“Too funk for rock, too rock for funk”. Así se definen en su página web Mothers Finest, una banda que, en realidad, no cabe en una sola caja. A lo largo de los cincuenta años que llevan en activo, con sus idas y venidas, han meado en todos los tiestos, unas veces más heavies, otras más funk, otras más blues, siempre roqueando.
Los años 70 fueron el origen y el éxito de la banda. Arrancaron con la década en Chicago (aunque, curiosamente, la mayoría de los miembros eran de Georgia) cuando el cantante Glenn “Doc” Murdock y la voceras Joyce “Baby Jean” Kennedy se juntaron con Jerry “Wyzard” Seay al bajo, Dion Derek a las baterías y los guitarristas Gary “Moses Mo” Moore y John “Red Devil” Hayes. En el texto que acompaña a su antología “Love changes: 1972-1983” lo dejan bien clarito: un sexteto multirracial que rompió las barreras establecidas juntando a dos de los peores gatos blancos de la zona para hacer funk y a cuatro de los más duros músicos negros para patear culos. De hecho, giraron asiduamente lo mismo con The Who, AC/DC o Black Sabbath que con The Commodores o Funkadelic. Así eran ellos.
Consiguieron debutar en falso allá por 1972 con un álbum titulado como la propia banda, sin éxito, lo que llevó a dejar a medias un segundo disco antes de que la compañía (RCA) les diera la patada. Con las ideas claras, siguieron dando vueltas hasta que en 1976 re-debutaron en Epic Records; con sus dos cojonazos llamaron, de nuevo, al disco como la propia banda. Ahí consiguieron cierto éxito con una de sus canciones emblemáticas, Fire. La cascada de discos y singles característicos de aquella época se sucedió con giras en medio. El excelente Another mother further (1977), producido por Tom Werman, Mother factor (1978), donde se cebaron en los sonidos más bailables dejando un poco de lado los roqueros, y el brutal directo Mothers Finest Live (1979) alcanzaron, todos, el disco de oro. Giraron por Europa y se empaparon de los sonidos más duros a ambos lados del Atlántico.
Cuando arrancó la nueva década, lo tenían claro: más heavy que una tormenta de clavos. Escogieron a Jeff Glixman para producir el álbum, un tipo del que ya hemos hablado por aquí por sus trabajos con Kansas o Paul Stanley. La banda consiguió juntar un puñado de canciones que suenan contundentes sin caer en el copia-pega de los sonidos del heavy emergente: aquí hay canciones de hard rock cargadísimas con el bajo sonando a la par de las dos guitarras, como si fuera una guitarra triple en ocasiones, una batería seca, muy presente, y la voz de Joyce rompiendo la pana. Esa mezcla convierte esta joya en un viaje gozoso por los sonidos de finales de los setenta y comienzos de los ochenta como encontrarás pocos.
El riff que abre el álbum en la inicial Movin’ on te da la pista: melodía, pero con contundencia, ritmo muy marcado con cambios rápidos, una línea vocal contundente y un buen estribillo. Luv drug apenas dura tres minutos y mantiene esa contundencia, algo más apresurado si me apuras, con el estribillo apareciendo tras la primera estrofa en apenas treinta segundos (un single en toda regla), con el coro doblando muy bien las voces (dos cantantes solistas, qué menos) y un breve y correctísimo solo de guitarra. En Rock ‘n’ roll 2 nite arranca ese pedazo de bajo “are you ready to r’nr” que te vamos a dar caña hasta en el carné de identidad, un tema fiestero en el que intercambian punteos y con una parte central en la que Murdock se luce. La batería te anuncia en U turn me on que esto va de rock y hard, un tema que me recuerda muchísimo a Ted Nugent, cantado de nuevo por Murdock, ahora más comedido; sin embargo, quizá la parte solista sea de lo mejor del álbum. Cierra esta cara All the way, donde se luce Joyce de manera superior, ahora como diva blusera. La canción se arrastra en un tempo largo donde encajan un puente muy chulo antes de un estribillo flojete. Hacia el tercer minuto la canción “se para” y muta en un rock seventies.
