A comienzos de los años 90, el guitarrista James Murphy se erigía como uno de los guitarristas más reverenciados del Death Metal. Su destreza quedó inmortalizada en tres pilares del género: Spiritual Healing de Death, Cause of Death de Obituary y Death Shall Rise de Cancer. Por eso, cuando se corrió la voz de que Murphy fundaría su propia banda, Disincarnate, la escena extrema contuvo el aliento.
Treinta y dos años después, Dreams of the Carrion Kind —el primer y único álbum de Disincarnate— sigue siendo considerado por muchos aficionados a los sonidos extremos – entre los que me incluyo - como una obra maestra del Death Metal técnico. Aunque no todos lo colocan en podium del género, pocos discuten que contiene algunas de las composiciones más demoledoras jamás escritas.
Murphy se multiplica en este trabajo: además de la guitarra principal, se encarga del bajo, las guitarras rítmicas y acústicas. Lo acompañan Bryan Cegon en las voces, Jason Carman en la segunda guitarra y Tommy Viator en la batería. Aunque todos cumplen con solvencia, es evidente que Murphy lleva el timón creativo. El resto de la banda orbita a su alrededor, sin llegar a eclipsar su protagonismo.
Como anécdota cabe destacar que la demo de este álbum fue grabada por el reconocido baterista latino Alex Marquez, miembro de Malevolent Creation por aquella época, quién colaboró con Murphy en sus inicios.
La clave del impacto de Dreams of the Carrion Kind radica en su equilibrio entre ferocidad y sofisticación. Es una tragedia – una de tantas injusticias dentro del negocio musical - que el disco no haya cosechado todo el reconocimiento que mereció en su momento y actualmente, quedando marcado a fuego como una obra maestra que, por desgracia, pasó desapercibida para la parroquia metalera. Temas como “Stench of Paradise Burning”, “Monarch Of The Sleeping Marches” y “Soul Erosion” son auténticos muros de sonido, construidos con riffs amenazantes, gruñidos cavernosos y percusión implacable que nos recuerdan a las bandas donde también militó este guitarrista estadounidense.
Otros momentos brillantes incluyen el crujiente “Entranced”, donde los armónicos de Murphy brillan con luz propia, y el abrasivo “Sea of Tears”. El cierre instrumental, “Immemorial Dream”, es una joya progresiva que incorpora guitarra clásica, teclados y atmósferas sombrías, mostrando una faceta más introspectiva de la banda.
La secuela de este álbum y por consiguiente, la que habría sido su justa consagración en la escena, nunca llegó a ver la luz. Algunos miembros tomaron otros caminos —la universidad, antiguos trabajos— y Murphy se quedó sin banda. A finales de los 90, el guitarrista se enfrentó un serio problema de salud: un tumor en la glándula pituitaria que requirió cirugía y lo dejó con tratamiento de por vida.
Este hecho marcó su carrera y tras su recuperación lo vimos participando con Testament en sus celebrados Low y The Gathering, además de otras colaboraciones y proyectos con grupos como Nevermore, Malovent Creation, Vicious Rumors, Steve Morse, Agent Steel y un largo etcétera. Actualmente Murphy dedica más tiempo a su faceta como productor musical y la docencia.




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