Ir al contenido principal

Tangerine Flavour - No Hard Feelings (Larvin Music, 2019)


"When the moon began to tell their stories, we both knew they were not true"
Aunque la letra de una de las joyas del disco, Ballerina, contemple la falsedad de ciertas historias bajo la luz de la luna, la historia de los Tangerine Flavour rebosa autenticidad por todos los acordes. Alrededor de un lustro como banda a sus espaldas mediante, en este tiempo han grabado un EP homónimo y el No Hard Feelings: un LP responsable de estas líneas, muchas noches de Moloko y de que la discográfica Larvin Music les echara el ojo para reeditarlo hace unos pocos meses (el disco salió en abril del pasado año), en la quintaesencia de los formatos habidos y por haber de la historia de la música.
Sería un error intentar relacionar una única etiqueta con la música que hace esta banda, cuyo núcleo duro se compone de Fernando Lima al bajo y Pablo Martín y Miguel Polonio a las guitarras. Lo suyo es una paleta donde caben estilos desde el pop luminoso de South American Style (fa fa fa fa incluido, ¿posible guiño a los Kinks?) pasando por los medios tiempos intimistas como It Ain't Over Yet. La cosa no acaba ahí, porque Tom Petty sobrevuela en canciones como la que abre el discazo: Followin' The Path Of The Sun, con esas guitarras cuyos acordes navegan por el mismo río que los de temas como el All The Wrong Reasons. Hablando de ríos, Red River constituye otro ejemplo perfecto de eclecticismo musical donde los únicos límites son el primer y último surco que marcan los casi 180 segundos del tema.
Los riffs adictivos también caben en el disco, como bien reivindica Love Hurts Me Again, una de esas canciones concebidas para declarar la guerra a la afonía, idónea para reventar cualquier sala que pisen y pongan patas arriba, como hicieron el pasado viernes con la Sol. Pero si hay una canción para volar cabezas y romper esquemas de cualquier índole, esa es la encargada de cerrar el LP: Time Is Runnin' Over, que puede concebirse como un excelente punto de partida para el futuro cercano de los Tangerine en forma de novedades musicales. Hasta entonces, este disco supone un delicioso oasis donde quedarse a vivir un buen rato para cualquier persona sedienta de música sin etiquetas ni complejos.

Comentarios

  1. Llamadme loco, pero en ese Ballerina oigo bastante a Pink Floyd.

    ResponderEliminar
  2. No es ninguna locura lo que dices, en efecto el aroma a los Pink Floyd de Animals sobrevuela por ahí. En cualquier caso, es una canción tremenda

    ResponderEliminar
  3. Me ha dado curiosidad. Allá que voy a darles un par de escuchas.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. No te arrepentirás. Hay futuro en la música, solo hay que buscarlo. Saludos!

      Eliminar

Publicar un comentario

Otros crímenes...

Power Trip - Nightmare Logic (2017)

  El disco de esta semana es uno de mis favoritos de los últimos años. No es un género que actualmente escuche demasiado pero sí que me gusta reescuchar los mejores trabajos que se han sacado en el mismo. Es por ello por lo que desde hace tiempo estaba pendiente de incorporar a mi colección. Power Trip no se anda con rodeos. Nightmare Logic es una descarga de thrash moderno con actitud hardcore, que toma las raíces del género y las machaca con rabia y contundencia. Ocho temas, poco más de media hora, y ni un momento de tregua.                                                   La fórmula es simple, pero funciona como un mazo: riffs afilados, ritmos implacables y una producción que potencia el golpe sin necesidad de embellecerlo. "Executioner's Tax (Swing of the Axe)" se ha convertido en un himno por méritos propios: groove pegajoso, mensaje directo y una ej...

Georgia Satellites - Georgia Satellites (Elektra, 1986)

  Este podría ser uno de los mejores discos debut de los ochenta si fuera de verdad un disco primerizo. Según como se mire, porque la historia que llevó al parto de esta joya que hoy nos ocupa tiene mucha miga. Remontémonos al inicio de 1983 cuando unos muchachos de Georgia consiguen grabar una maqueta de seis canciones en unos pequeños estudios de Atlanta con Jeff Glixman a los mandos. ¿Y por qué un productor tan afamado se fijó en estos desconocidos? Jeff era un tipo de Atlanta que gustaba de tomar cervezas en los garitos de la zona, allá donde hubiera actuaciones, y coincidió varias veces con “The Satellites” (que así se llamaban por entonces). Congeniaron y les hizo de celestina para aquella primera maqueta. Cuando las fechas para grabar un disco “de verdad” estaban a punto de llegar el verano siguiente, los muchachos partieron peras: adiós banda, adiós oportunidad.  Ya sabemos en este blog que la suerte aparece en el camino de muchos de nuestros músicos favoritos. Y en es...

Magnum - The eleventh hour (Jet Records, 1983)

Todas las bandas alcanzan en algún momento un “punto final”: si sobreviven a esa crisis el futuro del grupo está asegurado; de lo contrario, ¡adiós, amigos! En el caso de Magnum , este es el álbum que cambió la historia de la banda, el que pudo haber sido el final y se convirtió en la puerta al futuro.   Porque, cuando los muchachos estuvieron listos para grabar el que sería su cuarto disco de estudio, se encontraron con un “pequeño” contratiempo: la compañía (Jet Records) se negó a poner dinero para un productor o un estudio decente. Y, eso, teniendo en cuenta que su anterior Chase the dragon había alcanzado un decente puesto 17 en las listas de ventas británicas. Tony Clarkin se vio en la obligación de encargarse de la parte técnica por primera vez (en el futuro lo haría numerosas veces) y en unos estudios que, según sus palabras, “tenían un nivel tecnológico de 1930”. Bob Catley hizo de ayudante de producción y Dave Garland de ingeniero. "¡Vamos a hacer una tortilla de pat...

Grand Prix - Samurai (Chrysalis, 1983)

Si quieres cardarte las melenas, ajustarte los pantalones y trasladarte a un garito británico de principios de los ochenta, súbete a este Samurai, no solo por las canciones con un toque de pomposo AOR con guitarras heavies, también por la producción y la mezcla: esas baterías, esos coros, esos tecladitos. Y ten en cuenta que la masterización reciente (la que escuchas en redes y plataformas), ha limpiado un poco el efecto final. Love it or leave it, no hay otra. Y aquí, lo amamos. En Grand Prix se reunieron talentosos músicos jóvenes. En su primera versión, allá por 1980, contaban con Bernie Shaw a las voces, Michael O’Donoghue a las guitarras, Ralph Hood al bajo, Andy Beirne a las baterías y Phil Lanzon a los teclados. Todos se encargaban de cantar y hacer coros. Tras la edición de su primer largo, llamado como la propia banda, Shaw dejó el grupo y fue sustituido por Robin McAuley, quien grabaría los dos siguientes: There for none to lose (82) y este que hoy os traigo. La banda se sepa...

Carlos Santana - "Europa" (CBS, 1976)

Es imposible no identificar esta canción con solo escuchar las cinco primeras notas. A pesar de ser instrumental es tan conocida que cualquiera con un mínimo de cultura musical podría “ cantar ” y reconocer las notas iniciales ( tan-tan-na-na-na-nanananá-tanananá…. ). Y cualquiera con un mínimo de sensibilidad también notará cómo se le eriza el vello. Es una melodía que llega al alma, triste y melancólica, una guitarra que habla y llora, que nos cuenta una historia y, sin necesidad de palabras, solo con las notas de la guitarra es fácil de entender. Pero veamos qué hay detrás de ella. Vamos a desnudarla y a comprenderla.