Ir al contenido principal

Porcupine tree - Fear of a blank planet (Roadrunner records - 2007)


Amigos del vinilo, cuando visitamos un país extranjero, mi hija busca tiendas de ropa en las que comprar alguna sudadera, camiseta o pantalón que cuando se ponga le recuerde el viaje. Mi esposa hace lo mismo pero con adornos de Navidad para colgar en el árbol sintético made in China que cada año monta con una ilusión de la que yo carezco. En mi caso, el apartado de recuerdos se basa principalmente en tomar cuantas más fotografías mejor y –si se tercia– la adquisición de algún vinilo. En esta ocasión –os hablo de mi visita a Dublín por Semana Santa– la idea era hacerme con Untouchable Glory, el último y aplastante álbum de los irlandeses Gama Bomb. Sin embargo, en ninguna tienda los encontré. Ni en el recomendable antro vinílico de Sound Cellar en Nassau Street, ni en Spindizzy Records –poco metal había ahí– de Georges Street Arcade... ni siquiera en Tower Records de Dawson Street. Nada. Quizás es por su origen norirlandés y en alguna ocasión se hayan pronunciado como unionistas o simplemente es que no tienen distribución en tiendas, lo ignoro, pero lo cierto es que no había ni rastro de la banda por todo Dublín. Así que me compré este disco que hoy os traigo y que igualmente tenía en la lista de posibles pedidos a Nuclear Blast. Al menos me he ahorrado los gastos de envío. 


Total, que tenemos aquí a los Porcupine tree. La verdad es que llegué muy tarde a conocer a la banda de Steven Wilson –de hecho, ya eran historia–, concretamente con su tema Arriving somewhere but not here. Y pese a que me gustó bastante lo que a partir de ese momento descubrí, estaba en una época en la que había dejado de comprar cedés y lo poco que gastaba en vinilos se iba para obras ochenteras que faltaban en mi colección. Sin embargo, hace unos años me encantó el Hand. Cannot. Erase. de Wilson en solitario y el gusanillo de poseer algo del árbol puercoespinero comenzó a rondarme. Y nada, por fin me he decidido y ya tengo en mi poder esta joya titulada Fear of a blank planet, noveno lanzamiento de la banda y primero para Roadrunner records (aunque la mía es una reedición de este año editada por Kscope, sello londinense especializado en rock progresivo). 


Con una unidad tanto temática como sónica patente, este Fear of the blank planet trata sobre las tendencias de comportamiento de nuestra sociedad, sobre todo por parte de los jóvenes y adolescentes, y de los peligros de la alienación social y la dependencia casi exclusiva de la tecnología e internet. Producido por Steven Wilson y la banda –el tipo es a la vez vocalista, pianista, teclista y guitarrista– y escrito entre Tel-Aviv y Londres, se grabó en diversos estudios entre los que destacan No man’s land –el propio estudio de Wilson en Hertfordshire–, los londinenses The Artillery o Mark Angelo studios y los Red room recorders de Florida. 


El line up se completó con Gavin Harrison a la batería, Richard Barbieri a los teclados y sintetizadores y Colin Edwin al bajo, además del aporte de John Wesley a los coros y de Dave Stewart con los arreglos y la orquestación que ejecutó la London session orchestra. A destacar la colaboración en un par de temas de los grandes Robert Fripp (King Crimson) y Alex Lifeson (Rush). 


