2019
ha sido definitivamente mi año Pink Floyd, el año en que he realizado un
exhaustivo repaso por la discografía y la historia del grupo, escuchando,
leyendo y viendo todo lo que ha caído en mis manos. Durante mi viaje por el
universo Pink Floyd el periódico El Pais inició una colección con todos los CDs
de la banda. Me he hecho con algunos pero, por razones obvias, no voy a
reseñarlos en este blog de vinilos. Sin embargo, el pasado mes de septiembre me
hice con dos vinilos de la banda de Cambridge en la XVI Feria Internacional del
Disco de Madrid. Junto con una edición un tanto pringosa del “Animals”, que ya reseñé en este blog, compré una edición de “The Piper at the Gates of Dawn”, primer
álbum de la banda.
“The Piper at the Gates of Dawn”, considerado
uno de los mejores discos psicodélicos de la historia, fue editado en agosto de
1967. La banda compuesta por Roger Waters, Rick Wright, Nick Mason y Syd
Barrett, líder y compositor, habían conseguido con relativa facilidad editar un
LP con una discográfica como EMI tras haber editado dos singles, «Arnold Layne»
y «See Emily play», que les habían convertido en un grupo de culto entre la
juventud que abarrotaba locales como el UFO Club.
El disco fue grabado en los estudios Abbey
Road, coincidiendo durante un mes con la grabación del Sgt. Pepper's Lonely
Hearts Club Band de The Beatles. Hay numerosos testimonios que cuentan cómo
Paul, George y Ringo fueron a visitarles al estudio contiguo, donde estaban
grabando. El nombre del disco está tomado de un libro para niños “El viento
entre los sauces” de Kenneth Grahame. En la portada, una de las pocas de la
banda no realizada por Hipgnosis, aparece una foto de sus cuatro componentes en
un efecto caleidoscópico muy acorde con su interior, realizada por el fotógrafo
Vic Singh. La contraportada recoge un dibujo con las siluetas de los cuatro y
fue idea del propio Syd Barrett, artista plástico además de músico. El ingeniero
de sonido fue Peter Brown, corriendo a cargo de Norman Smith la producción del
disco. Smith había trabajado como ingeniero de sonido para The Beatles entre
1963 y 1965.
Las canciones de “The Piper at the Gates of
Dawn”, están repletas de fantasía, con letras plagadas de imágenes, en las que
destaca la interpretación vocal de Syd. Música innovadora, brillante, creativa,
vanguardista, alejada de los compases básicos del rock, caracterizada por la
disonancia y experimental. Sin embargo, el disco es diferente a lo que
acostumbraba a hacer la banda en directo con improvisaciones que podían rebasar
los veinte minutos. EMI quería éxitos y Norman Smith tuvo que casar ambas
posturas. Es un disco compuesto por Barrett, entonces líder indiscutible de
Pink Floyd. Entre sus influencias estaban el oráculo chino, los cuentos de
hadas infantiles, la ciencia ficción, Tolkien, la electrónica, la vanguardia,
el folclore inglés y el blues de Chicago. Todo ello pasado por su mente
conformaba un sonido muy original, como una “música de colores”.
Entre mis canciones favoritas del disco se
encuentra «Astronomy Domine», considerada como uno de los primeros exponentes
del llamado “space rock”, junto
con el instrumental «Interstellar Overdrive», que recrea una atmósfera espacial
a través de los instrumentos, ecos, efectos y letra; precisamente la astronomía era uno de los temas que más
interesaban a Syd.
La maravillosa «Matilda Mother», una
especie de cuento, con raros acordes de guitarra, cambios de ritmo abruptos,
armonías vocales y una letra llena de imágenes extrañas tan del gusto de su
autor, es una canción que me fascina.
«Lucifer Sam», pura psicodelia para una
canción con influencias surf y presencia del teclado Farfisa en la que Barrett
canta a Sam, su gato siamés; Love and Rockets, grupo formado por varios ex
miembros de Bauhaus, hicieron una versión del tema en 1986.
«Bike» es una canción de letra “infantil”
pero que guarda una frase que me encanta You're the kind of girl that fits
in with my world I'll give you anything, ev'rything if you want things.
«Chapter 24» incluye otra de las grandes
frases de Barrett Change returns success Action brings good fortune.
Y sin duda «Interstellar Overdrive», cuya
versión en el UFO Club, encontrada en YouTube cuando estaba escribiendo el
relato “Londres, 90 Wardour Street”, me ayudó a empezar a adentrarme en la
etapa de Pink Floyd con Barret, ya que yo sólo conocía su leyenda, pero no su
obra.
