Alguien tenía que traer a este blog al loco de Detroit. Un histórico del hard rock, y, sobre todo, uno de mis guitarristas favoritos. Iréis descubriendo a través de mis entradas a este blog el resto de mis guitarristas favoritos, pero ya os puedo confirmar que, en general, mis músicos más admirados no son necesariamente los más virtuosos. Lo que más valoro en un musico es su precisión, y su personalidad, Y Ted Nugent anda sobrado de las dos cosas.
Este fue mi primer
disco suyo. Antes de eso, ya conocía a Ted Nugent. Todo un icono de la guitarra
eléctrica. Pero nunca la había prestado la debida atención, hasta que, en una
de esas noches de sábado, en el mítico bar “Hendrix” de Zaragoza, escuche una
canción con un pegadizo riff de guitarra que me llamo la atención. Este bar era
un lugar de culto para los amantes del rock clásico en Zaragoza, entre finales
de los 90 y principios del 2000. Situado en el Callejón de la Música, la imagen
de una pared llena de vinilos, situada detrás de la barra, ya anunciaba que
aquel sitio era un buen lugar para pasar las horas del sábado. No pude resistir
preguntarle qué grupo era ese que sonaba, y el tipo del bar me enseñó la
portada. Era un disco de Ted Nugent, donde aparecía él en la portada tocando su
guitarra (luego ya descubrí que esa era la tónica general en sus discos. El
tipo andaba sobrado de egolatría).
Unas semanas
después, en una tienda de vinilos, encontré el que yo pensaba que era el disco
en cuestión. En una caja de discos a 300pts. vi un disco de Ted Nugent donde
aparecía él en primer plano tocando la guitarra. Así que obviamente me lo
pillé. Pero cuando llegué a casa y lo puse, no encontré la canción que yo tenía
en la cabeza. Me había confundido de disco. Bendita confusión. Lo que había en
este disco era mucho mejor. Con el paso de los años me fui haciendo con todos
sus discos de la década de los 70 (en mi opinión su mejor época), y descubrí
que el disco que andaba buscando en realidad era el “Weekend Warriors”.
Lo que encontré en
este primer disco de Ted Nugent era puro hard rock, riffs pegadizos, y un
sonido de guitarra extremadamente personal.
Cuando Ted Nugent publicó
su primer disco, en realidad no era un novato. Venía de tocar la guitarra con
un grupazo llamado The Amboy Dukes. Otro grupo en el que merece la pena que
investiguéis. Así que, en realidad, este no fue su primer disco, sino su primer
disco sólo con su nombre. Ya había publicado algún disco como Ted Nugent &
The Amboy Dukes, pero en un momento dado de su carrera, y visto el desfile de
miembros que iban entrando y saliendo de su banda, decidió comenzar una carrera
como “Ted Nugent”. Cabe citar que en los 90 formo parte de otra banda que tuvo
cierto éxito a principios de los 90: Damn Yankees.
Este primer disco
de Ted Nugent me parece un clásico del hard rock de los 70, y disco obligatorio
para cualquier admirador de las guitarras eléctricas poderosas, y de los riffs
“asesinos”.
He aquí las tres
condiciones para considerar que un riff de guitarra es un gran riff:
1- Que sea pegadizo
2- Que se pueda tararear
3- Que un guitarrista aficionado como yo pueda aspirar a tocarlo.
No hay muchos que
cumplan estas tres condiciones. Los riffs de Ted Nugent, sí. Nada que envidiar
a los riffs de Blackmore o Iommi (que me perdonen los puristas). Y si no,
escuchad atentamente tres de sus clásicos incluidos en este disco:
“Strangehold”, “Stormtroopin’”, y “Motor City Madhouse”.
Cuando os he dicho
antes que mis músicos favoritos son aquellos que tienen personalidad, me
refiero a personalidad “musical”. Su forma de tocar, su sonido, sus arreglos,
sus licks,…Cuando escuchas una canción y sabes quién está tocando, por la
característica que sea, a eso es a lo que llamo tener personalidad. Y Ted
Nugent es un musico con personalidad, reconocible por su sonido y por su
estilo. Sí, también es todo un personaje fuera del ámbito musical, pero no voy
a entrar a hablar de sus declaraciones polémicas, sus reality-shows en
televisión, su defensa de las armas, … aquí hago una distinción entre el
artista y la persona.
Su sonido viene
dando fundamentalmente por su mítica guitarra Gibson Byrdland. La icónica
imagen de Ted Nugent está ligada indisociablemente a esta guitarra. Una
guitarra de caja, más propia del Jazz que del rock duro. Precisamente ese
sonido cálido, con toda la resonancia y los armónicos de la madera, perfectamente
complementado por sus amplificadores de válvulas, es lo que genera ese sonido
característico, profundo, redondo, y con una riqueza sonora espectacular. El
propio Ted Nugent reconoce que la primera vez que vio a alguien tocar esta
guitarra fue al guitarrista de Cactus y de Mitch Ryder, Jim McCarthy. Al
escuchar ese sonido, Ted se quedó maravillado, y desde entonces decidió
utilizar ese modelo de guitarra.
Su estilo no es
revolucionario. Es más bien un estilo clásico, basado en el blues rock, en
escalas pentatónicas, en licks de blues, y en unos “bendings” (técnica que
consiste en estirar la cuerda de la guitarra sin cambiar el traste, para lograr
aumentar la altura de la nota) que controlaba como nadie, y que utilizaba casi
de manera exagerada, llevando las notas al extremo. El uso de ecos, y de
armonías de guitarras, también son marca de la casa. Y la guinda, por supuesto,
son sus riffs, aparentemente fáciles, pero tremendamente meritorios y efectivos,
y de los que este guitarrista ha hecho su seña de identidad.
