Ir al contenido principal

Faith no more – Album of the year (Music on vinyl – 2013)


Amigos, a los Faith no more los conocí con el fabuloso The real thing –de hecho, lo reseñé aquí mismo– y me convertí en fan con el no menos imprescindible Angel dust, que en mi opinión fue el cénit de su carrera. El irregular pero muy enérgico King for a day me gustó también mucho, aunque supuso un cambio de estilo en el sonido de la banda. Sin embargo, las críticas que leí de este Album of the year me echaron atrás a la hora de hacerme con el disco. Original de 1997, todo indicaba que estábamos ante los últimos coletazos de un grupo tocado de muerte a causa de diversos aspectos. Hartazgo, aburrimiento, mala relación entre los componentes... no sé la razón, quizás fue un poco de todo ello, pero –aunque no hicieron declaraciones en ese sentido– tenía la pinta de ser una obra de despedida. Mike Bordin pasó por la banda de Ozzy Osbourne, Billy Gould estuvo en Brujería, el hiperactivo Mike Patton siguió en Mr. Bungle y creando bandas como Tomahawk o Fantômas... Por eso, viendo que nada indicaba que volviesen a reunirse, aproveché la reedición en vinilo de Album of the year para hacerme con él. Lo mío no es la clarividencia, dos años más tarde editaron Sol invictus
 
En fin, que tengo entre manos un vinilo que -evidentemente– no es mi favorito del grupo, pero resulta bastante salvable. El line up era el habitual formado por Patton a las voces, Gould al bajo, Roddy Bottum a los teclados, Bordin a la batería y la contribución por primera vez de Jon Hudson a la guitarra. El ábum se grabó entre los Brilliant studios y los Razor’s edge recording studios con el suizo Roli Mosimann en la producción junto a Gould, actuando como verdadero motor y pegamento del grupo. 
 

Como dato peculiar,  deciros que la carátula –cuyo diseño final fue de Katherine Delaney– fue una idea de la banda, unos enamorados de la República Checa. El protagonista de la foto de la portada es Tomas Garrigue Masaryk, considerado el fundador de la república de Checoeslovaquia. Billy Gould contó que en esa época había pasado mucho tiempo en Praga y había encontrado revistas antiguas del funeral del político por lo que se le ocurrió hacer una analogía entre el hundimiento del país tras la muerte de Masaryk y la situación que la propia banda estaba sufriendo, convirtiendo a Album of the year en el retrato de una idea que moría y que debía reunir en torno a él a sus fans por última vez. Al menos –como ya he dicho antes– hasta 2015. 
 
El track list era: 
 
A 
Collision 
Stripsearch 
Last cup of sorrow 
Naked in front of the computer 
Helpless 
Mouth to mouth 
 
B 
Ashes to ashes 
She loves me not 
Got that feeling 
Paths of glory 
Home sick home 
Pristina 
 

El disco comienza con Collision, con esos teclados y ese bajo muy de los Faith pero que acaba recordando más algo en la línea de Mr. Bungle, más que nada por ser un tema escrito por el experimental Patton. Después de la tormenta viene la calma con Stripsearch, un tema delicado con protagonismo de teclados muy recomendable, igual que Last cup of sorrow, con el bajo de Gould como protagonista y ecos al sonido de Angel dust. Con un ritmo más sincopado que enlaza esta vez con la época de King for a day encontramos Naked in front of the computer, un tema –en mi opinión– menor y de relleno aunque resultón. Con Helpless regresa el tono intimista, dando como resultado otro de los buenos momentos del disco. Y para terminar la cara, en Mouth to mouth los FNM nos traen –salvando las distancias– recuerdos de tiempos pasados y mejores, aunque sin brillo, algo así como una copia deslucida de lo que fueron. 
 

