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Genesis - ...and then there were three (Atlantic, 1978)

 

Hay bandas con más de una vida. Algunas, podríamos decir sin rubor, ni siquiera parecen la misma agrupación de tan cambiada como se nos aparece en algún momento. Grupos que mutan de músicos, de intereses, de compañías, de década. Algunas de estas bandas ya han pasado por aquí, de hecho.

La primera razón para este tipo de mutaciones se debe a un retorno. Tras una época de más o menos gloria algunos de los miembros “originales” del grupo deciden tirar de la marca cuando no han conseguido mantener su éxito fuera de ella. Este es el caso, por ejemplo, de Bad Company. En los setenta se labró un nombre con Paul Rodgers a la voz, Simon Kirke a la batería, Mick Ralphs a la guitarra y Bozz Burrell al bajo. Desaparecieron a principios de los ochenta para volver a retomar los escenarios y los estudios años después, pero sin Rodgers. Con Brian Howe a la voz tuvieron una segunda vida, bien distinta. Muchos fanes, ya sabéis, ni siquiera los consideran parte de Bad Company. Con los años, los viejos amigos limaron asperezas y, más o menos, se dieron segundas y terceras oportunidades. 

Otra razón para sonar distintos es la desaparición de algún miembro significativo, generalmente el cantante, aunque no siempre es así, o la introducción de un nuevo miembro que lo cambia todo. El primer caso lo tenemos en bandas como Pink Floyd o Deep Purple. Grupos en los que abandonos, entradas y salidas hicieron de su música un ente camaleónico. No se parecen mucho aquellos primeros discos de Pink Floyd con Sid Barret, lo que grabaron después con Roger Waters y David Gilmour a los mandos o las décadas finales ya con GIlmour como jefe único. Y lo mismo pasa con “los parpel”: de esos comienzos con Rod Evans a la voz al hard rock con Gillan y el famoso Mark II al final del recorrido en los setenta, ya sin Richie Blackmore ni Gillan; y no digamos si lo comparamos con la música de este siglo. No podría pasar de párrafo sin recordar a Axl Rose echando gente de Guns N’Roses o la requetevolución de Journey al contratar a Steve Perry.

La última razón por la que una banda suena a otra cosa, casi irreconocible a veces, se debe a la longevidad y eso que llaman evolución, que, usualmente, pasa por acomodarse al mercado para seguir vendiendo o conseguir un poco de atención. Lícito, por supuesto. Ejemplos, también hay muchos, pero voy a dejar tan solo dos. Los robustos chicos de Pantera, que pusieron con su groove y su mala hostia el metal del noventa patas arriba, sonaban cándidos y melifluos en los ochenta. Los camaleónicos Kiss, que después de encumbrarse en el hard rock setentero se empaparon del pop y el sonido disco a finales de los setenta, del heavy metal de los primeros ochenta, el glam rock del final de esta década o los ruidos grungeros de principios de los noventa. Casi nada.


Todo esto lo cuento para explicar por qué este disco de Génesis que hoy comparto es, quizá, mi favorito de la banda. Sí, este, el que no le gusta a ningún fan, precisamente. Quienes gozan de la etapa más progresiva y compleja lo tachan de comercial, de blandito, de traidor; quienes gozan de la etapa más popera, la de canciones con gancho cortitas y al pie, lo señalan como un quiero y no puedo, un no me atrevo a dar el paso. Vamos, un disco de transición (como el anterior, en cierto modo) entre lo que fueron y lo iban a ser. No digo que sea el mejor, ojo, eso queda en oídos y cerebros más trabajados. Por confesar: de la primera etapa me quedo sin duda con Foxtrot (1972) y de la segunda, quizá, con Abacab (1981).

Por resumir. Génesis se hicieron famosos en los setenta con Peter Gabriel, Phil Collins, Steve Hackett, Mike Rutherford y Tony Banks. Juntos editaron cuatro discos excelentes: Nursery Cryme (1971), Foxtrot (1972), Selling England By The Pound (1973), y el excesivo The Lamb Lies Down On Broadway (1974). Tras este, Gabriel abandona el barco para probar en solitario y el grupo permanece como cuarteto, editando A Trick of the Tail (1976) y Wind & Wuthering (1976). El sonido ya había comenzado a virar hacia composiciones menos complejas y más amables para el “gran público” de finales de década. Steve Hackett tomó la puerta de salida y llegaron, en 1978, a esta coyuntura de trío. Y, con cierta sorna, titularon así a esta obra: y entonces quedaron tres (...And Then There Were Three). 

