Para este viernes me debatía entre traer otro clásico (al menos para mi) del siglo XXI o, debido a la proximidad del día de los inocentes, compartir algún disco menos serio, que alguno tengo por ahí. Sin embargo, todo saltó por los aires con la noticia de la muerte el día 22 de diciembre del británico Chris Rea. Y, como ya sabéis, me siento obligado a un pequeño homenaje si cuadra que tengo algún vinilo en mi pequeña colección.
Como he contado infinidad de veces, y no será la última, Rea es uno de los múltiples músicos y bandas que descubrí gracias a las cintas VHS donde grabábamos en casa los videoclips de la época. Para ser más exactos, debería decir que los descubría en los programas musicales que teníamos en esa televisión pública que cuidaba la música. Pero, en realidad, era en el visionado posterior cuando asimilaba todo lo visto y oído. Y como una gran cantidad de gente, me compré este LP por la canción que le da título.
Antes de nada, he leído varios artíc ulos sobre Rea por motivo de su muerte y me queda claro que cada vez hay menos periodistas tras el volante y deben ser reemplazados por IAs o becarios que se limitan al copy/paste sin más. En medios tan importantes como El Páis Cultural, RTVE y varios periódicos de Sudamérica, cuentan como cierta una historia desmentida hasta la saciedad: que Chris Rea comenzó su carrera sustituyendo a David Coverdale como vocalista en el grupo Magdalene cuando David fichó por Deep Purple. Coverdale nunca tocó en ningún grupo llamado Magdalene, algo muy fácilmente comprobable. Pero es que tampoco hay constancia de que Rea tocase en ese grupo. En fin…
Rea comenzó muy tarde en esto de la música. El contaba que no aprendió a tocar la guitarra hasta pasados los veinte años: un día escuchó una canción de bluesista Charley Patton y algo hizo click en su cabeza. Se siente atraído por esas guitarras slides, por el Delta blues: “Es menos agresivo que el blues de Chicago y la técnica de guitarra posee un estilo que yo llamo rizado: hay notas que no son ni sostenidos ni bemoles, sino una curva de emoción. Es un sonido de aflicción: la gente del Delta canta sobre el dolor profundo, el miedo profundo, y sobre tratar de salvar el alma”. Y a él le alivió el alma pues había sido expulsado de la facultad de periodismo y terminó trabajando en una heladería al lado del campo del Middlesbrough, frecuentada por hooligans. Y sólo la guitarra hacía que su ansiedad desapareciese. Empezó a componer para diversas bandas de su ciudad. Una noche tuvo que sustituir al cantante de uno de esos grupos, al ser el único que se sabía la letra. Y algún directivo de Magnet Records lo vio y decidió ficharlo. En 1978, ve la luz el primer álbum de Rea titulado Whatever Happened to Benny Santini?, pregunta que hace referencia al nombre artístico que el músico, de forma sarcástica, propuso a los ejecutivos de Magnet, al considerar estos que su verdadero nombre no era comercialmente atractivo. El productor Gus Dudgeon (Elton John, Billy Joel) desnaturaliza la música de Rea para llevarla al estilo soft piano de Joel. Tuvo razón comercialmente, pues Rea tuvo un moderado éxito en USA, incluida nominación al Grammy como artista revelación, sobre todo gracias a la maravillosa “Fool (If you think it’s over)”. Pero el bueno de Chris se dio de bruces contra la industria que le hizo borrar casi todo su poso blues tanto de este como de su segundo trabajo, Deltics. Para el tercero, Tennis, consigue más libertad incluyendo la producción, cosechando muy buenas críticas, pero nada de ventas y perdiendo para siempre el mercado americano. Con estas tensiones, se publica el cuarto álbum, el llamado álbum rosa, en el que de nuevo Chris es despojado de las labores de producción. En el 83, Rea publica Water sign, casi sin apoyo de su discográfica. Rea le dio un matiz medio electrónico al estar sin mucho presupuesto y tener que usar sintetizadores y cajas de ritmo. Y eso tuvo su puntillo porque, contra todo pronóstico, en mercados como el irlandés y el alemán, tuvo muy buena acogida. Con Shamrock diaries del 85, que incluye éxitos como “Josephine”, Rea se consolidad en el mercado europeo. Y llega el gran pelotazo de su carrear en 1986 con el tema “On the beach”, perteneciente al disco del mismo título. Música inspirada en la isla de Formentera. Por eso no es raro que algunos lo califiquen como un disco embrionario de lo que luego se llamó chill out. Rea siempre defendió que sus canciones tenían inspiración blues. Pero está claro que la pátina de pop que iba por encima casi que