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Mostrando las entradas etiquetadas como Rockologia

Onslaught - In search of sanity (London Records, 1988)

  En las Islas Británicas correteaban de escenario en escenario, con más o menos suerte, bandas como Cerebral Fix, Sabbat, Deathwish, Slammer, Xentrix, Hydra Vein, Acid Reign, Anihilated, Virus o estos que hoy traigo, Onslaught. Todas, más o menos, podían catalogarse dentro del underground metalero, unas más thrashers, otras más punk, otras más heavies. Hacerse un hueco ahí era difícil, con el poderío cada vez más notorio de la escena yanqui (Slayer, Anthrax, Metallica, Testament, Megadeth) y las bandas del continente empujando (Kreator, Sodom).  Tras dos discos y muchos cambios (un cantante en cada uno de ellos y también de bajista o guitarristas) los muchachos de Onslaught firmaron un contrato con London Records y se sentían esperanzados: sus nuevos jefes tenían un acuerdo con Universal para la distribución. Pero siempre hay un “pero”. Tanto poder tienes, tanto decides. Y la nueva compañía puso sus condiciones. La primera, cambiar de cantante; adiós Sy Keeler, bienvenido Steve Grimme

The Allman Brothers Band - The Allman Brothers Band (ATCO 1969, Polydor 2015)

  Hablar de este debut de The Allman Brothers es hablar de la juventud y los inicios de Duane y Gregg Allman, los principales motores de las canciones que lo componen. Dos adolescentes que crecieron a medio camieno entre Nashville y Daytona Beach, Florida, en el amor libre y la experimentación musical de los años 60. Los dos hermanos comenzaron a tontear con el mundo de la música en un grupo extraño liderado por cuatro cantantes negros que se llamaba The Untils and The Houserockers. Rebotaron de aquí a otros proyectos con muy poco éxito (Hour Glass, The Escorts). De aquellas experiencias, Duane comenzó a darle fuerte al guitarreo, tras ver la luz en un concierto de B.B King, mientras Gregg prefería el órgano Vox.  Su último fracaso con Hour Glass (dos discos de estudio) les devolvió afortunadamente a Florida. Y digo afortunadamente porque en una sesión de estudio para Wilson Pickett nació “la leyenda”. Phil Walden, mánager a la sazón de Otis Redding, le escuchó en aquella sesión de es

Head East - Head East (1978, A&M Records)

  En el antiguo blog de Rockología escribía una sección llamada “Casi famosos” en la que aparecían esos artistas que han bregado en el mundillo del rock sin alcanzar el Nirvana universal, pero rozaron con sus dedos ese momento. Y esta banda de estadounidenses podría perfectamente haber aparecido en dicha sección. Estuvieron dos veces a punto de lograr ese salto a las listas de ventas y al corazón de los fanes. Su debut autoeditado de 1974, Flat as a pancake , de horrible portada, consiguió modestas ventas y les proporcionó fama y conciertos en eso que llaman el medio oeste. La compañía A&M lo reeditó el año siguiente con algún revuelo en los mercados, sin pasarse, ojo. Los dos siguientes discos fracasaron y este cuarto que hoy traigo les devolvió al punto de partida. Sea, quizá, su mejor obra, el homónimo disco llegó a las tiendas en febrero de 1978 alcanzando el puesto 78 en el famoso Billboard 200 poco después. Contenía el single más popular del grupo, la versión de Since you bee

Bonnie Tyler - Hide your heart (CBS, 1988)

  A principios de los ochenta Bonnie Tyler era una artista joven con cierto éxito en las listas de ventas, especialmente por algunos de sus famosos singles; un caramelo para cualquier discográfica. La CBS decidió apostar por ella con un gran contrato y mucho dinero. Dejó su primer álbum para la compañía en manos de Jim Steinman, por entonces un chico de oro gracias a sus megaéxitos con Meatloaf. Steinman compuso y produjo la canción más vendida de nuestra protagonista: Total eclipse of the heart. El álbum que la incluyó, Faster than the speed of light (1983), también llegó al número uno. Consagrada artista multiventas, Bonnie Tyler despachó temas en bandas sonoras (Holding out for the hero, en Footlose, 1984) y colaboraciones (Islands, con Mike Oldfield, 1987). El disco siguiente, Secret dreams and forbidden fire, de 1986, contó con la producción ejecutiva y la composición de Steinmann y el añadido de otros individuos: Roy Bittan Bryan Adams y un tal Desmond Child. Bonnie y “la compañ

Los Rodríguez - Buena suerte (Pasión, 1991 - Polydor, 2022)

  Una de las bandas más importantes en universo rock-en-español de los años 90 (quizá de cualquier década) faltaba aún en nuestra particular vinilopedia. Los Rodríguez se formaron en algún lugar entre Argentina y España y se afincaron en Madrid con la ferviente intención de conquistar el mundo. Iniciaron esta andadura como quinteto. Ariel Rot y Julián Infante, compañeros en los famosos Tequila, andaban dando tumbos y buscando un proyecto firme desde que se disolviera la banda. En Buenos Aires consiguieron engañar a Andrés Calamaro, por entonces girando con Los Abuelos de la Nada y probando suerte en solitario. Estos tres calaveras reclutaron a Guille Martín para ocuparse del bajo, amiguete de Infante, y a Germán Vilella para darle a la batería. Martín había formado parte de Desperados (junto a Rafa Hernández, fundador de La Frontera) y Vilella tenía un sonado currículum al lado de gente como Luz Casal o Antonio Flores, entre otros.  Decidieron tomárselo como una hoja en blanco y pone