Para que os hagáis una idea de esta (in)evolución, en la propia Wikipedia se lee textualmente: “Para muchos fanes de los anteriores trabajos de la banda, este álbum indica una crisis en la dirección musical tomada por el grupo (…). Mientras que muchas de las canciones cortas eran claramente avanzadas en términos de instrumentación y letras, pocas eran mayores a los cinco minutos de duración, y los arreglos dejaron de lado el estilo clásico de trabajos anteriores por versos/coros más estándar y populares.”. Nunca estamos contentos. Sin embargo, el disco alcanzó el puesto #3 en el Reino Unido, el #6 en Italia, el #2 en Francia y el #2 en Alemania. En los EE. UU. alcanzó el puesto #14 convirtiéndose en su primer disco de platino allí. Un exitazo. De hecho, Tony Banks llegó a decir: “creo que de todos los discos que escuché en los últimos años. "And Then…" es el que siempre más me sorprende. Me gusta más de lo que quisiera admitir y tiene tres de las mejores canciones que escribí para el grupo”. Vaya, vaya.


Si nos atenemos a las tres razones para considerar porqué un grupo cambia hasta no parecerse a sí mismo, aquí se cumplen, por lo menos, dos de ellas: abandono de miembros significativos y evolución del sonido “buscando” el mercado, en este caso. Doble premio, amiguitos.

De manera previsible, Tony Banks se encargó de todos los teclados, Mike Rutherford de todas las guitarras y bajos, y Phil Collins de las baterías, percusión y voz. La composición recayó mayoritariamente en Banks (cuatro en solitario) y Rutherford (tres en solitario), colaborando Collins con ambos en el resto. Producido por David Hentschel y la propia banda, se grabó en el otoño de 1977 en los estudios Relight neerlandeses, como el anterior, y fue editado por Charisma y Atlantic. El sonido general resulta intenso, vivo, lleno de matices, a veces urgentes, donde la batería queda muy al fondo y las canciones están dominadas por las melódicas líneas de guitarra y los exuberantes teclados. Para muchos, es considerado el “último” álbum de Genesis; en cualquier caso, construyeron una interesante mezcla de rock, prog y pop.


Uno de los temas más progresivos y reminiscentes de su pasado sonoro abre la cara A, Down and out. Collins afirma que trata sobre las compañías de discos, de cómo usan a los músicos hasta que los exprimen para luego abandonarlos. Las estrofas ponen voz a los empresarios y el estribillo a los artistas. Undertow, por contra, resulta muy sencilla, casi sin overdubs, pero preciosa, de lo mejor que escuchas por aquí. Habla del final de la vida, que compara con la llegada del largo invierno. Ballad of big tiene un interesante final, con una guitarra sintetizada, muy al estilo de lo que harían después. Nos lleva al “viejo Oeste” (no será la única referencia) con una historia de héroe blanco enfrentándose al destino. La siguiente, Snowbound, tiene una letra extraña en la que un tipo se “esconde” de la sociedad dentro de un muñeco de nieve y la propia sociedad (representada por un grupo de niños) le encierra bajo más nieve. Mensaje duro. Gran trabajo coral en las voces, de lo mejor del disco. Seguramente, el mejor solo de guitarras del disco en la canción más épica, perfecta para cerrar la cara: Burning rope. Otra reflexión personalísima, esta sobre el arrepentimiento y lo que dejamos atrás en la vida.


Deep in the motherlode, que abre la cara B, se inspira en los mineros que viajaban al “oeste americano” en busca de una veta de oro con la que enriquecerse. “Go West, Young man/earn a dollar a day/just like your family said”. Trata de esa esperanza o necesidad de comenzar a ganarse la vida persiguiendo “el sueño”. Eso que antes se decía “hacerse un hombre”. También suena al futuro de Genesis; de hecho, abriría los conciertos de la gira de Duke (1980) y decidieron editarlo como tercer sencillo. El segundo single de este disco (todos están en esta cara), Many too many, tiene una interesante parte de cuerda simulada con un Mellotron. No de mis favoritas. Sin embargo, Scenes from a ningt’s dream, inspirada en los personajes de cómic de Little Nemo, trae  un fabuloso trabajo a las cuatro cuerdas y una excelente interpretación de Collins. Say it’s alright Joe habla de un alcohólico en sus últimos días, en plena desconexión etílica, una canción melancólica que el propio Collins tomó como “autobiográfica” respecto a sus devaneos con el alcohol. En aquella época vivía divorciándose de su mujer, de su banda y de sí mismo. The Lady lies vuelve a los sonidos “clásicos” del grupo, con excelente teclado (incluyendo un solo de sintetizador), pescando en las referencias mitológicas: el hombre que cae rendido ante los atributos de una dama en apuros que se aprovecha, oh, vaya, de él. Y el cierre con el tema que le hizo subir en las listas yanquis. Follow you follow me resultó ser el gran single que buscaban (sin buscarlo, según ellos). Curioso que cierre el álbum y, más aún, cuando aparece en este lugar porque se decidió incluirlo tras la escucha de los “jefes” (iba para descarte). Pidieron a Hentschel que hiciera una nueva mezcla y formara parte de la entrega final; olieron dinero. En realidad, sin quererlo, grabaron una canción “a lo Collins”.


