Ir al contenido principal

Judas Priest – Screaming for vengeance (Columbia 1982)


Amigos, en los gloriosos ochenta se editaron inolvidables elepés –que palabra tan en desuso hoy en día y cuan desconocida para las actuales generaciones– que en mi memoria se agolpan por parejas. Ignoro la razón pero cuando pienso en los mejores álbumes de muchos grupos, se me ocurren por parejas: Holy diver y The last in line, WASP y The last command, Out of the cellar e Invasion of your privacy, Balls to the wall y Metal heart, Under lock and key y Back for the attack... y tantísimos otros. También es el caso de Judas Priest, el grupo que hoy protagoniza esta entrada, autor de obras imprescindibles pero de quienes –si tuviese que salvar un vinilo– me llevaría dos trabajos que para mi forman parte de un todo. Me estoy refiriendo a Defenders of the faith y este Screaming for vengeance. El mismo productor, el mismo ilustrador de la portada, los mismos estudios... y un estilo matador inconfundible que los llevó a lo más alto convierte –en mi opinión– a estos dos discos en el legado supremo de Judas Priest, sin desmerecer el resto de su vasta discografía. Unas melodías fantásticas, unos riffs asesinos, unos solos alucinantes, el Metal God en plenitud de facultades, Ian Hill siempre perfecto y un Holland estupendo a la batería que años después caería en desgracia –no digo yo que sin razón– pero al que no podemos negar que fue parte imprescindible del ascenso al estrellato de esta banda. 

Así pues, con portada de Doug Johnson y grabado al igual que el que sería su sucesor en los Ibiza sound studios por Tom Allom y la formación que muchos consideramos la clásica de los Priest con Rob Halford, Ken Downing, Glenn Tipton, Ian Hill y Dave Holland, este Screaming for vengeance tenía el siguiente track list

A 
The hellion 
Electric eye 
Riding on the wind 
Bloodstone 
(Take these) Chains 
Pain and pleasure 

B 
Screaming for vengeance 
You’ve got another thing comin’ 
Fever 
Devil’s child 


Y lo cierto es que es muy difícil analizar tema a tema un álbum sin mácula, sin una canción mala, genial en toda su extensión y que es de esperar que todos los que amáis el género hayáis escuchado millones de veces y tengáis en vuestra colección... pese a que en los más de cuatro años de existencia de este blog nunca hayamos hablado de él. Así que esta vez no lo voy a hacer y voy a limitarme a recomendaros la escucha completa de esta joya, desde el inicio imperecedero de The hellion y ese Electric eye que mantiene el país limpio, pasando por Riding in the wind, (Take these) Chainstake 'em off of my heart–, el tema título o esa Fever que me conduce más de treinta años atrás en el tiempo, con los auriculares bien calados en la oscuridad de mi habitación abandonado al placer que me producía esa guitarra desnuda balanceándose de izquierda a derecha. 

En fin amigos, dejemos la nostalgia de lado y pongamos una sonrisa de oreja a oreja con Screaming for vengeance


¡Feliz viernes! 
@KingPiltrafilla

Comentarios

  1. No sé si el mejor, pero una puta obra de arte metalero y uno de mis imprescindibles. Quizá se Judas el grupo con más entradas en el blog, no lo he comprobado pero podría ser. Salvo que los KISSadictos se hayan esmerado, je, je. Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. No tengas dudas, es el mejor junto al Defenders. Y sí, tienen bastantes entradas pero aún están lejos de los 17 de KISS y los 18 de Deep Purple. Un abrazo.

      Eliminar

Publicar un comentario

Otros crímenes...

Ozzy Osbourne - Blizzard of Ozz (Jet records, 1980)

Hoy traigo al blog uno de los discos más importantes de la historia del hard’n’heavy de todos los tiempos, el inicio de la carrera en solitario de un mito, el gran John Michael Osbourne , conocido mundialmente como Ozzy . Y aunque las circunstancias que rodearon al artista en ese momento vital son harto conocidas y se puede encontrar por la red información en abundancia, (creo que) no está de más que haga un pequeño resumen muy condensado en esta entrada.    Estamos en 1970, Black Sabbath han editado su primer disco y el infame manager Don Arden se ofrece para llevar la carrera del grupo. Ozzy Osbourne , el cantante de la banda, tiene 22 años y en las oficinas de Arden conoce a la hija de este, Sharon , de 18. Ellos aún no lo saben pero en unos años la joven se convertirá en una figura imprescindible para el alocado vocalista.    El tiempo pasa y los Sabbath con...

