Amigos, mi colección de vinilos no es infinita y –si le sumamos que muchos han sido ya reseñados por otros colaboradores de este blog–, después de todos estos años se me están acabando los discos con los que doy contenido a mis entradas. Así que llega un momento en el que uno tiene que ir tirando de fondo de colección y rezar por que a nadie se le haya ocurrido hablar de alguno de los álbumes que aún no os he traído. Por eso, no importa que ya os haya hablado en varias ocasiones de los Judas Priest –creo que soy el que más vinilos ha comentado por aquí– y hoy me saco de la manga otra de sus imprescindibles obras, este Killing machine, quinto lanzamiento en estudio de la segunda banda más famosa del área de Birmingham. Creo recordar que el primero que me compré de ellos fue el Defenders of the faith (aquí), luego el Screaming for vengeance (aquí) y después ya me pierdo, no sé si fue el recopilatorio Hero, Hero (aquí) o el que os traigo este viernes, con el que comenzaron a ascender posiciones en las listas, afianzando su imagen de cuero y tachas y acercándose al sonido que caracterizaría al grupo a lo largo de los 80 y que cristalizaría en British steel y –sobre todo– en los mencionados Screaming y Defenders.
Hay que decir que en los Estados Unidos se editó este disco con el título
de Hell bent for leather, ya que el sello no encontró apropiado
sacarlo al mercado como la máquina de matar –en realidad la cadena
K-Mart dijo que no lo pondría en sus tiendas con ese nombre– cuando
habían pasado pocas semanas desde un tiroteo en una escuela de San Diego en
el que habían muerto el director del centro y un guarda y habían sido
heridos ocho niños por los disparos de una adolescente.
Incidencias comerciales aparte, lo cierto es que con Killing machine los Judas Priest se hicieron más accesibles al gran público –siempre dentro de su estilo, entendedme– lo que incluso les proporcionó la oportunidad de aparecer en Top of the pops, un programa de televisión en el que todo quisque quería aparecer y que por cortesía de la BBC podía juntar en un mismo programa a Iron Maiden, ABBA, David Bowie y Status Quo. Total, que entre los Utopia studios y los CBS studios con James Guthrie como ingeniero y productor codo con codo con la banda, dieron forma al disco Rob 'Metal God' Halford a las voces, Glenn Tipton y K.K. Downing a las guitarras, Ian Hill al bajo y Les Binks a la batería, en la que estaba llamada a ser su última grabación en estudio.
Con una impactante portada diseñada por
Roslav Szaybo fotografiada por
Bob Elsdale, mi copia es la española de 1983 (5 años tardaron en editarlo en nuestro
país parece ser), con el error de tipografía en la cubierta donde consta
1971 como año de edición original en lugar de 1978 (eso sí, al menos la foto
de la contraportada fue en color, no como las de la edición española del
British steele) y el siguiente track list:
A
Delivering the goods
Rock forever
Evening star
Hell bent for leather
Take on the world
B
Burnin’ up
Killing machine
Running wild
Before the dawn
Evil fantasies
El disco comienza con
Delivering the goods, un ejemplo de metal pesado con un riff incisivo, un solo acerado y
un estupendo trabajo vocal de
Halford con atisbos de
proto-guturalismo mucho antes de la llegada del death metal. Esto es
–con una expresión actual– la banda sirviendo coño, diciendo aquí estamos y
esto es lo que somos. Un chute de energía que de momento aún resulta tímido
si queréis, porque entonces llega
Rock forever con un sonido no
tan novedoso y evolucionado, aún con un pie en los 70, con un bajo machacón
y un solo de guitarras dobladas simple y sin florituras. Luego le toca a
Evening star, con ese inicio como de space rock y un desarrollo que me ha
parecido siempre bastante poppy, antes del temazo
Hell bent for leather, joyita de menos de 3 minutos, breve, concisa, rápida, con un
riff y solo imprescindibles y donde al parecer
Tipton utilizó la técnica del
tapping por primera vez, influenciado por el trabajo de
Edward Van Halen. Finaliza la cara
Take on the world, un tema simplón con un estribillo repetido hasta el aburrimiento que
estaba llamado a ser carne de coro con el público en las actuaciones en
directo, con ese pasaje
Sing your song we'll listen to you, sing your song the spotlights are
you
que ofrece pocas dudas. A mi no me emociona demasiado, no
creáis.
Ya en la cara B nos topamos con Burnin’ up, en mi opinión el tema tapado del disco, uno de mis favoritos precisamente por su aparente falta de ambición, con ese interludio sugerente I know you feel the same, I know you feel the flame, staring deep inside of you que da paso a un solo estupendo. Killing machine es el tema título, un medio tiempo con cierto regusto hard blues y un cambio de ritmo para encajar un solo breve pero de gran nivel, un tema que sin duda debió ser de los favoritos de Hoffmann y Dirkschneider porque suena a Accept por los cuatro costados. Le sigue Running wild con esa vena espídica ya escuchada en Hell bent for leather, que supone alegría para el espíritu y es otra de las canciones imprescindibles del disco que resultó eclipsada por los temas más reconocidos. Toca quitarse el sombrero ante Before the dawn, un baladón que le da cien mil vueltas a cualquier temazo mojabragas de los 80, con una interpretación vocal de Halford que nos retrotrae a los momentos más épicos de Sad wings of destiny o Rocka Rolla y un solo extremadamente sensible y emocionante. Como anécdota a comentar, es el único tema del disco en el que no toca Les Binks... porque no hay batería. Por contra, lleva unos teclados a cargo de Tipton. Y para terminar –aunque yo lo hubiese hecho con el tema anterior–, Evil fantasies, un medio tiempo que en su inicio me recuerda al sonido de los Rainbow setenteros pero que conforme avanza se me hace bola y donde incluso me cuesta encontrar la voz habitual de Halford y que tiene una parte final en la que acelera un poco el ritmo y solo le faltan palmas de acompañamiento.
En resumen, un álbum con altibajos aunque con momentos memorables y de todo
imprescindibles que ya apunta maneras en su evolución hacia mis amados
Screaming y Defenders, en mi opinión los máximos exponentes
del sonido PRIEST.
¡Feliz viernes!
@KingPiltrafilla
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