Ir al contenido principal

Iron Maiden - Seventh son of a seventh son (EMI - 1987)



El séptimo hijo de Steve Harris y sus secuaces ya ha salido por aquí, pero rebuscando qué traer hoy, día de difuntos, he topado con esta versión picture de carpeta "lujosa" y he querido aportar al blog mi (cuestionable y siempre prescindible) homenaje a una de las mejores (si no la mejor) obra en estudio de los británicos.
El séptimo hijo de estudio de los inconfundibles Iron Maiden, como decía, cuenta la historia de un personaje con poderes mágicos de adivinación y clarividencia: el mito folklórico del séptimo hijo barón de un séptimo hijo barón, muy extendido en el mundo anglosajón, cuenta que el nacido en tales condiciones poseerá mágicos poderes. Así, en el disco se cuenta desde su nacimiento (Moonchild) hasta su muerte (Only the good die young), pasando por el descubrimiento de sus poderes (Can I play with madness?) y las consecuencias de los mismos (The prophecy). Esta historia sirve, en realidad, para hablar de un tema recurrente en la discografía Maiden: la lucha entre el bien y el mal y la relación entre lo mágico y lo mundano.


La grabación se realizó en los estudios Musicland de Múnich, se editó en abril de 1988 y alcanzó el número 1 en el Reino Unido y el 12 en Estados Unidos. Como adelanto, el single elegido fue Can I play with madness?.  Todos los singles alcanzaron el top 10. La banda que grabó esta colección, el line up clásico: Bruce Dickinson a la voz, Steve Harris al bajo, Nicko McBrain a la batería y Adrian Smith y Dave Murray a las guitarras (Harris y Smith se encargan de los sintetizadores también).
Para mí, Seventh es el último clásico de Maiden y si no el mejor uno de los dos mejores. Después de una tripleta demoledora (The number of the beastPiece of mind y Powerslave) y un directo mítico (Live after death), Harris introdujo los sintetizadores en Somewhere in time, sobre todo en bajos y guitarras, y buscó canciones más melódicas y comerciales. El siguiente intento, este Seventh, olvida las guitarras sintetizadas a cambio de los teclados, propone largos desarrollos de guitarras, pasajes variados y solos a doble mástil impresionantes. El sonido se muestra limpio sin ceder en crudeza, genial trabajo de la producción mítica de Martin Birch.
El disco comienza (y termina) con Dickinson recitando la letanía del séptimo hijo sobre una guitarra acústica. Esto da paso a Moonchild. El nacimiento comienza con un teclado psicodélico sobre el que va creciendo el resto de instrumentos hasta estallar con la voz de Bruce en un ritmo acelerado. Un magnífico estribillo donde cantante y guitarra se armonizan de maravilla. Con la segunda canción, Infintite dreams, Harris compuso una de las obras maestras del grupo. Ritmo, construcción del tema, estribillo, letra y los arreglos hacen de ella un imprescindible. El ritmo de dobles guitarras característico de otros muchos temas es uno de los mejores. La canción comienza lenta y se vuelve cada vez más heavy hasta el clímax final. Se editó como single en directo el noviembre del siguiente año (acompañando el lanzamiento del Maiden England).


El primer single, y, según Adrian Smith, la primera canción fabricada por la banda con tal fin, llegó al número 6 de ventas en el Reino Unido. Can I play with madness? narra el encuentro del protagonista con un brujo que leía el futuro en una bola de cristal y muestra la lucha por entender los poderes que posee. Estilísticamente se sale un poco del conjunto, al potenciar el estribillo (entrada a capella) y la sencillez de ritmos y arreglos en contra del lucimiento o las estructuras más complejas del resto de los temas. The evil that men do, segundo single, tiene uno de los mejores solos de guitarra de Adrian Smith, un estribillo coreable hasta quedarse afónico, el bajo de Harris se despeña marcando a sus compañeros y, en fin, una estructura desbordante. La historia de la existencia eterna del mal que hacen los hombres. Como ya hiciera en discos anteriores y seguiría haciendo en la mayoría de los posteriores, Harris compone un tema largo, donde se combinan diferentes tempos y estructuras. Seventh son of a seventh son es, quizá, el tema más progresivo, o en el que con mayor evidencia se puede apreciar. La parte central, inolvidable.