Todo lo contrario ocurre en Ashes to ashes –mi preferida del álbum– en la que, no es casualidad que aparezca Bottum como co-compositor e incluso Jon Hudson consigue que –casi– olvidemos al bueno de Jim Martin. Un temazo y una inmejorable manera de iniciar la cara B. Le sigue She loves me not, una canción agradable con toques soul y bastante inclasificable. La experimentación made in Patton llega de nuevo, esta vez con Got that feeling, otro tema que evoca los sonidos del vocalista en sus bandas alternativas y que para mi es otro ejemplo de relleno. Con Paths of glory, nos ofrecen otro tema de hechuras clásicas en cuanto al sonido del grupo –caramba, otra vez Bottum entre los compositores–, pero sin la energía o la emoción de antaño. Home sick home es otro anodino tema de Patton y el álbum finaliza con Pristina, cuyo sonido me recuerda a los estertores de una gran bestia, una especie de analogía de lo que este disco parecía suponer, la agonía de una banda enorme que llegaba al fin de su existencia. 
 





Por desgracia Bottum, al igual que en su anterior trabajo, tiene una presencia apenas testimonial en la composición, lo que lastra el resultado final porque está demostrado que su aportación en la época dorada de la banda era primordial. En definitiva, un disco que fue complicado de grabar en un momento en que todos los componentes eran conscientes de lo que estaba ocurriendo y que –pese a tener calidad– no es un digno legado de lo que fueron Faith no more en los 90. 
 
Como he dicho antes, en 2015 editaron un nuevo trabajo... pero tampoco les hizo justicia. Aún así, Faith no more merecen ser recordados y escuchados a menudo. 
 
¡Feliz viernes! 
@KingPiltrafilla

Comentarios

  1. Bandaza, sin duda. Interesante historia la de la portada y cómo relacionaron ambos conceptos A mí este disco me parece algo mejor que el anterior, pero, igual que tú, pienso que ambos quedaron un poco por debajo de "Angel dust" y "The real thing". Ninguno en vinilo. Tendré que ponerle remedio. Buenísima entrada. Un abrazo y disfruta del resto del fin de semana.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Abrazo de vuelta. Aquí entre el calor húmedo y el aire acondicionado, sobrellevando la vida con mucha música. Gracias por leer y comentar.

      Eliminar
  2. Esto del metal alternativo me pilló ya mayor... Empecé a apreciarlo años después y me ando poniendo al día. Conozco el "Angel Dust" y temas sueltos de FnM y poco más de ellos. Hoy les pego una escucha. Buena entrada man, como siempre. Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Yo te recomiendo The real thing y Angel dust como sus imprescindibles. Este no les hace justicia. Saludos y que la semana sea leve.

      Eliminar
  3. Brillante entrada, voy a darles cera.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias. Eso sí, cualquiera de los que le precedieron está en mi opinión por encima de este. Olía a muerto demasiado.

      Eliminar
  4. Debo reconocer sin complejos que me quedé en el King for a day (a pesar de que no me desagrada nada de nada). De hecho, en CD tengo el Angel y el King. Como este no recuerdo haberlo escuchado (o sí, porque lo tengo en mi disco duro de MP3 por lo que veo), procedo a ello. Magnifica entrada, como siempre.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias Dani. Vaya, otro grupo en el que coinciden nuestros gustos.

      Eliminar

Publicar un comentario

Otros crímenes...

Paice Ashton Lord - Malice in Wonderland (Polydor, 1977)

Esto no estaba previsto. Este disco no estaba en la lista de títulos para reseñar en #FFVinilo. Pero es que el fin de semana pasado por fin pude hacerme con él, y tenía ganas de compartirlo. Los que leéis esto ya conocéis esa sensación de ir pasando discos y encontrar de repente esa portada que tienes en la cabeza desde hace tiempo. Qué sensación. Se que vosotros me entendéis, así que no encuentro mejor foro para compartir ese momento que este blog, lleno de melómanos “vinileros”. Lo curioso es que no solo encontré una, sino dos copias, una francesa (“gatefold”) y una inglesa (sencilla). Con buen criterio, me quedé con la inglesa. Y claro, eso se nota en el sonido. ¡Como suena esta maravilla! Si os gustan esas producciones típicas de los 70 con mucha profundidad y dinámica lo vais a disfrutar (nada que ver con las producciones actuales, cada vez más “planas”). A la producción, la leyenda, Martin Birch (Deep Purple, Whitesnake, Black Sabbath, Iron Maiden, …). ¿De dónde sale este grupo?