Con portada de Lasse Hoile –a quien no tardaré en dedicar una entrada en mi blog–, el track list de esta edición en doble vinilo en formato gatefold queda de la siguiente manera: 

A 
Fear of a blank planet 
My ashes 

B 
Anesthesize 

C 
Sentimental 
Way out of here 

D 
Sleep together 

En cuanto al análisis, ya os he dicho que su sonido sigue una coherencia que provoca que no existan demasiadas diferencias a lo largo del álbum. Así pues, puedo deciros que Fear of a blank planet es muy hard prog, tipo Dream Theater por ejemplo y que My ashes es una melancólica canción de sonido setentero. La extensa Anesthesize –con solo de Lifeson– es complicada, con muchos cambios de ritmo y arreglos que la hacen transitar del intimismo al hard rock. Estupenda. Sentimental es triste e hipnótica y Way out of here es otro temazo –¿qué canción de este álbum no lo es?– con un inicio de sintetizadores que atrapa, ambientación sónica a cargo de Fripp, una voz que en momentos me recuerda mucho a David Gilmour y un final con presencia de guitarrazos pesados. El epílogo de esta obra imprescindible es otro intrincado pasaje musical que bien podría estar firmado por Trent Reznor, lleno de arreglos y con un ritmo pausado y machacón de bajo, batería y sintetizador. 


Lo dicho amigos, un álbum enorme que por fin ya se encuentra en mi colección de vinilos y que os recomiendo sin paliativos. 

¡Feliz viernes! 
@KingPiltrafilla







Comentarios

  1. Me gusta la temática del album, siempre los tengo pendientes sera por veces que me han hablado de ellos y del Steven Wilson, los he escuchado algunas veces y a Wilson solo, son sin duda la vanguardia del prog grupos de este tipo sin contar con las reliquias vivientes.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muy disfrutable, en efecto. Que no sólo de hard ochentero o thrash vive el King, jejeje.

      Eliminar
  2. A mí me sucede algo parecido, yo cuando realizo un viaje trato de llevar en el coche o Ipod un disco que nunca he oído antes y que creo tiene grandes posibilidades de que me guste; inevitablemente se convierte en la banda sonora del momento y de los recuerdos de tal o cual viaje o lugar.

    El de hoy nunca lo he oído, vamos a ello...

    Abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues ello, no te arrepentirás, aunque no es para escucharlos mientras se conduce sino bien concentrado en disfrutar de todas sus notas. Abrazo de vuelta Jake.

      Eliminar
  3. Qué sorpresa encontrar a Porcupine Tree en tu pluma, no conocía ese gusto. A mí me parece Wilson uno de los últimos grandes. Con Porcupine Tree ha desarrollado una discografía magistral, unos mejores que otros, y este es de mis favoritos. Y en solitario y en otros proyectos me da habitualmente una de cal y otra de arena. Pero lo dicho, un crack. Saludos y abrazos varios.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Tú lo has dicho, un crack. Y como todo genio, no puede acertar siempre, pero con este álbum lo petaron. Enorme. Abrazos amigo.

      Eliminar
  4. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  5. Sobre visitar esos templos vinílicos, a mi me pasa igual, aunque tengo que reconocer que rara vez pillo... Como casi siempre, ni idea de los mendas estos. Esta semana lo remedio. Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Espero que te gusten, la banda es muy buena pero es que además este disco es de lo mejorcito en su estilo. Un abrazo de vuelta.

      Eliminar

Publicar un comentario

Otros crímenes...

Power Trip - Nightmare Logic (2017)

  El disco de esta semana es uno de mis favoritos de los últimos años. No es un género que actualmente escuche demasiado pero sí que me gusta reescuchar los mejores trabajos que se han sacado en el mismo. Es por ello por lo que desde hace tiempo estaba pendiente de incorporar a mi colección. Power Trip no se anda con rodeos. Nightmare Logic es una descarga de thrash moderno con actitud hardcore, que toma las raíces del género y las machaca con rabia y contundencia. Ocho temas, poco más de media hora, y ni un momento de tregua.                                                   La fórmula es simple, pero funciona como un mazo: riffs afilados, ritmos implacables y una producción que potencia el golpe sin necesidad de embellecerlo. "Executioner's Tax (Swing of the Axe)" se ha convertido en un himno por méritos propios: groove pegajoso, mensaje directo y una ej...

