El vinilo que hoy os traigo es este Lock up the wolves de Dio, un álbum al que no menciona demasiada gente cuando se le pregunta por los momentos más memorables de la carrera en solitario del pequeño gran Ronald James Padavona. De hecho, supuso un fracaso comercial al vender menos que sus predecesores lanzamientos. Y pese a ello, creo que es un estupendísimo disco, mucho mejor que algunas cosas que estaban por venir aunque debo confesaros que en su día también me decepcionó un poco al no tener el sonido clásico de los primeros álbumes del elfo. Parte de la culpa es del propio Ronnie. Quinta obra de la banda, no sólo supuso un nuevo cambio de guitarrista tras el despido de Craig Goldy –que a su vez había grabado el primer álbum del grupo sin Vivian Campbell– sino que fue la primera sin los habituales Vinnie Appice, Jimmy Bain y Claude Schnell, ofreciendo más que nunca la imagen de un proyecto en solitario con mercenarios al servicio del amo y señor de su banda.
Como ya conté en mi reseña del Sacred Heart, el responsable total del sonido Dio era Ronnie James, quien –según asegura su viuda y manager Wendy Dio– era el autor de música, letra y melodía de los solos de todos los temas, diciendo a los guitarristas lo que tocar y de qué manera. Cierto o no, la verdad es que la energía, desparpajo, frescura y emoción que desprendían los solos de Campbell nunca más volvieron a salir de su guitarra desde que fue despedido así que... que cada uno piense lo que quiera.
Y esa fue la razón por la que
Ronnie prescindió de
Goldy. En alguna entrevista declaró que el problema de los guitarristas
norteamericanos era que eran incapaces de tocar lo que se les mandaba. Por
supuesto, Craig no comparte esa
versión. En el pasado llegó a decir que en su momento pasaron algunas cosas
que deberían ser contadas y que algún día lo haría. Sin embargo, tras la
muerte de Ronnie James, echó tierra sobre el tema y a estas alturas no creo que se sepa nunca lo
que ocurrió entre ellos realmente. De todas formas, no sería tan grave
porque ambos siguieron siendo amigos y ya sabemos que
Goldy regresaría a
Dio para participar en la grabación de varios álbumes más que
recomendables.
Pero Dio tenía en ese momento una necesidad acuciante, le urgía conseguir un guitarrista para la banda, solvente pero desconocido a poder ser –no era cuestión de que le hiciese sombra al jefe cualquier guitar hero endiosado– y se puso manos a la obra. Y si Ozzy había reclutado al jovencito Zakk Wylde de veintiún años para grabar su primer disco sin el despedido Jake E. Lee, Ronnie contrataría a un más joven todavía Rowan Robertson, un guitarrista británico de dieciocho años, fan de la banda y emulador de Jimi Hendrix, Billy Gibbons, Eddie Van Halen y Steve Vai fogueado en bares y pubs de Cambridge. Tras asistir a un concierto de Dio en Donnington y enterarse más tarde de la salida de Goldy de la banda, Rowan había decidido enviar una cinta a la oficina de management de Dio primero así como al club de fans del grupo al ver que no obtenía respuesta. Y casi dos años después, de forma inesperada, el joven recibió una llamada de teléfono de Wendy Dio interesándose por su disponibilidad para ir a Los Angeles.
Y así es como comenzaron los ensayos del siguiente álbum de Dio... y la progresiva salida de cada uno de los miembros originales del grupo, por su falta de compromiso e ilusión según Ronnie y en parte por los tiempos convulsos que el heavy metal estaba viviendo en ese momento y que estaba llevando a todas las bandas clásicas a unos cambios y reinvenciones bastante drásticos. Así entraron el bajista Teddy Cook –que había pasado por Hotshot, la banda germen de Danger Danger–, el batería de AC/DC Simon Wright y el teclista Jens Johansson, habitual en las filas de la banda de Yngwie Malmsteen.
