Amigos del vinilo, cuando visitamos un país extranjero, mi hija busca tiendas de ropa en las que comprar alguna sudadera, camiseta o pantalón que cuando se ponga le recuerde el viaje. Mi esposa hace lo mismo pero con adornos de Navidad para colgar en el árbol sintético made in China que cada año monta con una ilusión de la que yo carezco. En mi caso, el apartado de recuerdos se basa principalmente en tomar cuantas más fotografías mejor y –si se tercia– la adquisición de algún vinilo. En esta ocasión –os hablo de mi visita a Dublín por Semana Santa– la idea era hacerme con Untouchable Glory, el último y aplastante álbum de los irlandeses Gama Bomb. Sin embargo, en ninguna tienda los encontré. Ni en el recomendable antro vinílico de Sound Cellar en Nassau Street, ni en Spindizzy Records –poco metal había ahí– de Georges Street Arcade... ni siquiera en Tower Records de Dawson Street. Nada. Quizás es por su origen norirlandés y en alguna ocasión se hayan pronunciado como unionistas o simplemente es que no tienen distribución en tiendas, lo ignoro, pero lo cierto es que no había ni rastro de la banda por todo Dublín. Así que me compré este disco que hoy os traigo y que igualmente tenía en la lista de posibles pedidos a Nuclear Blast. Al menos me he ahorrado los gastos de envío.
Total, que tenemos aquí a los Porcupine tree. La verdad es que llegué muy tarde a conocer a la banda de Steven Wilson –de hecho, ya eran historia–, concretamente con su tema Arriving somewhere but not here. Y pese a que me gustó bastante lo que a partir de ese momento descubrí, estaba en una época en la que había dejado de comprar cedés y lo poco que gastaba en vinilos se iba para obras ochenteras que faltaban en mi colección. Sin embargo, hace unos años me encantó el Hand. Cannot. Erase. de Wilson en solitario y el gusanillo de poseer algo del árbol puercoespinero comenzó a rondarme. Y nada, por fin me he decidido y ya tengo en mi poder esta joya titulada Fear of a blank planet, noveno lanzamiento de la banda y primero para Roadrunner records (aunque la mía es una reedición de este año editada por Kscope, sello londinense especializado en rock progresivo).
Con una unidad tanto temática como sónica patente, este Fear of the blank planet trata sobre las tendencias de comportamiento de nuestra sociedad, sobre todo por parte de los jóvenes y adolescentes, y de los peligros de la alienación social y la dependencia casi exclusiva de la tecnología e internet. Producido por Steven Wilson y la banda –el tipo es a la vez vocalista, pianista, teclista y guitarrista– y escrito entre Tel-Aviv y Londres, se grabó en diversos estudios entre los que destacan No man’s land –el propio estudio de Wilson en Hertfordshire–, los londinenses The Artillery o Mark Angelo studios y los Red room recorders de Florida.
A
Fear of a blank planet
My ashes
B
Anesthesize
C
Sentimental
Way out of here
D
Sleep together
En cuanto al análisis, ya os he dicho que su sonido sigue una coherencia que provoca que no existan demasiadas diferencias a lo largo del álbum. Así pues, puedo deciros que Fear of a blank planet es muy hard prog, tipo Dream Theater por ejemplo y que My ashes es una melancólica canción de sonido setentero. La extensa Anesthesize –con solo de Lifeson– es complicada, con muchos cambios de ritmo y arreglos que la hacen transitar del intimismo al hard rock. Estupenda. Sentimental es triste e hipnótica y Way out of here es otro temazo –¿qué canción de este álbum no lo es?– con un inicio de sintetizadores que atrapa, ambientación sónica a cargo de Fripp, una voz que en momentos me recuerda mucho a David Gilmour y un final con presencia de guitarrazos pesados. El epílogo de esta obra imprescindible es otro intrincado pasaje musical que bien podría estar firmado por Trent Reznor, lleno de arreglos y con un ritmo pausado y machacón de bajo, batería y sintetizador.
Lo dicho amigos, un álbum enorme que por fin ya se encuentra en mi colección de vinilos y que os recomiendo sin paliativos.
¡Feliz viernes!
@KingPiltrafilla
Me gusta la temática del album, siempre los tengo pendientes sera por veces que me han hablado de ellos y del Steven Wilson, los he escuchado algunas veces y a Wilson solo, son sin duda la vanguardia del prog grupos de este tipo sin contar con las reliquias vivientes.
ResponderEliminarMuy disfrutable, en efecto. Que no sólo de hard ochentero o thrash vive el King, jejeje.
EliminarA mí me sucede algo parecido, yo cuando realizo un viaje trato de llevar en el coche o Ipod un disco que nunca he oído antes y que creo tiene grandes posibilidades de que me guste; inevitablemente se convierte en la banda sonora del momento y de los recuerdos de tal o cual viaje o lugar.
ResponderEliminarEl de hoy nunca lo he oído, vamos a ello...
Abrazo
Pues ello, no te arrepentirás, aunque no es para escucharlos mientras se conduce sino bien concentrado en disfrutar de todas sus notas. Abrazo de vuelta Jake.
EliminarQué sorpresa encontrar a Porcupine Tree en tu pluma, no conocía ese gusto. A mí me parece Wilson uno de los últimos grandes. Con Porcupine Tree ha desarrollado una discografía magistral, unos mejores que otros, y este es de mis favoritos. Y en solitario y en otros proyectos me da habitualmente una de cal y otra de arena. Pero lo dicho, un crack. Saludos y abrazos varios.
ResponderEliminarTú lo has dicho, un crack. Y como todo genio, no puede acertar siempre, pero con este álbum lo petaron. Enorme. Abrazos amigo.
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ResponderEliminarSobre visitar esos templos vinílicos, a mi me pasa igual, aunque tengo que reconocer que rara vez pillo... Como casi siempre, ni idea de los mendas estos. Esta semana lo remedio. Un abrazo
ResponderEliminarEspero que te gusten, la banda es muy buena pero es que además este disco es de lo mejorcito en su estilo. Un abrazo de vuelta.
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