Me he estado haciendo el remolón muchos viernes. Quizás por vaguería. O por presión. Sí, resulta que el amigo Manu me recordó hace poco el número de entradas que he publicado en este blog. Y, haciendo cuentas, esta que estoy escribiendo es la número 100. Me encabezoné en que debía ser algo especial y no conseguía decidirme. Bueno, también era la excusa ideal que mi vaguería esgrimía para no ponerse al tajo. Bien, ante esta indecisión vino la parca a ayudarme: esta semana, concretamente el lunes 3 de noviembre, se llevó al legendario músico y productor estadounidense, Quincy Jones . A la tierna edad de 92 años, por cierto. Y con este uso de su guadaña, la señora de negro vino a decirme que espabilara y que ya decídía ella por mí. Así que, aquí me tenéis comentando una de las canciones pop más universales. Y eso no es nada fácil porque todo lo que escriba ya ha sido escrito antes y mejor por mucha gente. Por lo que me voy a ceñir a la historia de cómo se parió este himno inmortal d