser una segunda edición
española. He buscado en discogs y no aparece por la referencia. Es una versión cutre
a nivel artístico: se ahorraron la funda interior que debía venir con fotos,
letras e información. Es raro porque debe llevar, mínimo, 30 años en mi pequeña colección,
es decir, no es de segunda mano ni reedición moderna. Fue comprado en el mítico
Madrid Rock, como atestigua el plástico exterior que aún conserva, en una de mis
muchas visitas a aquel templo de la música. Es más, juraría que este LP y el
trabajo anterior del grupo, The Hurting, los compré todavía en la tienda de la
calle Mayor en la misma excursión. Con el tiempo, también me lo pillé en
versión CD donde sí viene el arte interior.
El disco consta de ocho temas. Su título viene de una película
llamada Sybil, que iba de una chica que tenía 14 personalidades distintas y solía
sentarse en una gran silla cuando cambiaba y hablaba con su terapeuta. Ellos
decidieron que sus 8 canciones eran tan distintas entre sí que encajaba el título
a la perfección. Aunque en la portada sólo aparecen Roland Orzabal (voces,
guitarra y teclados) y Curt Smith (voces y bajo) en este disco también aparecen
en nómina el teclista Ian Stanley y el batería Manny Elias. La mayoría de las canciones están firmadas por Orzabal y, acompañado según el caso por algún otro miembro de la banda. Está producido por
Chris Hughes, que era el batería de Adam and the Ants. Y su pasado a las baquetas
se nota en el trabajazo de la percusión y de la base rítmica en todo el disco.
Tras este pelotazo trabajaría con Robert Plant, Paul McCartney, Peter Gabriel,
Jon Bon Jovi, Ric Ocasek…
¿A vosotros también os pasa que ponéis banda sonora a
ciertos lugares recurrentes? Por ejemplo, cuando veo acantilados, suena en mi
cabeza el primer corte de la cara A: “Shout”. Sí, claro, en mi caso la culpa es
del clip de esta canción, ambientado en la Costa Jurásica de Inglaterra. Temarraco,
como dicen algunos por este blog, de proporciones bíblicas. Cómo suena esa
batería (tocada en este caso por el productor Chris Hughes), cómo nos incita a
gritar Orzabal, cómo nos mueve el solo de bajo de Smith y el solo de guitarra
de Orzabal. La verdad es que el tema suena muy pesado (me imagino que eso lo
intenta aprovechar David Draiman en su versión con los Disturbed). Llegó al
número 1 en USA. El siguiente tema, “The working hour” es muy diferente, mucho
más pausada, con el saxo como protagonista.
Como tercer corte encontramos otro de esos monumentos
musicales conocidos por todos, da igual el estilo de música que prefieras: “Everybody
wants to rule the world”, también número 1 y versioneado hasta el cansancio. Si
se tuviese que elegir un solo tema para ilustrar la música de los 80, este es
el tema. Los que saben de música me dicen que es un caso extraño de éxito con
un compás 3 por 4 cuando lo normal suele ser un 4/4. Lástima que no tenga ni
idea de música para poder apreciar bien la diferencia. Por ejemplo, Michael
Jackson intentó hacerlo en el Bad con “The way you make me feel”.
Cierra la cara A el tema que se extrajo como single adelanto
del disco, “Mother’s talk” una canción de tintes nucleares y apocalípticos: en
aquellos días se instalaron en Inglaterra silos de misiles americanos. De nuevo
la base rítmica brilla.
Abre la cara B con “I believe”. Mucho más atmosférica, más
cercana al jazz, al soul, muy al estilo de los que harían en su siguiente larga
duración. Sin transición, llega “Broken”, prácticamente instrumental, muy progresivo, que suena a una jam session de los Yes con los Asia y que
parece una mezcla de dos canciones. De hecho, es así, como lo demuestra el
siguiente corte “Head over heles/Broken”. Y esta melodía suena en mi mente
cuando entro en una biblioteca (bueno, otras veces me suena el Aria para la
cuerda de Sol, de Bach, en este caso culpa de la película Seven). Como ya
estaréis imaginando, resulta que el clip de la canción está ambientado en una típica
biblioteca británica.