Editado en la primavera de 1978, se pasó 32 semanas en los charts del Reino Unido y alcanzó el honorable puesto 14 en el Billboard. Su primer disco de oro al otro lado del Atlántico, certificado platino en 1988. Todo esto les permitió hacer su gira más ambiciosa: un centenar de conciertos por Europa, Estados Unidos y, por fin, Japón. Se jactan de haber sido la primera banda en utilizar luces y espejos coordinados con los ritmos de la música.

La portada no sé si me gusta. La verdad, creo que no. La diseñó Hipgnosis y el propio Thorgerson (diseñador) la consideraba un fracaso. Muestra a los tres miembros en la noche, un rastro de luces dejado por una linterna y un coche que se aleja. Intentaba referenciar el abandono de músicos y la “soledad” en la que estaba trabajando el trío. No creo que se entienda. Y es fea. 


Disfrutad del fin de semana en buena compañía. Aunque solamente quedéis tres...







  


Comentarios

  1. nunca lo escuché, si lo hice con los dos anteriores y el doble directo, todos sin Gabriel ya y que me parecen muy buenos. Tengo colegas que si que son fans de este ...And Then.
    Buen finde!

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  2. Pues sí que debe ser raro, porque ni lo conocía. Aunque los Genesis ochenteros con Collins tienen temas icónicos, yo también soy más de sus primeros trabajos y del team foxtrot sin duda. Lo tenía en cassette y se lo regalé en COU a mi profesor de matemáticas en agradecimiento por su forma de enseñar y de tratarnos con respeto incluso a los más impresentables e inmaduros del curso. Total, que este disco me ha parecido muy disfrutable y recomendable (Deep in the motherlode podría ser perfectamente de los Marillion de Fish), aunque es verdad que contiene tanto sonidos deudores de su época anterior como atisbos de lo que iba a llegar. Pero ¿es eso malo?, con estos peazo músicos para nada. Un abrazo y feliz finde. KING

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    1. Pues otro disco que te he descubierto, aunque por casualidad. Siendo fan de Fox trot y gustoso de la etapa ochentera de la banda, este tenía que gustarte. A mí me encanta por esa mezcla precisamente. Aunque la guitarra de Hackett le hubiera encumbrado. Un abrazo.

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  3. Pedazo entrada te has marcado. La verdad es que yo conocí a los Genesis de mediados de los 80 e inicios de los 90, es decir, los más poperos. Quiere esto decir que siempre me ha costado escuchar lo anterior. Este no me sonaba haberlo escuchado y necesito más escuchas para dar una opinión. Mañana me pongo otra vez y me explayo. Un abrazo.

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    1. Te gustará probablemente. No entra tan bien como el pop que mencionas, pero se va pareciendo bastante. Ya me dirás. Abrazo de vuelta.

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  4. Para mí, Genesis siempre han sido "Foxtrot", "Selling England..." y "The lamb lies...". Lo cual
    reconozco que es injusto y absurdo, porque como bien has detallado con multitud de ejemplos, un grupo puede cambiar de sonido, componentes, etc. sin tener que cambiar de nombre. El directo sin Gabriel también lo tengo por ahí ("Seconds out"), aunque lo escucho menos. Sobre el papel, no hay nada que haga que este disco no pueda gustarme: una mezcla de pop y progresivo. Es simplemente que nunca me había lanzado a escuchar esta etapa. Y si, suena buen, aunque reconozco que una escucha no es suficiente. La daré más escuchas en las próximas semanas. Desde luego la entrada esta currada, y me has convencido para la escucha del disco, lo cual es de agradecer. Un saludo.

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    1. ¡Ya he conseguido cumplir el objetivo educativo de este blog! Como dices, es injusto despreciar una parte de la discografía de un grupo por "esos pequeños cambios" 😅 Otra cosa es que te guste más o menos. Este (y el anterior) sorprenden porque, en realidad, no se parecen a ninguna de las etapas famosas del grupo y a la vez suenan a las dos. Dale, dale. Saludo de vuelta.

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  5. Buena entrada, como todas las tuyas. Poco puedo aportar ya que no he seguido a Genesis, ni a todo el elenco de músicos que pasaron por su filas, salvo temas sueltos que a todos nos vienen a la mente. Aún así, merece la pena pegarle una escucha el disco. Saludos. P

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