Liar - Set the world on fire (Bearsville Records, 1978)

  Hoy os voy a contar la pequeña historia de una pequeña banda que pudo reinar hace muchos, muchos años en un reino junto al mar, pero que acabó siendo tan conocida como cualquier otra banda de null-hit-wonder. Aunque, en su caso, los malvados genios de la industria musical deben recibir la culpa de su fracaso y olvido, pues su música está a la altura de la leyenda que quisieron alcanzar. Liar se formó en una pequeña ciudad inglesa llamada Maidenhead comandada por el jovencísimo bajista Dave Taylor. Corría el año 75 y el picor roquero gemía por sus venas. Con el baterista Clive Brooks, el guitarrista Paul Travis y Dave Burton a la voz grabaron un iniciático Straight from the hip dos años después. Tras el fichaje de Steve Mann se embarcaron en una intensa gira con Slade por Europa que completaron con un curioso periplo de tres semanas por la Hungría comunista de la mano de Piramis (banda local). De vuelta a casa, su mánager les consiguió un contrato con la pequeña Bearsville Rec...

Grand Prix - Samurai (Chrysalis, 1983)

Si quieres cardarte las melenas, ajustarte los pantalones y trasladarte a un garito británico de principios de los ochenta, súbete a este Samurai, no solo por las canciones con un toque de pomposo AOR con guitarras heavies, también por la producción y la mezcla: esas baterías, esos coros, esos tecladitos. Y ten en cuenta que la masterización reciente (la que escuchas en redes y plataformas), ha limpiado un poco el efecto final. Love it or leave it, no hay otra. Y aquí, lo amamos. En Grand Prix se reunieron talentosos músicos jóvenes. En su primera versión, allá por 1980, contaban con Bernie Shaw a las voces, Michael O’Donoghue a las guitarras, Ralph Hood al bajo, Andy Beirne a las baterías y Phil Lanzon a los teclados. Todos se encargaban de cantar y hacer coros. Tras la edición de su primer largo, llamado como la propia banda, Shaw dejó el grupo y fue sustituido por Robin McAuley, quien grabaría los dos siguientes: There for none to lose (82) y este que hoy os traigo. La banda se sepa...

Ghost – Skeletá (Loma Vista, 2025)

Debo deciros que Ghost son la única banda actual –es decir, nacida bien entrado el siglo XXI y aún en activo– de la que me compro casi todos los álbumes que edita. La satisfacción que me transmiten su sonido, melodías y concepto se mantiene con cada obra y opino que con cada nuevo lanzamiento han superado al anterior. Hasta ahora... o quizás también. Me explico. Cuando escuché este Skeletá por primera vez no tuve la sensación habitual de que la banda había escalado un peldaño más en calidad desde el disco anterior. Es lo malo de acostumbrarse a recibir dosis cada vez mas altas de genialidad y creatividad. Sin embargo, cada vez me gusta más, es uno de esos discos no tan inmediatos que ganan con cada escucha. Y es que las composiciones de Tobias Forge están llenas de matices diversos y pese a que los puristas del metal acusan a la banda de ser poco menos que ABBA con máscaras, lo que es innegable es que las raíc...

Sumerlands – Dreamkiller (2022)

El segundo disco de Sumerlands, Dreamkiller , es una reafirmación de principios: heavy metal melódico, con raíces en los años ochenta, pero producido y ejecutado con herramientas actuales. No es un ejercicio de nostalgia, sino una relectura sobria y bien enfocada de una fórmula clásica. Con una duración de apenas 31 minutos, el álbum va al grano, con composiciones cañeras, un sonido equilibrado y una ejecución limpia. La banda ha establecido una firma sonora reconocible en los últimos años y aquí continúa con ese enfoque: guitarras con presencia, sin adornos y sin eclipsar al resto de los elementos. El cambio más notable respecto al debut de 2016 es la incorporación de Brendan Radigan como vocalista. Su desempeño es sólido y contiene un timbre adecuado para este estilo. Radigan no intenta deslumbrar, sino integrarse al conjunto, y lo logra con solvencia. Su fraseo es preciso, su dinámica vocal clara, y sabe cuándo sostener una línea y cuándo dejar que la instrumentación respire. ...