Son Seals no es un músico de blues cualquiera. Siempre tuvo algo especial. Algo salvaje, irresoluble en su interior, le llevaba a recorrer caminos diferentes a los de sus iguales, a buscar constantemente el siguiente escalón lleno de inquietud, a correr riesgos constantes. Este fuego convirtió su guitarra en un bastardo cruce crudo entre el blues y el rock y su vida en un tobogán de alegrías y desgracias. Una de sus mujeres le disparó en la cara; la bala quedó para siempre alojada en su mandíbula y a pesar de varias cirugías ni su aspecto ni su voz volvieron a ser lo mismo. Poco después le amputaron una pierna, a consecuencia de la diabetes que padecía. Perdió la mayoría de sus posesiones en un incendio mientras estaba de gira. Le robaron sus guitarras más valiosas y casi todo el equipo antes de una de sus últimas giras. Murió por las secuelas de su diabetes en 2004, con 62 años y catorce hijos en su haber. ¡Más hijos que discos! Once llegó a editar desde este debut de 1973 que comparto hoy. Se tomaba las cosas del estudio con mucha calma. O es que no le daba tiempo en realidad.
Seals había comenzado su andadura musical como baterista. A los trece años se fue de gira con Robert Nighthawk, un pionero del blues de guitarras. ¡Tan joven! Son nació y creció en la parte trasera de un club de West Memphis (Arkansas, Estados Unidos) donde cada noche había conciertos y jaleo, un negocio que regentaba su padre. Sus recuerdos de infancia siempre van pegados a este sitio, a las noches interminables de música. Su adolescencia transcurrió entre giras y conciertos con cualquiera que se acercara por allí. Hasta que a los dieciocho decidió montar su banda. Tuvo que coger la guitarra y cantar y ahí empezó el "auténtico" Son Seals.
Pasarían doce años hasta que grabara este debut. Pero nunca dejó de creer y tocar. A veces al frente de su banda, a veces como segundo guitarrista y en otras golpeando la batería. Iba de aquí para allá hasta que en 1971 falleció su padre y decidió mudarse a Chicago con una de sus hermanas. Poco a poco se hizo un hueco en locales diversos y a una de sus míticas, sucias y minoritarias actuaciones en los jueves del Flamingo acudió un aficionado al blues y a la fiesta llamado Wesley Race. El tipo quedó tan sorprendido por la novedosa y rabiante propuesta que llamó desde allí mismo a su amigo Bruce Iglauer. Por entonces, Iglauer era editor del Living Blues Magazine, manager a tiempo parcial de Houng Dog Taylor y vendedor en Jazz Record Mart; además, y clave en esta historia, había fundado una nueva discográfica llamada Alligator Records, compañía que se convirtió en un mito del blues de los setenta.
Tras esta llamada, Iglauer y Seals se conocieron. ¡Había que grabar un disco a este tipo! Las condiciones tampoco es que fueran ideales. Para empezar, Seals, en realidad, no tenía banda. Actuaba con los músicos que podía encontrar o engañar cada noche. Alligator disponía de un presupuesto ridículo para alquilar un estudio y pagar al personal. Y Son se empeñó en tocar sus propias canciones, rompiendo la habitual costumbre en el estilo de llenar los discos con versiones y algún tema propio. La terquedad de Son le llevó a pedir varios favores; consiguió que John Riley (bajista) y Charles Caldwell (batería) se unieran a él para ensayar en la trastienda de la tintorería de un amigo. Cuando estuvieron listos, Iglauer alquiló diez horas de estudio en dos noches consecutivas y el trío, con el apoyo de Johnny "Big Moose" Walker al órgano, registró todas las tomas que pudieron de los seis cortes que Seals había compuesto. Durante el proceso, eligieron tres versiones e improvisaron un instrumental hasta completar las diez canciones que forman este álbum. Como dato extra, Seals solo poseía una guitarra barata, una Montgomery Ward modelo Norma.
Tercer lanzamiento de Alligato Records, con número 4703, pasó sin mucho éxito en realidad, pero le sirvió para tocar todos los días de la semana cada vez ante más gente en clubes, universidades, festivales, fiestas privadas y cualquier sitio donde le dejaran. Tardó cuatro años en registrar el siguiente Midnight son. Para entonces ya actuaba a lo largo y ancho del país.
Abre con una versión de Little Junior Parker de estructura clásica, Mother-in-law blues, una divertida canción donde la suegra viene a llevarse a su hija de casa: "I looked out my window and saw my baby walk away/I thought Lord, please stop her, ain't gonna get drunk/No mo'/(...)/Well, I watched my baby leave, her mother had her by the hand". La intensidad de Seals parece oculta en el inicio de Sitting at my window, lamento con ojos perdidos en el horizonte "just to think about my baby, Lord, she's got some other man". Ojo al punteo central, una de las primeras barbaridades de este tipo. Su estilo recuerda mucho a Albert King, con quien giró de baterista, con una impronta personalísima. Acelera un poco en Look now, baby, con un fantástico trabajo de órgano y otro solazo imponente, sin artificios ni adornos. Y después de tanto lamento, estaba claro: You're love is like a cancer. Una de mis favoritas: el modo en que Seals comienza introduciendo la melodía, la interpretación vocal, sentida y ruda a la vez, la resignación "your love is just like a cancer, woman/Lord, eating away my life/but if your loving should kill me/Lord knows I don't mind dying". Cierra All your love, de Magic Sam, un pequeño contrapunto melódico, menos crudo.