borraba esa influencia. En 1988, debido a la buena marcha de sus finanzas, Rea se dedica a grabar nuevas versiones de sus primeros éxitos, tal y como él hubiera deseado que viesen la luz por primera vez si hubiese contado con los medios necesarios y el control de la producción. La recopilación resultante incluye dos temas nuevos, uno de ellos “Driving Home For Christmas” que se convirtió casi inmediatamente en un clásico navideño. Rea dijo que escribió "Driving Home for Christmas" muchos años antes de su primera grabación; esto fue en 1978, cuando Rea necesitaba volver a su casa en Middlesbrough desde los estudios Abbey Road en Londres. Su esposa había venido a llevarlo a casa en su Austin Mini para ahorrar dinero, ya que era más barato conducir que viajar en tren. Rea había terminado recientemente su contrato y la compañía discográfica no estaba dispuesta a pagar el billete de tren. La inspiración para la canción surgió mientras se encontraban atrapados en un atasco de tráfico, mientras nevaba. Empezó a mirar a los demás conductores, que "parecían todos tan desdichados. Bromeando, empecé a cantar: "Vamos conduciendo a casa por Navidad...". Luego, cada vez que las farolas brillaban dentro del coche, empecé a escribir la letra”. Rea dijo que "Driving Home for Christmas" es una "versión de villancico para coche" y que la escribió para Van Morrison, pero no logró hacérsela llegar. Y después de esto, el otro gran éxito de su carrera también surgió de un atasco. Y aquí enlazamos con el disco que comparto con vosotros.
The Road to hell podría decirse que es un álbum conceptual porque se sostiene sobre una temática bastante clara: una reflexión crítica sobre la sociedad moderna vista desde distintos ángulos. El primer corte, “The road to hell part 1” funciona como una introducción, un preludio atmosférico que establece el tono emocional y conceptual del álbum antes de que aparezca la canción principal. Casi casi como la apertura de una película. Por ejemplo, el otro día me vi el documental sobre Javier Andreu, de La Frontera, y su intro me recuerda mucho a este tema. Con los sintes y teclados con un tempo muy pausado, lluvia y radio de fondo, nos situamos perfectamente dentro de un atasco y sus connotaciones. Hacia la mitad del tema, Chris comienza a, más que cantar, recitar sobre la carretera, las luces, el tráfico, las prisas de ir hacia delante, sin avanzar y sin destino claro. Poco a poco entra esa slide blusera que tanto le gustaba. Pero no hay rabia, sino desencanto y una aceptación amarga de la realidad: el futuro era esto, con la modernidad se nos prometió progreso, pero, en el fondo, obtuvimos alienación. Rea explicó cómo se le ocurrió el tema, de nuevo en un atasco: “Me sentía un poco cansado, me apoyé contra la ventanilla y tuve aquella visión de mi madre, que había muerto hacía tiempo, y ella me decía: ¿qué demonios estás haciendo aquí? Y alguien había dicho en una conversación que aquélla no era precisamente la autopista del éxito, y entonces me vino esta idea. Pensé que aquélla era más bien la carretera del infierno”. La batería introduce “The road to hell part 2”, con un riff de piano, la guitarra de Rea y su voz ronca para contarnos y cantarnos sobre el deterioro medioambiental, sobre una sociedad saturada de información, violencia mediática y promesas vacías y la sensación de que el progreso tecnológico no va acompañado de progreso humano. Vamos temas tan actuales a finales de los 80 como ahora mismo. El ser humano no aprende. Los solos de guitarra con el soporte del riff de piano por detrás son icónicos. En mi opinión, un tema fundamental de esa década musical maravillosa. “You must be evil” aborda el sensacionalismo en los medios, sobre todo en la televisión. Seguimos con un groove muy blusero, con unos coros muy soul, muy negros, que son el contrapunto perfecto al enfado patente de Rea. Qué poco ha cambiado el mundo, sobre todo cuando hablamos de actos, de personas y no de tecnología. En “Texas”, Rea propone una huida, dejar atrás este mundo, estas prisas, estos odios y buscar un lugar nuevo. Vamos, salirse de la carretera, de esta carretera al infierno, hay alternativas. De nuevo el corte apesta a blues por todos los lados. Me encanta. Quizás si lo escuchas una sola vez, no llegarás a conectar con el disco, pero si le das tres, cuatro vueltas, al final te captura. Para cerrar esta cara, “Looking for a rainbow”, un poco más optimista, invitando a no rendirse. Incluso la guitarra de Rea suena menos áspera y más luminosa que en las canciones anteriores.
