Aunque esto verá la luz ya en agosto, para mí todavía es julio por lo que he estimado que aún tenía que hacer una entrada, más o menos, sesuda. De un disco de esos que los críticos se toman en serio…lo que no siempre va aparejado a que sea un gran trabajo o, si lo juzgamos desde la parte sentimental, que signifique algo importante para el que lo disfruta: la belleza está en los ojos del que mira y la emoción de la música en los oídos de quien escucha.
Men at Work fue un grupo australiano que consiguieron ser los primeros encabezar las listas de éxitos y de ventas americanas al mismo tiempo. Curiosamente, su líder, Colin Hay era escocés y se mudó a las antípodas con 14 años, allá por el año 67. En Melbourne conoció al guitarrista Ron Strykert con el que formó un dúo acústico en el 78. Al año siguiente decidieron aumentar la banda con el baterista Jerry Speiser, el multi instrumentista Greg Ham (saxofón, flauta y teclados) y el bajista John Rees. Tras foguearse en los mejores escenarios de Melbourne, en 1981 editaron su álbum debut, este Business as Usual. Los datos de ventas son apabullantes: seis veces disco platino en USA, 5 en Canadá, 3 en Australia, 1 en UK…Por ejemplo, en USA estuvo 15 semanas liderando la lista de ventas hasta que un tal Thriller lo destronó. Y dentro de LP, tenemos dos de las canciones del rock australiano más famosas de la historia. Ahora pasaremos a ello no sin antes terminar con la historia y devenir del grupo. Tras este éxito internacional que también los llevo a ganar un Grammy en el 83 al Mejor artista nuevo y ser uno de los grupos más pinchados en la nueva cadena musical MTV, editaron dos discos más. Uno en el 83, titulado Cargo que no tuvo malos resultados y en el 85 Two Hearts, que fue un batacazo de crítica y ventas y vino a suponer el final del grupo. Corta e intensa carrera.
La cara A comienza con una de las intro a saxofón más reconocibles por los que amamos la música…y por los que no. “Who can it be now?” fue lanzada a principios de 1981, y se incluyó en este primer vinilo de los hombres trabajadores. Y como muchos otros temas que se han hecho inmortales, a este también le costó llegar al Olimpo musical porque, aunque llegó al número 2 de la lista australiana no fue hasta que se lanzó en el 83 en Estados Unidos cuando lo rompió definitivamente. Según contó Hay, la letra la escribió cuando vivía en el animado barrio de Kilda, famoso por el rock and roll, la fiesta y las drogas:”Había gente viviendo al lado que movía un poco el producto. Se cometían errores, y la gente llamaba a nuestra puerta buscando algún tipo de estimulante, y nosotros no lo teníamos. Siempre se oía a gente llamando a la puerta de otros. Teníamos una de esas pequeñas mirillas, y yo siempre me acercaba sigilosamente a la puerta cuando alguien llamaba, para ver quién era. Nunca estaba seguro de querer abrir la puerta”. Como dicen algunos compañeros del blog, temarral. El segundo corte es para “I Can see it in your eyes” que comienza con un teclado y una guitarra juguetona para perder un poco de fuelle, quizás demasiado pop en relación al fantástico inicio del plástico. Pero tampoco importa mucho porque aparece “Down Under” que es la canción que me ha hecho inclinarme a traer este disco y no otro, aunque no precisamente por el inmediato reconocimiento por casi cualquier oído sino por la truculenta historia que sucedió 25 años después de su lanzamiento. Un ritmo cercano al reggae con una flauta mágica en las manos y labios de Ham que enganchan. “Down Under” significa algo así como por debajo de debajo, y es una forma en la que los propios australianos se definían a ellos mismos, es decir, una tierra al sur de todo, allá abajo, sin fronteras con nadie, lo más lejos posible de cualquier otro sitio. La canción cuenta sobre distintas vivencias y costumbres de Australia y de los años ochenta. Está inspirada en el libro "Las Aventuras de Barry MacKenzie", donde el protagonista viaja y recorre Gran Bretaña para encontrarse a sí mismo; y también en las propias experiencias del cantante Colin Hay. En definitiva, una canción sobre la pérdida del espíritu del país y su americanización. Incluso el videoclip, en tono irónico relata todas esas ideas. Además de llegar al número uno en USA, la canción pasó a ser como el himno oficioso de Australia. En el año 2000 fue una de las elegidas para la ceremonia de clausura de los juegos olímpicos de Sidney (por cierto, la última vez que los integrantes de la banda se reunieron) aunque ya había sido usada para celebrar la victoria australiana en la American Cup de 1983, primera que EEUU perdió en toda la historia. También en el mundial de Qatar de 2022, era una de las dos canciones usadas cuando el equipo aussie marcaba un gol. Pero…Nadie se percató hasta el 2007 que había otra melodía australiana muy famosa que compartía muchas notas (de hecho, todas) con ese riff de flauta eterno de Ham. En un programa televisivo de esos de preguntas a equipos, como podría ser nuestro Pasapalabra, se interrogó a