Todo esto es lo que
os vais a encontrar en este disco.
Pero… ¿a quién en
su sano juicio se le ocurre empezar un disco con una canción de casi 10
minutos, y además, con un ritmo tan lento? “Strangehold” representa a la perfección
el estilo de Ted Nugent. Además del riff de entrada, la mayor parte de la
canción la ocupa el sólo. Pero no os asustéis. Aquí no hay florituras. No vais
a encontrar a un guitarrista que quiera lucirse, ni hacerse el virtuoso. Al
contrario, las notas fluyen de una forma precisa. No hay ni una nota de más.
Solo las necesarias. Cada nota está en su sitio. No sobra ni falta nada. A eso
llamo yo un músico preciso: al que sabe exactamente que notas hay que tocar, ni
más ni menos.
“Stormtroopin’” en más
de lo mismo, en el mejor sentido de la palabra. El riff que te atrapa desde el
comienzo de la canción, y un sólo en el que, al igual que en “Strangehold”, se añaden
ecos y armonías que llenan el espacio de la guitarra de forma magistral.
“Hey Baby” y “Where
have you been all my ife” son la muestra clara de la base de blues que hay en
el estilo de Nugent (la primera de ellas con órgano Hammond incluido).
La canción más
diferente del estilo general del disco es sin duda “You make me feel right at
home”, con un estilo más “jazzy”, en la que se pueden distinguir incluso
sonidos de pianos eléctricos, y un sonido de guitarra pasado por un
amplificador “Leslie”.
Nugent no duda en utilizar
diferentes efectos en su guitarra, y tampoco en añadir otros instrumentos a las
canciones si es necesario (como en piano de “Sanakeskin Cowboy) para dotar de
más matices a su sonido.
Hay que hablar por
supuesto de uno de los grandes clásicos en la carrera de Nugent: “Motor City
Madhouse”. Uno de los grandes riffs de guitarra de la historia. Una de esas
canciones con ritmo “trepidante”. Hay muchas cosas en estos cuatro minutos. No
os quedéis solo en el riff: el doble bombo, las armonías en el estribillo,
todos los detalles de las guitarras (atención al uso del slide, y al
“feedback”), … ¡y esa voz casi demoniaca, que es la de Ted Nugent!
Efectivamente, esta
es la única canción que canta Ted en este disco. El resto de las canciones las
canta el que fue su mano derecha en la época de los 70, Derek St. Holmes, a las
voces y a la guitarra.
Si tuviera que
recomendar un disco a alguien que no haya escuchado nunca a Ted Nugent, sin
ninguna duda le recomendaría este disco, incluso antes que un recopilatorio.
Aquí está todo lo que es Ted Nugent, como guitarrista, como creador de riffs, y
como músico con un estilo y un sonido propios.
Este disco merece
estar entre lo mejor del hard rock de los 70.
BONUS TRACK:
Ya sé que aquí
hablamos de vinilos, pero si os ha gustado este disco, os aconsejo que busquéis
en youtube su concierto en el Rockpalast del año 1976, donde podréis ver en
plena acción a una banda de grandes músicos en pleno estado de forma (os dejo aquí abajo el enlace).
De vinilos y de lo que haga falta. Pincho mucho al menda este y tengo casi todos sus discos. Estaba haciendo yo la mili y llego a la oficina un chaval nuevo. Al cabo de un par de días y escuchando la música que sonaba durante todo el día en un viejo radiocassette, estuviera o no el sargento, me dijo ¿oye tu querrías unos discos que tengo por casa que te van a gustar? Qué pregunta!! al día siguiente se presentó con siete u ocho discos del TN. Resulta que se los regalaba un tío suyo sordo para su cumpleaños. El tío fue una vez a Corte Inglés y le dijo a la dependienta que le diera el disco que más sonara en esos momentos... y la colega le soltó una de TN. Desde ese momento ya ni preguntaba, iba y compraba el último que había editado, que por cierto en los 80 era casi uno o dos por año... Total que aquí los tengo. Buen aporte. Saludos. P
ResponderEliminarQué buena la historia. No pueden faltar los discos de TN en cualquier colección. Gracias por comentar.
EliminarNo puedo declararme tan fan de Nugent como tú, pero reconozco su excelencia en, precisamente, lo que tú comentas: riffs magníficos, canciones muy bien arregladas y una personalidad arrolladora. Sus cuatro primeros discos en solitario, como bien apuntas, me parecen sus obras más logradas. Luego he ido picando. Me gustó su paso por Damn Yankees, aunque me cuestan algunos de sus discos ochenteros (Penetrator, con Howe a la voz, me gusta). En cualquier caso, fantástica aportación que pone a otro artista en nuestra vinilopedia particular. Un saludo.
ResponderEliminarEfectivamente, aunque también hay cosas interesantes en su época ochentera, me quedo con sus primera época. Sus discos en directo también eran espectaculares. Quizás para una futura entrada Gracias por el comentario.
EliminarEstupenda entrada y muy buen disco, no se puede negar. A Nugent lo descubrí con el Penetrator -nada más lejos de este que traes hoy- y lo seguí en su aventura con Damn Yankees, pero de tanto en tanto escucho cosas de su primera época en solitario. De este me quedo con Strangehold, que nunca se me ha hecho larga y transmite una atmósfera muy cálida. Ameno, entretenido, para nada pesado aunque como Manu, tampoco es que sea demasiado seguidor de él. Saludos. KING
ResponderEliminarMe alegro de que te haya gustado. Efectivamente, es un disco ameno y con gancho. Gracias por comentar.
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