Ir al contenido principal

Rainbow – Straight between the eyes (1982)


Queridos amigos del vinilo, hoy esta entrada va a tener cierto regusto a consultorio sentimental de Elena Francis. Todos –quien más, quien menos- tuvimos en nuestra adolescencia desengaños amorosos que nos dejaron cicatrices en el alma. Muchos de vosotros los superasteis sin mayor problema –ese dicho de un clavo saca otro clavo-, pero a algunos nos gustaba recrearnos en la tristeza encontrando consuelo en el victimismo y en autoflagelarnos con tozudez. Y ese fue mi caso durante una temporada, cuando me dio por compadecerme de mi mismo escuchando una y otra vez Tearin’ out my heart de Rainbow, uno de los temas de este fabuloso Straight between the eyes del que os hablo hoy. Lo sé amigos, por muy extraordinaria que sea la obra musical de Blackmore y los suyos, es algo enfermizo hundirse en la miseria lloriqueando por un amor malogrado, peeeero... bueno, estamos hablando de la adolescencia y siempre será mejor eso que machacarse con Chimo Bayo. Total, que de todos los álbumes de Rainbow, si este no es el que más me marcó musicalmente, sí es el que sentimentalmente me dejó un recuerdo más profundo, por lo expuesto y porque es uno de los que formó parte –grabado en mi TDK de cromo de 90 minutos- de la banda sonora que me acompañó en mi viaje de fin de curso –ese COU del 85, amigos- a París. 


Editado por Polydor en 1982, Straight between the eyes fue el sexto álbum de estudio de Rainbow y el segundo elepé de la trilogía producida por Roger Glover con Joe Lynn Turner a las voces, un cantante de New Jersey que reemplazó al británico Graham Bonnet en la transición entre la primera época de la banda con Ronnie James Dio al frente y esta –que sería la última-, con un sonido más americanizado. El grupo lo formaban Ritchie Blackmore a la guitarra, los mencionados Glover y Turner al bajo y la voz respectivamente, Bobby Rondinelli a la batería y David Rosenthal a los teclados, y el track list era el siguiente: 

A 
Death alley driver 
Stone cold 
Bring on the night (Dream chaser) 
Tite squeeze 
Tearin’ our my heart 

B 
Power 
MISS Mistreated 
Rock fever 
Eyes of fire 

Para terminar el repaso, deciros que la fantástica portada fue obra del ilustrador Jeff Cummins con diseño –una vez más- de Hipgnosis sobre una idea original de Ritchie Blackmore y que el álbum fue grabado digitalmente en el canadiense Le Studio, en la turística localidad quebequesa de Morin Heights. 


Y para poner fin a la entrada –como siempre- os adjunto una selección de los –en mi opinión- mejores temas de la obra, Death alley driver en un clip que nunca antes había visto y en el que Blackmore tiene una pinta de enterrador que encajaría más en un vídeo de King Diamond -¡hala!, ya sabemos de dónde sacaron Judas Priest la inspiración para Freewheel Burning-, el baladón Stone cold, la no menos emocionante MISS Mistreated, esa Eyes of fire con sonido típico Rainbow y –cómo no- mi fetiche sensiblero, la emocionante Tearin’ out my heart

Feliz viernes! 

@KingPiltrafilla






Comentarios

  1. Me encanta Rainbow, no puedo más que aplaudir esta entrada. Y eso que este no es de mis favoritos, pero ¡estamos hablando de Blackmore, Glover y Turner! Larejostia, vaya.

    ResponderEliminar
  2. Tampoco es de mis favoritos de Rainbow, pero es Rainbow! Y ese Stone Cold es un baladón mítico!

    ResponderEliminar
  3. ¿Le parecerá bonito ir a Paris escuchando a estos melenudos de Rainbow en lugar de a Jacques Brel? Gran disco y portada, con el detallito del arco iris junto al ojo izquierdo del menda.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Otros crímenes...

Power Trip - Nightmare Logic (2017)

  El disco de esta semana es uno de mis favoritos de los últimos años. No es un género que actualmente escuche demasiado pero sí que me gusta reescuchar los mejores trabajos que se han sacado en el mismo. Es por ello por lo que desde hace tiempo estaba pendiente de incorporar a mi colección. Power Trip no se anda con rodeos. Nightmare Logic es una descarga de thrash moderno con actitud hardcore, que toma las raíces del género y las machaca con rabia y contundencia. Ocho temas, poco más de media hora, y ni un momento de tregua.                                                   La fórmula es simple, pero funciona como un mazo: riffs afilados, ritmos implacables y una producción que potencia el golpe sin necesidad de embellecerlo. "Executioner's Tax (Swing of the Axe)" se ha convertido en un himno por méritos propios: groove pegajoso, mensaje directo y una ej...