Craaft - Craaft (EPIC, 1986)

En la amalgama de géneros bajo el paraguas del hard rock melódico, a mí me gusta especialmente el rollo germánico/americano: aquellos grupos de centro Europa que durante los años ochenta decidieron olvidarse de esa moda speed o heavy metal y abrazar las sonoridades transatlánticas, bien con un tufo más AOR, más "angelino" o del mismísimo New Jersey. Bandas de estas ya hemos traído por aquí, como Vamp , Bonfire o Victory. Y hoy añado otra más, Craaft, banda alemana formada en 1984 que editó tres álbumes entre 1986 y 1992.  El debut que hoy comparto, nominado como la propia banda, fue su disparo principal, una apuesta que contó con el apoyo de EPIC y les llevó a grabar parte de la música a Estados Unidos. La banda la forman en esta entrega Klaus Luley a la voz principal, la guitarra y el bajo, tareas estas dos que comparte con Reinhard Besser, más el teclista Franz Keil. Para la grabación metieron baterías Sandy Gennero y Jürgen Zöller, aunque originariamente se grabaron las b

UFO - Mechanix (Chrysalis, 1982)

  Si le pones a un disco el nombre del pub al que vas a atiborrarte de cervezas y chupitos durante la grabación, ya estás indicando dónde pasaste tus mejores momentos. Mechanix se llamaba el pub suizo al que iban tras las jornadas de estudio los muchachos de UFO; a veces en medio; a veces, en vez de ir al estudio. Y no era la primera vez: Wild, willing sirvió cervezas y copas durante la grabación de (lo has adivinado) The wild, the willing and the innocent (1981). Eso eran UFO a principios de los ochenta. El propio Phil Mogg (cantante) reconoce que “el disco que grabamos con George Martin ( No place to run , 1980) fue el último que grabamos con la cabeza en su sitio”. Hay que tener en cuenta que, como a otras bandas que consiguieron cierto éxito en la década anterior, adaptarse a los cambios del mercado no fue fácil. Si le añades eso que llaman madurez, vamos, hacerse menos joven, los cambios de miembros, los divorcios, los manager, tienes un cóctel difícil de gestionar, un veneno qu

The Electric Alley - Apache (Autoeditado, 2022)

  Es un debate recurrente en redes: el rock (el metal, ponga usted aquí lo que quiera) está muerto. Y, mirando los carteles de los grandes festivales y los precios que las viejas glorias cobran por eructar en un escenario, parecería que sí. Muerto porque ¿quién se puede permitir pagar gira tras gira esas barbaridades? Pero, más muerto, porque no hay renovación, no hay oportunidades para las bandas nuevas. Desde hace dos décadas. Da igual lo buenas que sean. En el rock, o tienes la cadera artificial o la nariz de plata o el corazón trasplantado o ya puedes olvidarte. Y es una pena, porque si el mercado (las tres compañías que existen) han matado la posibilidad de sobrevivir, ya no digamos bienvivir, del rock o el metal, siguen saliendo constantemente bandas que hacen un trabajo fantástico, y, en ocasiones, como esta que comparto, con obras que sonrojan a muchos de esos "artistazos" que están viviendo una segunda (algunos primera, otros tercera) juventud económica. The Electric

Foreigner - Head games (Atlantic, 1979)

  ¿Puede una portada destrozar un disco? Este es un ejemplo magnífico. ¿A quién se le ocurrió que "esto" podría vender? Llama la atención, claro, pero la imagen no puede ser más desagradable. El tema de la chica borrando su nombre o su teléfono del baño de los chicos, a finales de los setenta, sería de lo más simpática para los/las adolescentes, consumidores principales de los anteriores discos de Foreigner. Ni aun así. La foto es fea, extraña, mal encajada. Uno observa primero a la chica, parece estar sentada en el urinario, y, luego, se percata del papel higiénico y, por fin, supone lo que está haciendo. El propio Lou Gramm (cantante) reconoce que les machacaron por la portada e incluso les vetaron en numerosas cadenas radiofónicas. La banda, además de Lou a las voces, la componían el "jefe" Mick Jones a las guitarras y el piano, Al Greenwood a los teclados, Ian McDonald tocando teclados y guitarras, Dennis Elliott a la batería y Rick Willis al bajo. Escogieron co

REO Speedwagon - Good trouble (EPIC, 1982)

  Hoy vengo a hablar del Síndrome del Disco de Después , habitualmente acortado como SíDiDe.  Se aplica este término a aquellas obras sonoras vinílicas, usualmente, que edita una banda o un artista tras haber alcanzado el súmum mediático, comercial y, más importante, fanístico, juntándose la triada deseada por cualquier músico: adoración de los escribas y críticos, millones de Euros o dólares en el bolsillo y una marea maravillosa de personas felices por sus canciones. Ocurre que, tras este Nirvana, el músico, o los músicos, si hablamos de un grupo, tienen que continuar produciendo. Al fin y al cabo, los especialistas están esperando para destrozarles, "la compañía" les quiere ordeñar hasta dejarles secos y los fanes, ay, los fanes, ansían volver a vivir ese estado de felicidad que apenas sí nos dura tras una canción. ¿Y qué ocurre? Que o bien la inteligente y entendida crítica sonríe con maldad y les pintan la cara con palabras desasosegantes al compararlo con su magnífica o