The prophecy es la única aportación compositiva de Murray. Comienza con una intro suave, mantiene un tempo medio con un buen trabajo vocal de Bruce, quien compone también, y presenta un estribillo flojo. Quizá la canción menos acertada del disco. Sin embargo, estamos hablando de una canción que rodeada de otras menos gloriosas saldría mejor parada, desde luego. Para terminar el disco, dos de los mejores temas. The clairvoyant, donde el personaje pasa de la vida a la muerte, salió como tercer single y se acompañó de tres temas en directo de su actuación en el Monster of Rock. Tiene una de las inconfundibles melodías de dobles guitarras del grupo, regalo de Harris de nuevo. Los cambios de ritmo esta vez sí están bien estructurados. Buenas guitarras, unos arreglos de teclado soberbios que enriquecen la canción y un estribillo clásico del grupo. Para mí, uno de los mejores solos de Murray. Y, por fin, Only the good die young. En apenas cuatro minutos, todo lo bueno de Harris y Dickinson en una sola dosis: letra, melodía, ritmo, solos y el sonido eterno de Iron Maiden.


La edición de hoy, dicho queda y patente por las fotografías, corresponde a la re-edición del 2013 en picture disc, magnificando el grafismo preciosista de Eddie y sus versiones mutiladas a cargo, cómo no, de Derek Riggs. Muy bonito, aunque debo confesaros que el vinilo en cuestión no suena especialmente bien; de hecho, incluye una leyenda en la que advierte que "la fabricación de este vinilo incluye dibujos, por la naturaleza de este proceso de fabricación la calidad del sonido puede verse comprometida". Tampoco lo compré para escucharlo...

Disfrutad el fin de semana y recordad honrar a vuestros muertos si no lo habéis hecho últimamente.














Comentarios

  1. Peazo disco y bonita reedición en picture disc y en gatefold, no en funda de plástico como acostumbraba a hacerse. Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Uno de los discos que, probablemente, más habré escuchado. No soy de comprar álbumes coloristas o ediciones picture, pero este se me cruzó, y a buen precio, y no pude resistirme. Lo pinché una vez y no más. Abrazo de vuelta.

      Eliminar
  2. Debo decir que a mí el circo montado alrededor de todas estas reediciones me resbala bastante, que son muy bonitas es innegable, pero ¿qué pasa con la música? Al final yo quiero discos para escucharlos. En cualquier caso, para definir este disco seguramente la palabra clásico sea la más adecuada, porque aunque hay discos interesantes de Maiden posteriores a este (Brave New World y Book of Souls en especial, en mi humilde opinión) ya nada sería lo mismo. Mi favorita del disco, eso sí, es The Clairvoyant, con esas guitarras tan suyas en unos minutos estelares. Abrazoss

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Por un lado, no soy comprador de pictures o ediciones "vistosas", aunque con esta (y con alguna otra excepción) no pude resistirme. Está claro que este tipo de ediciones son un sacacuartos para fans, sin más, pero el arte en el vinilo tuvo su auge a finales de los sesenta y los primeros setenta, con aquellas maravillosas obras sonoras y visuales, a cuál más original. Hoy en día carece de sentido invertir en esos caminos. Bien vale, de todos modos, poder tener un vinilo "pintado" de vez en cuando (eso sí, no para escucharlo). Un abrazo, compañero vinilero.

      Eliminar
  3. Pues este fue el primer disco que escuché de ellos, tarde, ya sé. Y confieso que me gustaba el hit prefabricado de Can i Play with Madness. Entrada cojonuda. Un saludo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Y cuatro años después te respondo por una casualidad. Un abrazo 🤗

      Eliminar

Publicar un comentario

Otros crímenes...

Carlos Santana - "Europa" (CBS, 1976)

Es imposible no identificar esta canción con solo escuchar las cinco primeras notas. A pesar de ser instrumental es tan conocida que cualquiera con un mínimo de cultura musical podría “ cantar ” y reconocer las notas iniciales ( tan-tan-na-na-na-nanananá-tanananá…. ). Y cualquiera con un mínimo de sensibilidad también notará cómo se le eriza el vello. Es una melodía que llega al alma, triste y melancólica, una guitarra que habla y llora, que nos cuenta una historia y, sin necesidad de palabras, solo con las notas de la guitarra es fácil de entender. Pero veamos qué hay detrás de ella. Vamos a desnudarla y a comprenderla.