Georgia Satellites - Georgia Satellites (Elektra, 1986)

  Este podría ser uno de los mejores discos debut de los ochenta si fuera de verdad un disco primerizo. Según como se mire, porque la historia que llevó al parto de esta joya que hoy nos ocupa tiene mucha miga. Remontémonos al inicio de 1983 cuando unos muchachos de Georgia consiguen grabar una maqueta de seis canciones en unos pequeños estudios de Atlanta con Jeff Glixman a los mandos. ¿Y por qué un productor tan afamado se fijó en estos desconocidos? Jeff era un tipo de Atlanta que gustaba de tomar cervezas en los garitos de la zona, allá donde hubiera actuaciones, y coincidió varias veces con “The Satellites” (que así se llamaban por entonces). Congeniaron y les hizo de celestina para aquella primera maqueta. Cuando las fechas para grabar un disco “de verdad” estaban a punto de llegar el verano siguiente, los muchachos partieron peras: adiós banda, adiós oportunidad.  Ya sabemos en este blog que la suerte aparece en el camino de muchos de nuestros músicos favoritos. Y en es...

Magnum - The eleventh hour (Jet Records, 1983)

Todas las bandas alcanzan en algún momento un “punto final”: si sobreviven a esa crisis el futuro del grupo está asegurado; de lo contrario, ¡adiós, amigos! En el caso de Magnum , este es el álbum que cambió la historia de la banda, el que pudo haber sido el final y se convirtió en la puerta al futuro.   Porque, cuando los muchachos estuvieron listos para grabar el que sería su cuarto disco de estudio, se encontraron con un “pequeño” contratiempo: la compañía (Jet Records) se negó a poner dinero para un productor o un estudio decente. Y, eso, teniendo en cuenta que su anterior Chase the dragon había alcanzado un decente puesto 17 en las listas de ventas británicas. Tony Clarkin se vio en la obligación de encargarse de la parte técnica por primera vez (en el futuro lo haría numerosas veces) y en unos estudios que, según sus palabras, “tenían un nivel tecnológico de 1930”. Bob Catley hizo de ayudante de producción y Dave Garland de ingeniero. "¡Vamos a hacer una tortilla de pat...

Grand Prix - Samurai (Chrysalis, 1983)

Si quieres cardarte las melenas, ajustarte los pantalones y trasladarte a un garito británico de principios de los ochenta, súbete a este Samurai, no solo por las canciones con un toque de pomposo AOR con guitarras heavies, también por la producción y la mezcla: esas baterías, esos coros, esos tecladitos. Y ten en cuenta que la masterización reciente (la que escuchas en redes y plataformas), ha limpiado un poco el efecto final. Love it or leave it, no hay otra. Y aquí, lo amamos. En Grand Prix se reunieron talentosos músicos jóvenes. En su primera versión, allá por 1980, contaban con Bernie Shaw a las voces, Michael O’Donoghue a las guitarras, Ralph Hood al bajo, Andy Beirne a las baterías y Phil Lanzon a los teclados. Todos se encargaban de cantar y hacer coros. Tras la edición de su primer largo, llamado como la propia banda, Shaw dejó el grupo y fue sustituido por Robin McAuley, quien grabaría los dos siguientes: There for none to lose (82) y este que hoy os traigo. La banda se sepa...

Carlos Santana - "Europa" (CBS, 1976)

Es imposible no identificar esta canción con solo escuchar las cinco primeras notas. A pesar de ser instrumental es tan conocida que cualquiera con un mínimo de cultura musical podría “ cantar ” y reconocer las notas iniciales ( tan-tan-na-na-na-nanananá-tanananá…. ). Y cualquiera con un mínimo de sensibilidad también notará cómo se le eriza el vello. Es una melodía que llega al alma, triste y melancólica, una guitarra que habla y llora, que nos cuenta una historia y, sin necesidad de palabras, solo con las notas de la guitarra es fácil de entender. Pero veamos qué hay detrás de ella. Vamos a desnudarla y a comprenderla.