La consagración de la máquina
Hablar del cuarto disco (llamémosle así, IV, aunque sepamos que no tiene título) de Led Zeppelin es hablar de la consagración definitiva. Es hablar del disco que calla bocas tras la mala recepción del III (1970) y que convierte a una de las mejores promesas del Hard Rock en el gigante no rechistable que sería a partir de ese momento. Da igual los devaneos de siguientes discos, la ampulosidad creciente o la irregularidad de sus últimos trabajos (aunque tuvieran joyas). Este disco es el cénit de la banda. Y ahora es cuando los defensores del II pueden empezar a preparar sus comentarios para rebatirme, pero para mí, las cotas de talento y genialidad del IV harán que nadie pueda toserles nunca más. Porque nadie puede toserle a quienes han compuesto Stairway to heaven.
Sí, voy a caer en lo tópico. Stairway to heaven es una joya -si no LA joya- de la música popular del ultimo siglo. Y lo que nos pasa a los amantes de la música es que hemos oído tanto, hemos escuchado tantas canciones, hemos leído tantas historias, que rechazamos los clásicos con cierto snobismo. "Ah sí, esa canción es genial, pero ¿has oído las grabaciones de las maquetas del primer sencillo que blablaba?" Pues eso. Estamos de vuelta de todo y se nos olvida aquel primer día, aquella primera sensación cuando los arpegios de Jimmy Page iniciaban un increíble viaje que, como supongo que os pasó a muchos, tambaleó nuestro mundo. Hemos perdido la inocencia, y por eso levantamos la ceja del entendido cuando alguien nos dice que esa canción le encanta. "Ay, que poco sabes", decimos. Pero si nos quitamos ese disfraz, esas capas de cinismo musical que hemos creado con los años y las escuchas y buscar siempre el-saber-mas, si recuperamos al adolescente que fuimos, tenemos que reverenciar esa canción como el eje central de un disco que está lleno de muchas otras maravillas.
No fue un album fácil. El primer disco de los renombrados YardBirds había catapultado a la banda a la primera línea con su frescura y fuerza, y el segundo disco, con un tanque como Whole Lotta Love al frente seguido de HeartBreak o Ramble On había hecho temblar los cimientos del Rock y sembrado las bases de lo que estaría por venir: el Heavy y todas sus ramas. Casi nada. Pero ya ese segundo disco tendría las semillas de los sonidos acústicos y del folk y cuando editan el siguiente trabajo, III, grabado en la campiña de Gales, esos sonidos "diferentes" se adueñan de todo. Y es genial, y ese trabajo está cargado de sensibilidad y armonías, porque los Zep también son eso, pero no fue un disco entendido en su momento. Así que cuando el grupo se reúne a preparar las sesiones de su siguiente larga duración, el principal compositor, el señor Page, seguramente oscilaba entre darle al público lo que quería o hacer lo que necesitaba. Y tomó la vía de en medio. Y así Led Zeppelin encontró su propio camino, hecho de luz y misticismo, pero también de rabia y crudeza. Y a eso ayudaría mucho la compenetración que tuvieron durante la grabación, en la granja Headley donde componían y vivían, compartiendo todo el tiempo, durante aquel invierno de 1970-1971.
Black dog abre el LP y lo hace mostrando lo que sabían hacer desde el principio: blues-rock potente, sucio y pesado, y cuando acaba esa canción nos meten entre pecho y espalda Rock and roll. Oigan, que somos una banda de rock, y venimos a hacer eso, y nadie va a hacerlo mejor, parecen decirnos. Y entonces llega The Battle of Evermore y Page, Plant, Bonham y Jones nos sumergen de lleno en la magia. Nos han sacudido de lo lindo y ahora nos regalan cinco minutos oníricos, de guitarras suspendidas en el filo de un cuento de hadas. Y todo está bien, porque está tan bien hecho que no hay manera de negarse a este viaje. Y cuando acaba, llega la bomba, y como vienes de la canción anterior, los primeros compases de Stairway te hacen creer que todo va a ser praderas verdes (sí, estoy haciendo referencia a Greensleeves, cómo no), pero este tema nos va a llevar mucho mas arriba, con una cadencia y un ritmo que, poco a poco, desembocará en el apoteósico punteo de Page. To be a rock and not roll. El flautista nos ha llevado por dónde quiso. Ya estamos a su merced. Después de esto, la banda mas grande de los setenta puede hacer con nosotros lo que quiera, que nos dejamos.Y lo que hace es demostrarnos que, en ganas de desconcertar, no les gana nadie. Misty Mountain Hop o Four Sticks -la canción que más les costó grabar, según ellos mismos- vuelven a romper nuestros esquemas, pero, tranquilos, Going to California nos volverá a calmar. Nos va a hacer falta. Porque el cierre del disco es el potentísimo -y sampleadísimo- When the Levee Breaks. Que viva John Bonham. Larga vida a Bonzo. Ese pulso que lleva con John Paul Jones -que grande es, y que poco se le nota a veces, pero es lo que tiene estar en un grupo de genios- y la voz de Plant, nos acompañarán hasta que Page venga a decir, aquí estoy yo, y puedo hacerte el punteo mas heavy, puedo tocarte acordes salidos de Camelot y puedo regalarte el sonido que Robert Johnson me susurró en un sueño la pasada noche.