los concursantes sobre a qué canción pertenecía una melodía: todos contestaron que era al “Down Under” pero resulta que se estaban refiriendo a una canción infantil, compuesta allá por 1932 por una profesora de nombre Marion Sinclair: “Kookaburra Sits In the Old Gum Tree”. Kookaburra es un pájaro típico de Australia como el árbol Gum. Ganó un concurso de scouts o similar y con el tiempo se convirtió en una melodía tradicional australiana por el uso que se hizo de ella. Sinclair nunca reclamó por un posible plagio y, de hecho, antes de su muerte cedió todos sus derechos a la Junta de Bibliotecas de Australia Meridional. Pero resulta que, tras el concurso de marras, algún ejecutivo de una disquera llamada Larrikin demandó en el 2008 a la banda por plagio pues eran los dueños de los derechos de “Kookaburra”: allá por 1990 compraron los derechos a la muerte de Sinclair a la Junta de Bibliotecas (que, por cierto, fue multada por hacerlo). Bueno, eso según unas cuevas. En otras he encontrado que el copyright pertenecía a la Asociación de Guías de Chicas, o sea, girlscouts.¿Flipábais con el tema de los plagios de “Creep” de Radiohead que os conté en la entrada de Albert Hammond aquí? ¿O con la bizarría de que “Bittersuite symphony” fuese acreditada a Jagger y Rcihards en vez de a Richard Ashcroft? Pues creo que esto lo gana: unos tipos que compran a batiburrillo a una asociación unos derechos de canciones de fogata y campamento reclaman, 27 años después de su publicación el 60% de los derechos generados por un tema de importancia mundial. A ver, al final el juez lo dejó en un 5% de las regalías generadas a partir del 2002, pero aun así…En un documental posterior al juicio, Colin Hay denuncia que la muerte de su padre en el 2010 y del flautista Ham en 2012 están directamente relacionadas con este juicio. Aunque murió de ataque al corazón, Ham llevaba unos años deprimido y enganchado a las drogas porque “era el tipo que soplaba la melodía robada”. Eso sí, Hay no reconoce ese posible plagio, aunque Ham sí llegó a reconocer que fue un homenaje a un tema popular de su infancia y que incluyó el riff para darle más sabor australiano a la canción, pero siempre pensando que era una melodía tradicional, como nuestro patrio “el corro de la patata”. Incluso en el videoclip, Ham toca su parte sentado en un árbol, como el título de la canción infantil. Para terminar, en muchos conciertos, Hay cantaba la letra de “Kokaburra” sobre la melodía de la flauta. En fin, el mundo empresarial y cómo hay gente que se hace rica aprovechándose de otros: niños y niñas, tened cuidado ahí fuera. Bien, ahora retomamos el disco con “Underground” que abre el saxo de Ham y se sostiene en una base rítmica hipnótica. Cerramos este lado con “Hepless automation”, en la voz de Ham, bastante más acelerada. Por alguna razón, esta última parte del disco se me asemeja al Regatta de The Police.
La cara B vuelva al pop descarado de “People just love to play with words”, compuesta por el guitarrista Strykert. De pasar a la historia otra canción de este LP aparte de las dos reseñadas de la cara A, podría ser el “Be Good Johnny”, con unos teclados psicodélicos, riffs de guitarra a juego y una letra con sentido del humor donde Hay juega con sus cuerdas vocales en el estribillo muy Beach Boys. Y, a pesar de lo dicho, el tercer corte “Touching the untochables” es muy superior: tanto los solos de guitarra como de saxofón le dan un aire sombrío que le sienta muy bien al disco después de tanta alegría. “Catch a star” se puede escuchar sin problemas dentro de una nube de humo de contrabando. Y “Down by the sea” es una larga balada que cierra a muy buen nivel este primer trabajo de los Men at Work.
La producción fue de Peter Mclan (no confundir con nuestros murcianos favoritos: acha, Esparza, no te lo tomes a mal pero es asín) que luego trabajó con los Mr. Mister en sus primeros y poco exitosos discos, como ya os conté por aquí. En los créditos pone que la maravillosa cubierta es obra de Juan Gatti. No sé si será el mismo fotógrafo y diseñador argentino conocido en España por las portadas que hizo para Mecano y, sobre todo, Alaska (como el Deseo carnal) y sus colaboraciones con Almodóvar. Imagino que sí, pero no he encontrado referencias a este trabajo en concreto. Y he de decir que es una portada que me encanta y que pondría en primer término si tuviese expositores de esos de vinilos: es de un cartón no plastificado que le da una autenticidad maravillosa. Mi copia es española, del año 82 que se vino conmigo a casa tras verla, atención, en un todo a 100 de Leganés que visité tras comprar el décimo de lotería con la fecha de nacimiento de mi hija en una administración cercana y a cuyo dueño le molaba esto de los vinilos y tenía una colección considerable a la venta. Cada año que voy a hacerme con el décimo me pasó por allí, pero, o han cambiado de dueño o ha descubierto que saca más dinero vendiéndolos por otro lado.
Feliz agosto a todos.
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