Georgia Satellites - Georgia Satellites (Elektra, 1986)

  Este podría ser uno de los mejores discos debut de los ochenta si fuera de verdad un disco primerizo. Según como se mire, porque la historia que llevó al parto de esta joya que hoy nos ocupa tiene mucha miga. Remontémonos al inicio de 1983 cuando unos muchachos de Georgia consiguen grabar una maqueta de seis canciones en unos pequeños estudios de Atlanta con Jeff Glixman a los mandos. ¿Y por qué un productor tan afamado se fijó en estos desconocidos? Jeff era un tipo de Atlanta que gustaba de tomar cervezas en los garitos de la zona, allá donde hubiera actuaciones, y coincidió varias veces con “The Satellites” (que así se llamaban por entonces). Congeniaron y les hizo de celestina para aquella primera maqueta. Cuando las fechas para grabar un disco “de verdad” estaban a punto de llegar el verano siguiente, los muchachos partieron peras: adiós banda, adiós oportunidad.  Ya sabemos en este blog que la suerte aparece en el camino de muchos de nuestros músicos favoritos. Y en es...

Magnum - The eleventh hour (Jet Records, 1983)

Todas las bandas alcanzan en algún momento un “punto final”: si sobreviven a esa crisis el futuro del grupo está asegurado; de lo contrario, ¡adiós, amigos! En el caso de Magnum , este es el álbum que cambió la historia de la banda, el que pudo haber sido el final y se convirtió en la puerta al futuro.   Porque, cuando los muchachos estuvieron listos para grabar el que sería su cuarto disco de estudio, se encontraron con un “pequeño” contratiempo: la compañía (Jet Records) se negó a poner dinero para un productor o un estudio decente. Y, eso, teniendo en cuenta que su anterior Chase the dragon había alcanzado un decente puesto 17 en las listas de ventas británicas. Tony Clarkin se vio en la obligación de encargarse de la parte técnica por primera vez (en el futuro lo haría numerosas veces) y en unos estudios que, según sus palabras, “tenían un nivel tecnológico de 1930”. Bob Catley hizo de ayudante de producción y Dave Garland de ingeniero. "¡Vamos a hacer una tortilla de pat...

Grand Prix - Samurai (Chrysalis, 1983)

Si quieres cardarte las melenas, ajustarte los pantalones y trasladarte a un garito británico de principios de los ochenta, súbete a este Samurai, no solo por las canciones con un toque de pomposo AOR con guitarras heavies, también por la producción y la mezcla: esas baterías, esos coros, esos tecladitos. Y ten en cuenta que la masterización reciente (la que escuchas en redes y plataformas), ha limpiado un poco el efecto final. Love it or leave it, no hay otra. Y aquí, lo amamos. En Grand Prix se reunieron talentosos músicos jóvenes. En su primera versión, allá por 1980, contaban con Bernie Shaw a las voces, Michael O’Donoghue a las guitarras, Ralph Hood al bajo, Andy Beirne a las baterías y Phil Lanzon a los teclados. Todos se encargaban de cantar y hacer coros. Tras la edición de su primer largo, llamado como la propia banda, Shaw dejó el grupo y fue sustituido por Robin McAuley, quien grabaría los dos siguientes: There for none to lose (82) y este que hoy os traigo. La banda se sepa...

Carlos Santana - "Europa" (CBS, 1976)

Es imposible no identificar esta canción con solo escuchar las cinco primeras notas. A pesar de ser instrumental es tan conocida que cualquiera con un mínimo de cultura musical podría “ cantar ” y reconocer las notas iniciales ( tan-tan-na-na-na-nanananá-tanananá…. ). Y cualquiera con un mínimo de sensibilidad también notará cómo se le eriza el vello. Es una melodía que llega al alma, triste y melancólica, una guitarra que habla y llora, que nos cuenta una historia y, sin necesidad de palabras, solo con las notas de la guitarra es fácil de entender. Pero veamos qué hay detrás de ella. Vamos a desnudarla y a comprenderla.