Ir al contenido principal

Belinda Carlisle – Runaway Horses (1989, Virgin Records)

 



 



A pesar de lo pop que suena en sus discos, la voz fuerte de Belinda es la que me hizo adicto a sus primeros trabajos, de finales de 80 y primeros de los 90. No sé, debilidad por este timbre de voz: Cher, Bonnie Tyler, Alannah Myles, Melissa Etheridge

Como todos sabéis y si no os lo cuento ahora, Belinda comenzó a circular por la carretera del estrellato con su grupo de new wave, The Go-Go’s, primera banda íntegramente femenina que tocaban y componían sus temas, que llegó al número uno en USA. Aquello fue entre 1978 y 1985. Antes había sido la batera de otro grupeto punk llamado The Germs. Simultáneamente por aquellas épocas conducía por la autovía del alcohol y las drogas. Ella mismo reconoció en más de una ocasión que fue un milagro que su adicción a la cocaína no hubiese terminado con su nariz y sus huesos en la cárcel por haber atropellado a alguien con su coche. Cuando se embarcó en su carrera en solitario una de las cosas que siempre decían los locutores musicales era, precisamente, que había luchado y conseguido salir del mundo de las drogas…parece ser que durante 30 años coqueteó siempre con ellas, según escribió en su autobiografía “Lips Unsealed”.

Tras el éxito mundial en el 87 de su anterior larga duración, Heavens On Earth, que quizás traiga por aquí algún día si no lo hace antes la compañera del blog @seisCuerdass, en 1989 vio la luz este Runaway Horses, su tercer disco. Quizás un poco más maduro buscando colaboraciones de muchos kilates, como las de George Harrison y Bryan Adams.

La producción, como en el anterior, corrió a cargo de Rick Nowels del que ya os hablé aquí en la entrada dedicada a Then Jerico: entre sus producidos, Joan Jett, Stevie Nicks, Celine Dion, Madonna, Texas, Sia, Lana del Rey… Pero mejor vamos tema por tema.


 

Se abre con “Leave a light on”. Lo mejor de la canción, el solo de slide guitar de Harrison. Curioso porque el ex Beatles no se prodigaba en exceso en colaboraciones en discos de otros artistas. Es más, en aquella época, George había vuelto a la cima con su disco Cloud Nine y, más recientemente, con el pelotazo de The Traveling Wilburys, que os conté en mi última colaboración. Al parecer, el productor Nowels estaba como loco intentando “meter” en el disco un nombre de relumbrón. Resulta que el marido, por aquel entonces, de Carlisle, Morgan Mason (hijo del actor James Mason, que llegó a ser jefe de protocolo de Ronald Reagan y socio del promotor de boxeo Don King) conocía alguien muy cercano a Harrison. Eso, junto que Olivia, la mujer de George, adoraba la voz de Belinda, produjo la conjunción de astros necesaria para consumarse la doble colaboración en este LP. En una entrevista en 1992 en Guitar World, George dijo que su mejor solo de slide lo había hecho en este disco. Se supone que se refiere a esta canción: “Toqué en uno de sus álbumes. Uno de los solos de slide tenía su propia pequeña melodía que se relacionaba con la melodía que cantaba Belinda, pero también es una pequeña composición por derecho propio, con lo que estoy muy contento de él. Al parecer, le mandaron las cintas y George hizo su solo, lo mandó de vuelta a California y todo el mundo contento. El tema fue compuesto por Nowels y Ellen Shipley que también puso los coros, junto a Maria Vidal (luego volveremos a ella). Un pop muy de los 80 que gana mucho con ese solo de guitarra de Harrison.


 

Seguimos con “Runaway horses”, también compuesta por la dupla Nowels-Shipley. Como curiosidad, la colaboración del percusionista cubano-americano de dilatada carrera, Luis Conte, acreditado en la “native american drums and percussion”, sea lo que sea eso. También colabora en la siguiente canción, “Vision of you”, una romántica balada.

 


Cuarto tema, “Summer rain”, en este caso compuesta por Robbie Seindman y Maria Vidal, también presente en los coros como en casi todo el disco. María Vidal, la Gina del “Livin’ in a prayer” de Bon Jovi. Sí, resulta que Maria Vidal se trataba con Desmond Child a finales de los 70 y era parte de su grupo Desmond Child & Rouge, y fueron pareja algún tiempo. Debido a su parecido con Gina Lollobrigida, el cachondo de Desmond gustaba de llamarla Gina. Y sirvió a Child de inspiración para el mundialmente conocido “Gina works the diner all day working for her man/
She brings home her pay, for love, for love
”. Quizás todo esto sean sólo rumores inventados pero la historia mola, ¿o no?

