En las Islas Británicas correteaban de escenario en escenario, con más o menos suerte, bandas como Cerebral Fix, Sabbat, Deathwish, Slammer, Xentrix, Hydra Vein, Acid Reign, Anihilated, Virus o estos que hoy traigo, Onslaught. Todas, más o menos, podían catalogarse dentro del underground metalero, unas más thrashers, otras más punk, otras más heavies. Hacerse un hueco ahí era difícil, con el poderío cada vez más notorio de la escena yanqui (Slayer, Anthrax, Metallica, Testament, Megadeth) y las bandas del continente empujando (Kreator, Sodom).
Tras dos discos y muchos cambios (un cantante en cada uno de ellos y también de bajista o guitarristas) los muchachos de Onslaught firmaron un contrato con London Records y se sentían esperanzados: sus nuevos jefes tenían un acuerdo con Universal para la distribución. Pero siempre hay un “pero”. Tanto poder tienes, tanto decides. Y la nueva compañía puso sus condiciones. La primera, cambiar de cantante; adiós Sy Keeler, bienvenido Steve Grimmet (Grim Reaper). La segunda, el productor; Stephan Galfas venía de trabajar con Meat Loaf, John Waite o Stryper y ese mismo año se encargó del Destiny de Saxon. Estaba clara la deriva “amable” que se quería dar al nuevo disco de Onslaught. De ser un remedo británico de Slayer a convertirse en una especie de Metallica de la NWOBHM. La tercera, y última por ahora, tiene que ver con el proceso de composición y los arreglos. Nige Rockett, guitarrista principal y gurú de las obras anteriores, se dedicó a parir riffs y melodías que derivaron en una música “moderna” con cierta influencia del sonido yanqui de Metallica o Anthrax, principalmente. Contando, además, con un cantante de registro más brillante y, reconozcámoslo, con mejor técnica, había que aprovecharlo. En resumen: el tamiz de London Records convirtió a Onslaugh en su tercera versión, ni mejor ni peor.
Así, Grimmet a la voz, Rockett y Rob Trottman a las guitarras, James Hinder al bajo y Steve Grice a las baterías, parieron un excelente disco. Grimmett canta mejor que nunca, las guitarras suenan heavies y se armonizan muy bien y la producción, como no podía ser de otro modo, es muy limpia. Cierto es que bajo y baterías carecen del punch que se espera de una banda de thrash o que los coros son demasiado “bonitos” en ocasiones. Es el mercado amigo. No resulta raro imaginar a esos fans que llamaron traidores a Metallica por grabar …And Justice for All renegar de estos Onslaught.
El arranque no invita precisamente a engancharse al disco. Habrá pocas obras de las que os diga que su tema inicial es el peor del álbum. Este es el caso. La mezcla de sonidos, efectos y ruidos iniciales mezclado con voces ultratúmbicas durante cinco minutos… obra del productor. Mala idea. Pongamos que te la saltas y comienzas en el magnífico riff de In search of sanity, su batería machacante y la sucesión de solos: un tema ganador, fantástico, con un toque progresivo y una línea vocal melódica que encaja perfectamente. Shellshock está lleno de momentos shredder, cambios de ritmo y todos los ingredientes de un buen tema thrashero, quizá el más alineado con su obra anterior. El largo desarrollo inicial da paso a una cuidada agresividad de Grimmet “are these the eyes of a madman/that see a crumbling sky/reaching out for the answer”. Más caña en Lightning war, donde el juego de las dos guitarras llama poderosamente la atención. La influencia de los Metallica de Fight fire with fire o, incluso, de los Megadeth de Peace sells me parece clarísima. Y ojito a la parte solista. A estos tres cortes de siete minutos sigue, para cerrar la cara, una versión de AC/DC que ya editaran como single con el anterior cantante, Let there be rock. Qué queréis que os diga: resultona es la cover, pero no creo que aporte gran cosa al Universo thrasher. De hecho, en su disco anterior sonaba un tema titulado Let there be death. Supongo que en mitad de un concierto un poco de rocanrol brutote sentaría muy bien. A darle la vuelta al disco.
Como curiosidad, Steve Grimmet formó en 2011, junto a otros ex-miembros de Onslaught, la banda The Sanity Days. Editaron un disco de canciones nuevas en 2015 titulado Evil beyond beliver.
La edición que comparto es la original de época, edición british, con su insert y todo. La portada me resulta curiosa: llamativa y relacionada, en cierto modo, con el título, esa “búsqueda de la cordura”: una habitación acolchada con dos relojes dalinianos.
Disfrutad del fin de semana, gentuza.
Pues como en el caso de Nazareth, conozco y he escuchado a la banda pero tampoco está en mi lista de favoritas. A mi siempre me han gustado The Force y el Sounds of violence y aunque este tiene un sonido bastante diferente, me parece un estupendo álbum, aunque en alunos momentos parezcan una banda tributo a Metallica. De hecho es otro de esos que siempre he pensado que si me lo encontraba en una feria del disco a buen precio me lo pillaba. Eso sí, te doy la razón en lo del primer tema. Primero parece que es una intro muy del estilo de esos años, pero avanza la canción y no arranca... durante más de cinco minutos. Un tema que sobra totalmente, sin duda. En fin, otra estupenda entrada y un buen vinilo para este fin de semana. Me los programo. Un abrazo y buen fin de semana. KING
ResponderEliminarMuchas bandas de la época y el género viraron a sonidos más "amables". No sólo el éxito de Metallica influyó, claro, pero seguro que fue el pistoletazo para las discográficas que llevaban a este tipo de bandas. A mí me gusta mucho, quizá más que los anteriores, y, como tú dices, lo encontré a un precio razonable y a la saca. A rellenar hueco en la apretada estantería 🤣 Abrazo de vuelta.
EliminarSe trata de un buen disco, pero nunca me ha enganchado por alguna razón. Sin duda, el exceso de duración de los temas no ayuda. Tampoco el descarado "homenaje" a Metallica en algunas partes del disco. En "Blood upon the ice" calcan sin rubor los riffs del estribillo de "Master of Puppets". Literal. Lo de la Intro/primer tema que comentáis King y tu, estoy de acuerdo, es de juzgado de guardia, 5 minutos de ruidos varios sin sentido. Cuando escuchas el disco por primera vez y llegas al segundo tema, ya llegas cabreado. Aquí se tendría que aplicar la frase: "No hay una segunda oportunidad para una buena primera impresión". Pero al final, el disco tiene más luces que sombras. Como dices, Steve Grimmet canta mejor que nunca (y mira que me gusta con Grim Reaper). Me ha gustado tu entrada (genial, como siempre) y le voy a dar unas vueltas al disco. También, porque me lo voy a tener que empapar sí o sí. :) En "El Fantasma de la Ópera Radio" tenemos previsto un programa especial de este disco con una entrevista en exclusiva a Nige Rockett que tenemos apalabrada. Un abrazo Master!!
EliminarYa tenéis mi opinión para el especial entonces. Cobro por sonrisas, ya tú sabes. El disco es bueno por sí mismo. Si dejáramos de valorar lo que suena a otra cosa no escucharíamos casi a nadie. Una alegría verte por aquí. Un abrazo.
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