Hay música que corresponde a un momento concreto de nuestra vida y que, por edad usualmente, por cuestiones personales a veces, queda ahí anclada, como un bonito recuerdo. Música a la que no suelo volver casi nunca. Y ese caso lo representa perfectamente el debut de Boikot. En el devenir de la cultura rock madrileña se conformó, en la segunda mitad de los ochenta, un grupo de bandas jóvenes con unas sonoridades muy particulares, emparejadas con eso del rock urbano, pero tintado de una manera particular en la que escuchábamos las raíces de Leño o Burning junto con ramalazos unas veces punk, otras más metaleras, otras más seventies, incluso algo de blues. Ahí puedes meter a Esturión, Casablanca, Porretas o los mismos Boikot. En medio de ese “fregao” musical cobró protagonismo Mariano García, polémico personaje, especialmente en sus últimos años. Generó negocio, oportunidades y ayudó a crear y mantener “la escena” madrileña a través de varias salas (Canciller, Barrabás), su labor promo
heeeeeeaaaaartt of thee moooomeeent
ResponderEliminarDiscarro. Imperdonable que no estuviera por aquí.
ResponderEliminarMisión cumplida entonces. Saludos.
EliminarUna superbanda para un gran disco, muy por encima de todos los posteriores. Lo tengo en mi colección, buena descripción.
ResponderEliminarSoberbio en efecto y, sí, muy superior a sus siguientes obras. Saludos.
EliminarGran disco. Yo los descubrí en la Uni, varios años después, por un colega que flipaba con ellos y tenía todos sus discos. Eran su segundo grupo, tras Van Halen.
ResponderEliminarVaya pareja de estrellas, al final acabaron juntándose los sonidos de ambos.
Eliminar