 


Para cerrar la primera cara, un tema con inspiración latina, incluso en su título, “La Luna”, uno de los singles extraídos del disco, con un sensual video promocional, dirigido por uno de los grandes, del que también hablé en la reseña de Then Jerico y que despertó la curiosidad del compa @RockologiaTwit, Andy Moragan (responsable de clips antológicos como el “Last Christmas”de Wham!, “West End Girls” de Pet Shop Boys, “Shot in the dark” de Ozzy Osbourne, “I want your sex” y “Faith” de George Michael, “Woman in chains” de Tears for Fears, “Don´t Cry” y “November rain” de Guns N' Roses y un largo etcétera en el que hay  nombres como Van Halen, Elton John, Tina Turner, Paul McCartney, Coverdale-Page, Aerosmith, Bon Jovi, AC/DC…)


 

En la cara B nos encontramos más de lo mismo. “(We want)The same thing”, con colaboración especial en la batería de Kenny Aronoff, que por aquel entonces todavía estaba en la banda de John Cougar y del onmipresente guitarrista de Toto, Steve Lukather. Fue el último single extraido, pero no con la versión del disco, de un estilo staccato punk rock (qué coño significa eso) sino con una versión enfocada más a ser un himno pop, con un comienzo muy distinto. Podéis notarlo en video que os anexo.

Deep Deep Ocean” es el otro tema donde colabora George Harrison. En este caso, acreditado en el bajo de seis cuerdas y en la guitarra de 12 cuerdas. Repite Aronoff en la batería con Maria Vidal y Shipley en los coros, como en casi todo el disco.

Valentine” es quizás la más pop de todas y la que más reminiscencias del pop de lo 60 que tanto gustaba a Carlisle tiene de este larga duración.  Seguimos con “Whatever it takes”, de nuevo con Aronoff en las baquetas y, en los coros, compartiendo tarea con Vidal y Shipley, nos encontramos a Bryan Adams, que le da otro aire. Se cierra el disco con la más floja a mi parecer, compuesta por la propia Carlisle, “Shades of Michaelangelo”, una balada sin mucha chicha.

 

En definitiva, un disco muy de los 80, un pop con ínfulas de rock, agradable de escuchar y que ha envejecido un poco mal. Pero yo sigo disfrutándolo de vez en cuando. Y me apetecía enlazar mis últimas entradas de Then Jerico y Traveling Wilburys con otra y que tuviesen algo en común.

Buen fin de semana.

 

Comentarios

  1. Buena entrada y muy bien explicada, con muchos datos. Como dices bien, es un disco muy 80s con un sonido bastante estandard que ahora suena trasnochado. La única que mi cerebro ha reconocido ha sido La Luna. Amiguete, es extraño que no lo digas pero su voz me ha recordado en algunos momentos a Pat Benatar. Es un pop rock –más pop que rock, todo hay que decirlo– de calidad y con unos instrumentistas de altura. Fácil de escuchar y digerir pero que me ha dejado nula huella. Feliz finde.
    KING

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Con la Benatar tengo un sentimiento encontrado: me deshice de un disco suyo que ahora me gustaría tener y por eso suelo pasar de puntillas sobre ella, a pesar de ser una de mis primeros amores platónicos de estrellas de las música jaja .
      Facilón, de calidad media y poco más si no eres un fan de ella, es verdad. Incluso las colaboraciones de Harrison y Adams pasan de puntillas. Pero bueno, me trae recuerdos agradables.

      Eliminar
  2. Otra vez me encuentro con Moragan por aquí, ja, ja. Sí que le di un buen visionado a su trabajo, sí. Siempre aprendo cosas con tus post, sobre todo por que sueles hablar de discos, artistas, que no hice caso en su momento y se escapan de mi radar sonoro. Con esta tipa me pasa lo mismo que con otros: en su año yo era demasiado heavy. Ahora, mientras la escucho, acepto su excelente voz y las buenas composiciones que le hicieron. La producción pop me cuesta un poco; será cuestión de insistir. Muy buena reseña, por cierto. Ah, y tranquilo, que @seiscuerdas no te va a pisar ningún disco. ¡Ya no sabrá ni cómo volver a casa! ¡Sigue la luz! Un abrazote.