Desde muy jovencita me fascinó la figura de
Syd sobre el que recuerdo haber leído en revistas musicales de los 90. Entonces
no existía internet (ni YouTube ni Spotify) y no conocía a nadie interesado en
Pink Floyd, un grupo al que nunca hice ni caso. Compré discos de mis dos bandas
favoritas de la época, The Who y The Beatles, y algunos CDs recopilatorios de
Cream, Byrds o The Kink. Pero jamás escuché ninguna de aquellas canciones
compuestas por Syd para su banda. Aunque pueda soñar extraño, este pasado mes
de agosto escuché completo y por primera vez “The Piper at the Gates of Dawn”
en Spotify, un caluroso viernes al regreso del trabajo, tumbada en el sofá de
casa y con los cascos. La música se me hacían extraña hasta que llegué a «Matilda
Mother», la llave que me abrió la puerta de al disco con el que se estrenaba
una de las bandas fundamentales de la historia del rock. Comenzaba así un viaje
alucinante por su discografía.
Me resulta curioso tener una noción exacta
de la primera y reciente escucha de un disco que ya ha cumplido más de
cincuenta años pero que para mí era absolutamente desconocido. Me alegra
infinito haber descubierto por fin a Pink Floyd.
Discazo. El que más me gusta de sus primeros álbumes. Me lo voy a poner ahora mismo. Y estupenda entrada, como siempre. Saludos.
ResponderEliminarMuchas gracias, Rey. Un gran disco, mítico e histórico.
EliminarUn genial disco y excelente crítica, pensé que lo subí hace años, si lo subo este año pondré [resubido] entre corchetes, mi segundo favorito de la banda después de More. Curiosa re-edición muy cálida, la mía es más fría, es la de 2016 que les dió a los de back to black en sacar toda la discografía. Este album es una de las páginas de la biblia psicodelica de todo psiconauta. Una pena que lo hayan re-editado en Mono, a la mía le pasa igual pero bueno en la época lo escucharon mayormente así. Y ahora que lo pienso creo que me venía el disco rojo si mal no recuerdo, buahh como he podido olvidar algo así xD
ResponderEliminarEstuve mirando todas las entradas de Pink Floyd para nombrar si había alguna subida de este disco, pero no la hay. Hay varias tuyas de PF pero no de este disco. Me alegro mucho de haberlo descubierto (más vale tarde) y de haberlo comprado. Leeré con detenimiento tus entradas sobre la banda.
EliminarDurante muchos años mi conocimiento de Pink Floyd comenzaba en 1973 con el lado oscuro de la luna y lo anterior me importaba bien poquito. Estos últimos años he comenzado a adentrarme en "los otros años". Sin mucha pasión han ido entrando poco a poco sonidos, canciones, letras. Creo que sin el éxito de la banda a mediados de los setenta Barret (quizá) sería un personaje mítico. Dicha esta barbaridad, tu fantástica y sincera crítica me invita a re-escuchar este y los sucesivos trabajos de la banda hasta ese 1973. Debo decir que este disco me gusta mucho, sobre todo, por Interstellar overdrive y Mathilda mother. Un abrazo.
ResponderEliminarMi descubrimiento es tan reciente como cuento en las entradas dedicadas a Pink Floyd. Una pena habérmelos perdido tantos años por prejuicios tontos. Y me alegro infinito haber descubierto al Barret músico más allá de mitologías juveniles.
EliminarEn mi casa llegó a pulular una edición especial que llevaba los dos primeros discos. No se si mi hermano lo conservará, pero será de colección seguro. Me flipaba interestelar overdrive y
ResponderEliminarIntenta recuperarla, ¿no?
EliminarJoe pues vaya disco para desconectar después del trabajo jajaja me pego un viaje que igual no vuelvo a trabajar más de la desconexión. Ya solo pensaría en gatos Siameses corriendo.
ResponderEliminarMe sentó de maravilla. Tengo una imagen supervívida de aquella tarde de agosto. Ha sido un viaje de lo más especial; y sólo con música y calor.
EliminarDiscazo, para variar, de un grupo esencial. Y lo habría sido mucho más de haber incluido esos dos primeros singles que mencionas. Interstellar overdrive es un viajazo cósmico que, debo confesar, no me gustó nada la primera vez que lo escuché (tendría 13-14 años). Placerazo leerte por aquí, como siempre. Gran idea lo de la feria del disco, la verdad. Saludosss
ResponderEliminarInterstellar Overdrive lo descubrí a partir del UFO Club; un amigo y maestro musical me habló del club cuando estaba escribiendo el relato “Londres, 90 Wardour Street”. Encontré un video de una actuación de Pink Floyd en UFO Club tocando esta canción y me fascinó. Creo que luego pude escuchar este disco sin problemas gracias a ese “entrenamiento”.
ResponderEliminarLos dos singles que mencionas son fantásticos.