Dejamos el tema amoroso por un momento para hacer crítica social: "I do all the hard work but my boss, he takes all the money/That's why I've got to leave this country, boy/And go to some big town". Cooton picking blues comienza con un clásico descenso blusero, se conduce con calma y te arrastra hasta casi los cinco minutos mediante fraseos magníficos. La instrumental Hot sauce nos pone bailones tras los dedos rápidos en los trastes para volver a la pena amorosa sin perder el ritmo en How could she leave me? de lo mejorcito del álbum. La fórmula compositiva de Son deja mucho espacio para su improvisación a las seis cuerdas y aquí no iba a ser menos. De nuevo destacar el órgano dando un contrapunto estupendo. Going home tomorrow fue una elección del propio músico, una versión de un viejo tema de Fast Domino (del 52) que le queda como un calcetín ajustado a su estilo. Esta canción la revisitaron artistas tan dispares como Little Richard, Percy Sledge, James Brown o Ike Turner. Ojo al pedazo de solo que se marca el colega al final. Cierra este pequeño viaje con un blues amoroso, lento, de título Now that I'm down. "When I had money/I was the talk of the town/But now I'm broke and raggely/And they don't even want me around". ¿No me queréis ahora que estoy hundido? No pasa nada: "Now I'm doing all right/and I'm on my feet again/and I don't need nobody to help me/to drink up my whiskey, wine and gin". Un ¡que os den! en toda regla.
El vinilo que comparto hoy es una reedición española del 2022 , copia de una italiana de 2018. La portada muestra en una foto con efecto de ojo de pez a Son extasiado tocando su guitarra. La foto y el diseño corresponden a Peter Amft y el logo lo "improvisó" Michael Trossman, artistas que se convirtieron en habituales de Alligator Records.
Disfrutad del fin de semana, gentuza.
Maravilloso Son Seals, y, para mí, maravilloso disco, si señor. Elección con la que me has ganado, querido Rock!!!!
ResponderEliminar¡Me alegro mucho! De vez en cuando escucho buena música 😉
EliminarMás eléctrico que él muy pocos. Grande Son Seals, y grande Bruce un productor de un hacer exiquisito...
ResponderEliminarIba a poner algo parecido en el post, pero al final lo borré. Igual quedaba demasiado categórico. Pero estoy de acuerdo en que esa crudeza eléctrica suya es casi garagera. Ponle distorsión y un poco de Buzz y ya verás 😅
EliminarQuerido Manu, he dejado este disco para el final porque como sabes no está hecho el blues puro para la boca/oídos de este asno. Ante los comentarios anteriores siento un poquito de vergüenza. ¿Seré raro? ¿estaré tan equivocado? Ya sabes, si Cayetana no le perdonará nunca a Carmena que según ella le aguase la Navidad a su hija, yo nunca le he perdonado a Gary que dejase el buen hard rock para pasarse al blues. En fin, que no soy capaz de comprenderos cuando ensalzáis a las figuras del género por lo que estoy del todo desautorizado para comentar tu entrada, si no es para decir que –como siempre– está muy bien escrita. Pero musicalmente, bueno, me parecen los mismos sonidos de siempre, canciones compuestas hace décadas y décadas con melodías que los músicos de blues han utilizado hasta la saciedad añadiendo aquí y allá desarrollos propios. Vamos, que me dices que el disco es de la primera época de los ZZTop y me lo creo. Y le pones la voz del mencionado Moore y también me encaja. Lo dicho, que no puedo opinar. Además, tú te fijas mucho en las letras y yo soy el típico que escudriña las notas pero no le presta atención alguna al mensaje. Vamos, que soy lo peor. Así que, enrollándome mucho sin decir nada... un abrazo y feliz fin de semana. Por lo menos, no dejo nunca una entrada sin comentar jejeje KING
ResponderEliminarEn realidad, yo creo que eso nos ocurre a la mayoría con diferentes estilos de música. A mí me cuestan mucho los sonidos extremos del metal como a ti el blues. No consigo cogerle el punto al black metal o al metal sinfónico y similares. Si me recomiendas un buen disco lo escucho y puedo apreciarlo, pero raramente me calan o vuelvo a ellos. Quizá sea cuestión de oído, de gusto o yo qué sé. Lo bueno del blog es compartir nuestras disparidades, enseñarnos cosas, abrazarnos en las mierdas que nos gustan y mirarnos con cariño en las que nos disgustan, ja, ja. Más o menos. Gracias por leerme y comentar, como siempre haces. El día que me faltes te busco en el twitter y te enteras. Un abrazo.
EliminarMenudo discazo, si señor. El sonido es espectacular. No solo la guitarra, sino que el sonido global es excelente. Obligatorio para los que amamos el blues eléctrico en formato trío, sobre todo cuando las guitarras empiezan a saturar... Sonido crudo, sin florituras, y directo al estómago. Excelente entrada. Saludos!
ResponderEliminarGracias por la parte que me toca. Fue un gran descubrimiento este tipo al que llegué por casualidad. Como bien dices la producción tan simple le da un toque garagero. Diez horas de grabación bien aprovechadas. Un saludo.
EliminarYo tampoco soy precisamente fan del género, por decirlo suave. Sí que me encanta el disco donde se juntan Mayall y los Blues Breakers con Eric Clapton, pero en general no es un estilo que me vuelva loco. Le he dado una oportunidad a este disco y bueno, no lo he quitado pero volarme la cabeza pues no ha volado mucho. Me mola mucho el solo del Going Home Tomorrow y cosas así, pero no está hecho para los blandengues moñas como yo. Lo que sí me ha gustado, como siempre, ha sido tu entrada. Tremenda historia la de este tipo, madre mía. Enhorabuena y feliz lo que queda de puente, un abrazo!!
ResponderEliminarMe gusta traer historias suculentas detrás de los discos. Siempre que traigo un disco de blues hay diferencia de opiniones y es normal. Hay una parte del estilo, digamos, más amable, más para todos los oídos. Cómo en cualquier estilo, supongo. Un abrazo.
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