    ResponderEliminar
  3. Aún espero la entrada en tu blog del Moragan. Al menos, con que no te desagrade su escucha, me basta. @seiscuerdass ya ni nos lee. Como la Tina y similares... Jaja.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  4. Algún día de estos, cuando se enfunde en cuero y tachuelas la Belinda, le daré una oportunidad. Currada entrada, como siempre. Un abrazo.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Otros crímenes...

Cactus - One way...or another (ATCO, 1971)

  El grupo que traigo hoy es uno de esos que, a pesar de su calidad, no logró el éxito comercial que merecieron durante su existencia, y creo que hoy en día tampoco han adquirido el nivel de reconocimiento que merecen. Aunque hace años el amigo  Rockología  ya se encargó de avisaros con la reseña de su tercer disco (“ Restrictions ”), yo no me canso de hablar de este a grupo a todos los aficionados al hard rock setentero, o al rock guitarrero en general. Ya sé que esto se dice de muchos grupos, pero es que éste era un supergrupo. Esta palabra, que generalmente se utiliza muy a la ligera, aquí cobra todo su sentido, y, si no, fijaos qué plantel. Camine Appice à la bateria. Tim Bogert al bajo, Rusty Day a la voz y la armónica, y Jim McCarty a la guitarra. Carmine Appice es uno de los mejores y más influyentes bateristas de la historia del rock. Fue el primero en comenzar a tocar la batería con una contundencia inusual. Según el propio Appice, se vio obligado a hacerlo porque debía ha

KISS-ASYLUM (1985-Mercury)

  A mediados de los 80, seguramente que de KISS lo único que quedaba era el nombre. Ace Frehley y Peter Criss no estaban físicamente y Gene Simmons aunque seguía figurando casi que tampoco, vivía más interesado en una carrera cinematográfica que no despegaba o produciendo a bandas del nuevo Glam Metal USA como Keel o Black N Blue.  Si me apuras, The Paul Stanley Band no hubiese sido un mal nombre, ya que el antaño "Chico de las Estrellas" era el único que realmente tiraba del carro en aquellos años. Gracias a él y a Vinnie Vincent disfrutamos de los primeros Kiss "desmaquillados" merced al aplastante por momentos "Lick It Up". Cuando Cusano fue expulsado por sus excentricidades la banda grabó el irregular "Animalize", que bueno, tampoco estaba tan mal y hasta nos brindó con un VHS de la época bastante subido de tono.  Y luego llegó "Asylum" con un nuevo guitarrista llamado Bruce Kulick y otra oportunidad para seguir en la reciente rueda

Judas Priest – Killing machine (CBS, 1978)

Amigos, mi colección de vinilos no es infinita y –si le sumamos que muchos han sido ya reseñados por otros colaboradores de este blog–, después de todos estos años se me están acabando los discos con los que doy contenido a mis entradas. Así que llega un momento en el que uno tiene que ir tirando de fondo de colección y rezar por que a nadie se le haya ocurrido hablar de alguno de los álbumes que aún no os he traído. Por eso, no importa que ya os haya hablado en varias ocasiones de los Judas Priest –creo que soy el que más vinilos ha comentado por aquí– y hoy me saco de la manga otra de sus imprescindibles obras, este Killing machine , quinto lanzamiento en estudio de la segunda banda más famosa del área de Birmingham. Creo recordar que el primero que me compré de ellos fue el Defenders of the faith ( aquí ), luego el Screaming for vengeance ( aquí ) y después ya me pierdo, no sé si fue el recopilatorio Hero, Hero

President - Have a nice trip (1993 - Barrabás)

Si alguien me hubiera preguntado, oye Paco ¿dime tres ciudades de España en la que no haya bandas de heavy/thrash metal? Una de ellas, no por nada en especial, por desconocimiento total de la escena metálica salmantina, o por ser una ciudad universitaria, de pequeño tamaño y poco industrial, seguramente hubiera sido Salamanca. Pues, me hubiera equivocado.

Carlos Santana - "Europa" (CBS, 1976)

Es imposible no identificar esta canción con solo escuchar las cinco primeras notas. A pesar de ser instrumental es tan conocida que cualquiera con un mínimo de cultura musical podría “ cantar ” y reconocer las notas iniciales ( tan-tan-na-na-na-nanananá-tanananá…. ). Y cualquiera con un mínimo de sensibilidad también notará cómo se le eriza el vello. Es una melodía que llega al alma, triste y melancólica, una guitarra que habla y llora, que nos cuenta una historia y, sin necesidad de palabras, solo con las notas de la guitarra es fácil de entender. Pero veamos qué hay detrás de ella. Vamos a desnudarla y a comprenderla.