Ocho canciones. Para qué mas. Que necesidad hay de que las obras maestras duren horas, si con eso, con ocho canciones, pueden cambiar el mundo.
(Nota sobre el vinilo que tengo: no es original de la época, ya me gustaría a mí. Pero es una excelente reedición de hace unos años, con un sonido impecable y con otro vinilo que incluye rarezas; otras mezclas, versiones sin voz y cosas así. Bastante interesante para un músico y mitómano cómo yo).
¿Qué más puedo decir sobre el disco que traes?, pues nada. Es imprescindible. Quizás no es el que más me guste en visión global -creo que estaría en ese grupo del II que comentas-, pero es cierto que tiene Stairway to heaven, que sí, que es verdad, que es LA joya de la banda. Y me gusta lo que dices sobre la pérdida de la inocencia y todo eso porque me ocurre lo mismo. Fíjate que, con todo lo que he llegado escuchar y descubrir en mi vida, no olvido el momento en que escuché este tema por primera vez, una tarde de verano en un programa musical de Radio 3 del que ni recuerdo el nombre. En fin, una estupenda y sentida entrada para un álbum imprescindible que no puedo creer que aún no hubiese pasado por este espacio. Saludos.
ResponderEliminar¿Te puedes creer que no lo hacía porque pensé que estaría hecho, hasta que me dió por mirar? Es un discazo. Me alegro que te haya gustado la entrada
EliminarUn imprescindible para dar más lustre al blog. Gracias por comentarlo con tanta sinceridad, por cierto. Yo soy del Physical Graffiti. Qué le voy a hacer. La edición que tienes es muy chula (a punto estuvo de comprarla un par de veces) y no creo que sea peor que "la original". A veces se nos hace el culo blandito con eso de los discos "de la época", cuando muchas veces no eran ediciones dignas y estos últimos años están editando algunas joyas superiores en calidad, prensaje y contenido. Ahí dejo mi mierda. Un abrazo.
ResponderEliminarEs una edición tremenda. Y el segundo vinilo, el de las rarezas es tela de interesante.
EliminarEra un guacho, cuando la hermana de un amigo tenía este disco en su colección y siempre que pasaba por su casa le pedía que me lo pusiera... y sí, igual que el resto de su discografía, cayó en mis manos. Joer, hasta hoy no he sentido curiosidad de ver la edición del que tengo ya que siempre ha sonado dpm, lo he mirado y... la española de atlantic del 71, bien.
ResponderEliminarBueno el hecho de que este vinilo no esté comentado a mi no me extraña, qué decir de él, mejor otro menos conocido de la banda, más curiosos, etc., tu te has atrevido y sales airoso del intento. Buena entrada. P
Gracias. Me alegro que te haya gustado!
EliminarYo suelo repetir aquello de que el único motivo por el que Los Zepp no es la mejor banda de la historia es porque existen los Stones, con eso creo que ya lo he dicho todo.
ResponderEliminarMe gusta la reseña y la alusión que haces a los amantes de II, ya que creo que la banda en sus primeras cuatro entregas evoluciona y no se queda en un lugar fijo, desde el primero más blues y germinal, pasando por el tercero, al que considero sublime hasta este Led Zeppelin (que efectivamente es su nombre) donde todo lo anterior confluye y hace de él el más redondo y colosal. Antes de las irregularidades vendrían otras dos obras magnas de los Zepp.
Un saludo
Así es, los cuatro primeros discos son una explosión de genio. Lo de los Stones... ay, yo era muy Stone, luego he sido muy Beatle... Así que he llegado a la tercera vía y ahora estoy con los Kinks 😅
EliminarPues nada más se puede decir, Señoría. Yo me debato a muerte entre el II y el IV, y cada uno por lo suyo, pero es que tienes toda la razón, este disco es una obra maestra indiscutible. La edición, yo también ando detrás de una original de la época, y británica (cada uno con sus cositas xD) -y ahorrando para ello, porque telita como están de precio 😨.
ResponderEliminarMuy buena entrada, enhorabuena.
Muchas gracias! Lo que he dicho la edición que tengo está muy bien pero ay quién tuviera una original 😅😅
EliminarTenía un debe con Led Zeppelin, uno de mis muchas "oídas" pendientes de ciertos grupos que siempre es recomendable escuchar, aunque no sean el grupo que más te gusta, o el estilo que te enamora, pero si disfrutas con la música, merece la pena esforzarte y acércate a ellos.
ResponderEliminarLed Zeppelin es un ejemplo delo que digo, en mi caso. Tenía como vinilo heredado In Through the Out Door y conocía de ellos “las famosillas”. A raíz de un podcast donde destripaban este Led Zeppelin IV, muy recientemente me he sumergido en escuchar su discografía y he de reconocer que me han encantado, para la lista de Reyes Magos tengo apuntado el IV intentaré pillar cuando pueda Physical Graffiti porque son los que más me han gustado.
Necesito más tiempo para volver a escuchar algunos de los álbumes , en especial los primeros y sacrales el partido que merecen