Scorpions – Love at first sting (Harvest-EMI, 1984)

Y si hace unas semanas os hablé aquí del inmenso 1984 de Van Halen , hoy toca comentar el no menos imprescindible Love at first sting de los alemanes Scorpions , otro que este año también celebra su 40º aniversario. La banda venía de una gira internacional presentando Blackout , el pedazo de disco que finalmente los había puesto en el mapa –yo mismo los descubrí gracias a él, os lo conté aquí – y tenían la misión de superarse, algo nada fácil no sólo en el aspecto creativo. Una de las razones era la mala relación entre el bajista Francis Buchholz y Dieter Dierks , dueño de su compañía de discos y productor del grupo desde 1975. Por eso, cuando la banda –que empezaba a tener dinerito del bueno– pidió grabar el nuevo álbum en un estudio que no fuese el del productor, Dierks se los llevó a los Polar studios de Estocolmo –exacto, los de Björn y Benny de ABBA – pero dejó en Hannover al bajista, contratando como músico d

Boikot - Los ojos de la calle (Discos Barrabás, 1990)

  Hay música que corresponde a un momento concreto de nuestra vida y que, por edad usualmente, por cuestiones personales a veces, queda ahí anclada, como un bonito recuerdo. Música a la que no suelo volver casi nunca. Y ese caso lo representa perfectamente el debut de Boikot. En el devenir de la cultura rock madrileña se conformó, en la segunda mitad de los ochenta, un grupo de bandas jóvenes con unas sonoridades muy particulares, emparejadas con eso del rock urbano, pero tintado de una manera particular en la que escuchábamos las raíces de Leño o Burning junto con ramalazos unas veces punk, otras más metaleras, otras más seventies, incluso algo de blues. Ahí puedes meter a Esturión, Casablanca, Porretas o los mismos Boikot.  En medio de ese “fregao” musical cobró protagonismo Mariano García, polémico personaje, especialmente en sus últimos años. Generó negocio, oportunidades y ayudó a crear y mantener “la escena” madrileña a través de varias salas (Canciller, Barrabás), su labor promo

Carlos Santana - "Europa" (CBS, 1976)

Es imposible no identificar esta canción con solo escuchar las cinco primeras notas. A pesar de ser instrumental es tan conocida que cualquiera con un mínimo de cultura musical podría “ cantar ” y reconocer las notas iniciales ( tan-tan-na-na-na-nanananá-tanananá…. ). Y cualquiera con un mínimo de sensibilidad también notará cómo se le eriza el vello. Es una melodía que llega al alma, triste y melancólica, una guitarra que habla y llora, que nos cuenta una historia y, sin necesidad de palabras, solo con las notas de la guitarra es fácil de entender. Pero veamos qué hay detrás de ella. Vamos a desnudarla y a comprenderla.

Creedence Clearwater Revival - "Green River" (1969)

  Las canciones, conscientes de su pegada y su carácter de inmediatez, se liberan de artificios y apéndices instrumentales.... Por Jorge García . Pocas bandas a lo largo de la historia han conseguido hacer tanto y tan bueno en menos tiempo que el que emplearon los cuatro componentes de la  Creedence Clearwater Revival . Aunque de los tres años que la formación empleó en grabar discos (con John Fogerty al frente), 1969 fue el que se llevó la palma con tres álbumes publicados en menos de doce meses. Y para más inri, podemos afirmar que al menos hasta el tercer catálogo publicado por el grupo, el nivel fue a más, alcanzando con su tercera entrega,  "Green River",  su mejor trabajo hasta aquél momento. Precisamente de esta tercera intentona discográfica vamos a hablar hoy. Un disco en el que el menor de los Fogerty alcanza un status como compositor y líder ciertamente demoledor, tomando el mando de la situación y construyendo un disco de apenas media hora de duración pero con tod