Para cerrar, “Listen”, casi un instrumental donde colabora Marilyn Davis en las voces muy al estilo Great Gig in the Sky, de los Pink Floyd.
Los años 80. Esos en los que me formé musicalmente. No puedo abjurar de su influencia en mi. Sigo disfrutando con música de entonces, de todos los géneros. Y sigo disfrutando con este disco y este grupo.
Por lo menos es jodidamente ochentero, y es genial que disfrutes de la música de la época.
ResponderEliminarYo también lo hago con cosas a priori impensables para mi como The Human League o Flock of seagulls y una selección de tantas bandasde entonces... pero con los Tears soy un poco como los chuchos de Pavlov. Oigo su nombre y me viene el estribillo de Shout y si insisto en recordar, los acordes del Everybody wants to rule the world.
¿Me desagradan esas tonadas?, no.
¿Necesito escuchar más de este grupo?, tampoco.
Un abrazo.
Inténtalo con un Martini, como con el otro disco que subí de ellos jeje. Para mi es mucho mejor como empaque general el The Seeds of love. Pero este tiene sus cosas a parte de los dos temas que pueden cansar por la infinidad de veces que los hemos escuchado en todos los sitios.
ResponderEliminarLo que he oído de estos tipos me resbala bastante la verdad, de hecho ahora mismo tengo este LP por un armario guardado en la sección de discos desterrados (no todo lo que heredas de tus padres te gusta), no porque sean más o menos malos, Bob Dylan me libre, simplemente porque su música no me transmite apenas nada. Lo hablaba ayer precisamente con Fernando, uno de los capos de Bajelvolcán: si un grupo no te remueve por dentro, entonces no están hechos para ti y tampoco hay qye darle más vueltas. Me encanta, por cierto, lo que comentas al final de disfrutar de la música. Abrazos Dani!
ResponderEliminarPues no hay más que decir. Pasa con todo. El otro día me pidieron consejo para comprar una moto. La respuesta fue fácil: pilla la que te la ponga dura, si no te transmite nada, no es para ti. ¡¡Saludos!!
EliminarJoder, un año ya por aquí. Y no se ha hundido la empresa. Eso va a ser que molan tus contribuciones, je, je. A estos les sigo teniendo en "pendientes". Y este fin de semana no va a cambiar que me ha tocado muy heavy. Ahora, buena entrada, me gusta mucho. Un abrazo.
ResponderEliminarSon un grupo complicado porque tienen calidad innegable y canciones muy currados que entrarían perfectamente en la categoría del prog más elegante. Pero pasa como lo que hablábamos la semana pasada con Supertramp y el Breakfast: la delgada línea de lo comercial, del pelotazo, que desvirtua, consciente o inconscientemente el contenido. Gracias por invitarme hace un año y gracias por tus palabras amables...aunque creo que cada vez tengo menos que contar. Un saludo.
ResponderEliminarMadre mía, la de veces que he escuchado “Shout” Me gustaban mucho Tears for Fears, y sí, yo también le pongo BSO a lugares, y a recuerdos y a personas, por supuesto ;)
ResponderEliminarRecuerdo muy bien también el vídeo (posterior) de “Showing the seeds of love” que ví unas cuantas veces... ¡Ay qué buenos tiempos! Muy buena entrada, me ha gustado mucho
Gracias, la música es lo más grande por eso mismo, por lo que nos evoca. El de The Seeds of LOVE también lo he reseñado.
EliminarÉchale un vistazo.
http://ffvinilo.blogspot.com/2019/08/tears-for-fears-seeds-of-love-1989.html
Pues creo que descubrí Tears For Fears tarde, muy tarde, es posible que a principio de los 90, y cuando me flipé con una película, Escuela de Genios que pusieron por la tele o vería en video, con ese triunfo final palomitero nunca mejor dicho, de la película al ritmo de Everybody Wants to Rule the World.
ResponderEliminarIntuyo que acudiría a ti para saber quien eran esos tipos y tu me pondrías al día. Tengo de ellos un recopilatorio: Live in Santa Barbara de 1990, aunque el LP lo llaman Mad Word.
Recuerdo que en una de las reuniones de mi casa César nos puso en bucle Shout. Que tiempos
Joder, me acuerdo de esa noche en tu casa. También flipabais con el Mad World.
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