Extremoduro - Yo, minoría absoluta (DRO, 2002/2014)

  Cuando una banda de rock alcanza el éxito tiende a repetir la fórmula o a dejarse domar por los sonidos que le imponga la discográfica. En el caso de Roberto Iniesta, el Robe, alma, cerebro, venas y corazón de Extremoduro, el éxito le pilló preparado. "La masa es imbécil. Si sales en la tele puedes hacer un libro, un disco o lo que se te ponga en la punta del nabo. A mí eso no me interesa ni vender más discos ni que me conozca más gente. Como estoy ahora estoy bien, pudiendo organizar una gira y no tener que decir «no puedo dejar de tocar en noviembre porque no tengo un puto gil», así me vale". Y continuó haciendo lo que le dio la gana después del éxito de Agila (1996): editaron el directo Iros todos a tomar por culo (1998) y el controvertido Canciones prohibidas (1999), donde daban rienda suelta a su creatividad, con éxito y críticas reguleras.  Y se tomaron un descanso. "Creo que cuando siguen haciendo cosas buenas y nuevas los grupos funcionan, aunque estén dos o...

Ramoncín - Al límite vivo y salvaje (1990, BMG)

Aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid y que este sábado tengo una Cita con mi chica para irnos de concierto a ver y escuchar al señor José Ramón Márquez , os traigo uno de los directos más importantes del rock español. Muchos denostan y menosprecian la figura e impronta de Ramoncín en nuestro rock patrio por su época de adalid de los derechos de autor a la cabeza de la infame SGAE, por su etapa de tertuliano y protagonista del papel cuché e, incluso, por su largo periplo como presentador de un concurso de televisión (mis amigas se pegaban por ir de público para verlo, todo hay que decirlo). Bien, pues no saben separar el polvo de la paja. Yo paso de todo aquello, y me quedo con la música que es lo que todos aquí amamos. Me voy a quitar desde el principio la parte técnica e histórica. Grabado en el 90 durante unos recitales en los que no presentaba ningún disco nuevo lo que le quitaba un poco de presión. Luego nos enteramos de que eran una despedida: en aquel m...

Ilegales - Agotados de esperar el fin (Epic, 1984)

  Este es uno de los discos de mi vida. De esos que tienes tan metidos dentro de ti que no necesitas escucharlos con frecuencia. De hecho, hace muchos años que no lo escuchaba, y al volver a hacerlo para escribir esta reseña me ha provocado las mismas sensaciones que recordaba. Como suele pasar en estos discos, me sabía de memoria el orden de las canciones y hasta el tiempo que dura el espacio entre canción y canción. Esta nueva escucha me ha servido también para reafirmar mi opinión de que este es uno de los mejores discos españoles de la historia. Así de claro. Esta cinta (ya que primero fue una cinta grabada, antes de hacerme con el vinilo), fue una de esas que desgasté en mi radio cassette en mi época preadolescente. Ni siquiera tenía caratula, ni los títulos de las canciones, pero fue una de mis cintas favoritas durante esa época. Siempre me chocó el sonido tan especial del disco. Una “reverb” exagerada en la voz, el sonido de la batería super seco, casi cercano al de una ...

Los Ronaldos - Saca la lengua (1988, EMI)

      ¿Qué mejor excusa para escribir la entrada de hoy que Coque Malla da esta noche un concierto en el Wizink Center de Madrid celebrando el 40 aniversario de su carrera musical en el que sus ex compañeros de Los Ronaldos le acompañarán en el repertorio que rememore de aquella época? Pues es una fantástica excusa, pero yo tengo otra casi mejor para hablar de este disco: y es que el rock nos gusta y nos divierte. Nada mejor para escuchar rock and roll, yeah. Cuando empecé a escuchar música estaba influenciado por mi hermano mayor, que era un fanático del heavy metal anglófono y mi hermano Carlos, mucho más popero pero también con la mayoría de discos en inglés. Y por ello, yo no escuchaba música en español. Me sacaban 9 y 7 años por lo que iban mucho más avanzados y les seguía. Un ejemplo, en mis adoradas VHS’s con videoclips, apenas hay temas en español: directamente no se grababa si lo entendíamos. El caso es que todo empezó a cambiar allí por finales del 88 y ...