Para abrir la cara B “Your warm and tender love” nos trae la típica idea de que el amor es la solución. Un tema que, no será la primera o última vez, en el que me acuerdo mucho de los Dire Straits. De hecho, yo suelo agrupar a Rea en el mismo grupeto de guitarristas tales como JJ Cale, Eric Clapton, Ry Cooder, Mark Knopfler… Y precisamente en ”Daytona”, el siguiente corte, me acuerdo del rock sureño de JJ Cale, aunque sea una de las canciones que menos me llegan de todo el plástico. “That’s what they always say” es más fresca, desde el coro inicial al punteo de la guitarra. Volvemos a la crítica social, desconfianza en los discursos de los políticos, todo es igual nada cambia por mucho que prometan y prometan. Musicalmente la encuentro más en la línea de “The road to hell part 2”, más rock que blues, al contrario que el resto del disco. Sin embargo, “I just wanna be with you” suena más caribeña, con esas percusiones e insistiendo que lo único bueno son las relaciones personales. Y el final es para “Tell me there’s a heaven”. Balada con cuerdas, para decirnos que hay esperanza…o al menos, para que lo creemos, que la hay, para engañar a nuestros hijos y a nosotros mismos. Un final agridulce para un disco que no está pensado para hacerte sentir bien, sino para pensar. Y para los que no sabemos inglés en condiciones, disfrutar de sus melodías.
La producción corrió a cargo de Jon Kelly (Kate Bush, Fish, Deacon Blue, Heather Nova, Richard Ashcroft) y del propio Rea. Fue el Lp que mejor funcionó a nivel listas y ventas en la carrera de Chris Rea, llegando a liderar la lista en UK.
A partir de aquí, su carrera es calcada a la de muchos de sus contemporáneos. Su siguiente trabajo, Auberge de una calidad incuestionable, sigue acumulando algún éxito, pero poco a poco, su luz comercial se apaga. En el 94 publica un disco de grandes éxitos, que tengo en CD, que incluye una nueva composición “You can Go your own way”, hecha exprofeso para un anuncio de Ford. A partir de ahí, su experimentación e innovación a la hora de afrontar nuevos trabajos no llevan aparejadas ni el éxito ni la buena crítica. En el 2000 se le diagnostica un cáncer de páncreas o, mejor dicho, una posibilidad muy alta de padecerlo lo que le hace someterse a una operación que le deja sin medio sistema digestivo y le acarrea otros problemas como diabetes y una depresión de caballo. De la que sale pintando y componiendo. Aunque, ahora sí, se enfoca totalmente en el blues. En el 2005 hace una locura un publicando la obra Blue Guitars. Blues Guitars no es un álbum, sino una catedral musical, Se trata de una caja monumental (publicada inicialmente en ediciones limitadas) que reúne 11 discos de música original, todos conectados por un mismo concepto, contar la historia del blues a través de la guitarra, desde sus raíces más primitivas hasta una visión contemporánea y cinematográfica. Es un proyecto en gran parte instrumental, sin enfoque comercial y concebido como una obra total, pues va acompañado de DVD y un libro. Y como resumen, se publicó un álbum doble resumen, que tuve grabado durante mucho tiempo de forma pirata. Lo dicho, una avis rara en el mundo de la industria musical. Incluso financió con su dinero la edición para que fuese asequible y no se disparasen los precios. Y desde entonces perdí su pista hasta el anuncio de su fallecimiento el pasado 22 de diciembre. Si alguien quiere, puede completar el resto de su biografía en alguna otra entrada.
No fue un artista de masas, ni de éxito comercial desmesurado. Sin embargo, su voz y su guitarra fueron fundamentales en el desarrollo de la música pop rock en los setenta y ochenta. Espero que este homenaje sirva para que algunos lo descubran y otros lo reescuchen,
Abrazos a todos.


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