Ese aroma setentero arranca la cara b con Evolution, una de mis favoritas, donde todo está equilibrado: no pierden la contundencia en el muro rítmico, pero las guitarras suenan más comedidas, menos ásperas, dejando un solo a dos mástiles resultón. Continúan con la vacilona Illusion (c’mon over to my house), tremendo feeling, especialmente por la forma de interpretar de Joyce y, creo, por el acierto con las guitarras, posadas más en el rock añejo que en el “moderno”. Luego llega el solo y aparecen los fuegos artificiales. Time nos hunde un poco en ese rollo soul que tienen; la canción juega con el ritmo que van marcando bajo y guitarras tras la voz principal de Joyce, esta vez en plan black queen. Cuando ya creías que te lo habían dado todo, te arranca la batería de Gone with th’rain y la voz de Murdock y te meten de nuevo en el hard&heavy del momento, incluyendo sus cambios, su buen solazo y el estribillo para corear en directo. Cerrar el disco con la canción más rápida le da un puntazo a la experiencia de escuchar este Iron Age. No es Earthling la más contundente, pero corre como el demonio y tiene un fantástico estribillo y currada instrumental.
El álbum les mantuvo en el mercado y siguieron girando. Sin embargo, vendrían cambios significativos dentro y fuera de la banda que acabó, tras la publicación de One mother to another (1983) con la ruptura temporal (hasta 1989) y diversas aventuras en solitario o en otras bandas de sus músicos.
La portada y el artwork lo firma Tomas Gonzalez (así, sin tildes): en la portada una especie de robot o ser extraterrestre atravesando una pared (se ve muy claro el logo de la banda en primer plano a modo de escudo); en la contraportada (parece) que el bicho está entre nosotros. La edición que comparto se imprimió en Holanda en el año 81.
Disfrutad de un cañero fin de semana, malditos.
Estupendo disco. No tenía presente a este grupo y, al menos esto que nos has traido, es de nivelazo. El álbum tiene un sonido de hard rock americanizado setentero-ochentero de lo más atractivo. Ya te digo que si lo pillo por ahí a buen precio, se viene a casa. Voy a programarme ese Another mother further que recomiendas. Lo mejor de todo, el cantante, que en la alucinante Illusion me recuerda horrores a Tina Turner y esas guitarras tan acertadas. Un inicio ffvinilero perfecto. A ver el resto de propuestas jejejeje. Un abrazo y feliz finde. KING
ResponderEliminarSospechaba que te gustaría. De los que comento es el más "nuestro rollo", aunque el de Werman suena muy bien. El directo, también, aunque es muy crudo. En fin, otro clavito nuevo viejo en el blog. Un abrazo.
EliminarSuper curiosa entrada y disco. A veces parecen dos discos distintos, cuando canta ella o él. Vaya mezcla de funk y rock una década antes que los Living Colour. Me flipa vuestra cultura musical que conocéis estas cosas. Un abrazo
ResponderEliminarEn mi caso, es más curiosidad que cultura, de verdad. Aunque igual la frontera entre ambas es muy sutil. Sí, es como tener dos bandas en una. Incluso, creo, en los discos de los setenta se nota más esa dualidad. Y queda muy bien. Un abrazo.
EliminarMother's Finest es una de las bandas (junto con Triumph y alguna más) que más discos suyos veo en tiendas y mercadillos de vinilos de segunda mano, pero realmente esta portada no la había visto hasta ahora. Mi acercamiento a ellos había sido en canciones sueltas y mi impresión había sido parecida a tu frase de apertura "Demasiado Funk para rockear". Ojo, me encanta el Funk y por supuesto que me encanta el Rock, pero no hay muchas bandas que crucen los estilos y salgan bien parados. Este "Iron Age" me ha sorprendido positivamente, muy rockero, con mucho "rollo" y "mojo", no tan Funk como recordaba. El hecho de estar cantado por dos vocalistas diferentes es un arma de doble filo a veces y salen bien parados. Buen descubrimiento. Un abrazo Manu!!
ResponderEliminarEs verdad que algunas portadas suyas son habituales en tiendas de discos y mercadillos. De hecho, este me llamó la atención por la portada, ya ves. Una joyita, en mi opinión. Piérdele el miedo a la banda y bichea en su discografía. Un abrazo.
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