Producido por Tony Platt y
Ronnie James Dio en los estudios
Granny’s House de Reno, Lock up the wolves consta de una
tenebrosa portada a cargo de
Wil Reese, la primera en la que no aparece Murray –lo sé, en
Sacred Heart aparece un dragón pero ¿de quién son las manos que lo
sostienen?–, a no ser que la calavera de la contraportada... en fin, que
vamos a meternos en harina.
Comienza la cara A con Wild one, que continúa la evolución a un sonido más pesado y monolítico ya visto en su álbum anterior pero recuperando la alegría de la época Campbell. Le sigue Hey angel, en la que bajan las revoluciones y que podría haber encajado perfectamente en su anterior obra, de estribillo pegadizo y con una gran presencia de teclados. Una guitarra acústica y la delicada voz de Ronnie nos introducen engañosamente en la preciosa y oscura Between two hearts, un medio tiempo en el que Robertson se luce sin florituras creando un solo cargado de sentimiento. Es uno de mis temas favoritos del álbum. Con un tapping a lo Van Halen llega Night music, con más ritmo y energía que la anterior aunque contenida, sin que la banda pise el acelerador en ningún momento, aunque tiene un bonito solo. La cara finaliza con el tema título, un Lock up the wolves en el que se nota la mano de Bain. Se trata de otro medio tiempo con sonido grueso y cadencia arrastrada, con una preciosa ambientación de teclados y una perfecta unión de la voz maravillosa de Ronnie –aquí se luce a lo grande una vez más– y la guitarra precisa del neófito Rowan, que debió estar pellizcándose todo el tiempo para creerse que estaba formando parte de algo así. Con sus ocho minutos y medio, es otra de mis canciones favoritas del disco.
Cambiamos de cara y nos encontramos con un tema de ambiente
sabbathiano, una
Evil on Queen street que raya el
doom descaradamente. La rapidez regresa finalmente al disco con
Walk on water, con ritmo y un solo que nos evoca los tiempos de
Campbell. Le sigue Born on the sun, compuesta por el grupo original junto a
Rowan, arrastrada, gruesa y sabbathiana a más no poder, en la que
Robertson sigue demostrando que
pese a su juventud es un talentoso guitarrista. Es otro exponente de ese
sonido con el freno echado que caracteriza el disco.
Twisted es de la misma época que
la anterior, con Vinnie y
Jimmy aún colaborando en la
composición junto al gran jefe, un tema resultón pero que no me emociona
especialmente. Y el punto final lo pone una estupenda
My eyes en la que
Rowan realiza un buen trabajo a
la guitarra y en la que se alternan pasajes delicados con momentos enérgicos
envueltos en unas melodías llenas de emoción, con
Ronnie haciendo guiños a su paso
por Sabbath y la banda de
Blackmore y donde se declara
keeper of rainbows. Eterno.
Y eso es todo. Como ya os he dicho al principio de la entrada, el álbum
pinchó estrepitosamente y propició que
Ronnie aceptase unirse de nuevo
a Black Sabbath para grabar
Dehumanizer. Sin embargo, a mi me gusta mucho el disco y creo que
debe ponerse en valor. En cuanto a la promesa de las seis cuerdas, bueno,
eso fue todo. La carrera de
Robertson nunca despegó y en la
actualidad consta como miembro a sueldo de unos
Bang Tango que viven del
recuerdo, como tantas otras bandas de la época. Pero no todo el mundo puede
decir que tocó en un disco de
Ronnie James Dio.
¡Feliz viernes!
@KingPiltrafilla
Me uno a la reivindicación de esta obra. Ronnie iba buscando el santo grial del disco de oro como miembro de una generación de músicos trasnochados. Buscaba su nicho. Y no lo consiguió. La elección de Platt como productor ya daba pistas de un sonido más amable, aunque sin perder la esencia. Una continuación del anterior. Igual si hubiera sido capaz de mantener un grupo cohesionado no se habría plegado a las modas de los noventa. En cualquier caso, uno que falta en mi colección y que gracias a tu entrada pongo en la lista de prioridades. Un abrazo .
ResponderEliminar¡Corre a por él!
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