La dictadura de Pinochet comenzaba a quedar atrás y la democracia vigilada entraba en vigencia. Los Prisioneros y luego de un quiebre que significó la salida de Claudio Narea, presentaban una nueva imagen, un nuevo sonido y un álbum que se convertiría en esencial del cancionero chileno. 'Corazones', el cuarto disco de estudio del trío de San Miguel se alejaba del punk rock y las letras sociales para sumergirse en tierras favoritas de Jorge González. La tardía new wave y algunos visos electrónicos, abrazaban una obra dedicada al amor, al desamor y profundamente, al odio emanado de aquellas experiencias límites.
Corazones creó himnos y canciones que configuraron un nuevo panorama musical que tocó a nacientes bandas como La Ley o Lucybel y que explotarían sólo uno o dos años más adelante. 'Tren al sur' abre el disco y es una oda a la infancia, a la nostalgia a un país en sepia que había quedado atrás. 'Amiga Mía'; una desgarradora confesión que con el tiempo explicaría la salida de Narea de la banda y los conflictos puertas adentros, aquellos que ni el tiempo ha podido solucionar.
'Corazones Rojos' se transformó en un himno al machismo de nuestra sociedad, relatado de un modo único que tardó en ser digerido, pero que era una protesta propia de una sociedad dominada por el hombre. Características propias de las canciones de Jorge González, que pese al paso del tiempo, siguen más presente que antes. Del machismo no hemos salido mucho y de la educación en Chile (Pateando Piedras 1986) todavía están las generaciones que terminan el colegio para sentarse en la vereda del camino.
Corazones fue grabado en EEUU. Todos los instrumentos y las voces fueron hechas por González. De alguna manera fue el primer disco solista del líder de Los Prisioneros, quién tuvo la producción del argentino Gustavo Santaolalla, quien supo entregar su sello con un charango que también es perceptible con Divididos que por ese tiempo estaban inmesrsos en la 'Era de la Boludez'.
Sin querer ser un clásico, lo fue y lo es. Corazones de Los Prisioneros está entre los diez mejores álbumes de la historia del rock chileno (según la desprestigiada edición chilena de Rolling Stone, justamente extinta). Sus letras quedaron marcadas a fuego en la vida de un triángulo amoroso que disfrazó su tormento bajo el nombre de un disco y de la mano de la gran banda del rock chileno. El rock de trinchera y de combate tenía su corazón sensible y que estalló con una herida mortal cuando la alegría llegaba a nuestro país.
Los Prisioneros - Tren al Sur
Los Prisioneros - Estrechez de Corazón
Los Prisioneros - Corazones Rojos
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