Hace poco me di cuenta de que increíblemente nadie había reseñado aún el disco de debut de Van Halen, por lo que me puse manos a la obra y decidí dedicarle una entrada como corresponde a una obra seminal en la historia del hard rock del siglo pasado. Y como también soy el que más álbumes de la banda ha traído por aquí, daré por finalizadas mis intervenciones relacionadas con el grupo de los hermanos Van Halen –que alguien traiga el Women and children first, que no tenga que hacerlo yo porlamordediós– con una extensa reseña en la que habrá más texto que otra cosa. Y es que mi copia es una reedición española de 1984. La inicial de Hispavox del 78 tenía la funda original interior aunque en blanco y negro, que no era cuestión de gastar demasiado por unos melenudos desconocidos. Pero esta de WEA S.A. era peor, una funda blanca de papel y tirando, que es gerundio. Así que como vinilo, tiene poca importancia. Eso sí, como obra musical, eso es otra cosa amigos. Total, que viene turra nivel premium. Y sí, ya sé que todo está en la internet, pero aquí os lo pongo juntito, con música y resumido, para que no tengáis que buscarlo.
Nijmegen, enero de 1955. En el seno de una familia compuesta por un músico
neerlandés –tocaba el piano, el clarinete y el saxofón– y una ama de casa
natural de Indonesia nace
Edward Lodewijk van Halen, dos años más tarde que su hermano
Alex. Siete años después –cosas de la vida y la necesidad de labrarse un
futuro– los Van Halen se
encuentran en un barco con destino a Nueva York, nueve días de travesía
atlántica en los que se cuenta que
Jan e hijos se sacaron unos
ingresos extra tocando música para el resto del pasaje. Ya en la tierra de
la libertad y el hogar de los valientes, después de cuatro jornadas en tren,
los Van Halen llegan a
California con sus sueños a cuestas y se establecen en Pasadena, donde
Edward y
Alex estudiarán piano clásico
durante años.
Pese a tener una gran facilidad para la interpretación –aunque siempre tuvo
problemas para leer las partituras–, el interés de
Edward por la música clásica no
va más allá de seguir la voluntad de su progenitor. Sin embargo, a los doce
años descubre el rock’n roll y todo cambia para él. Su padre le
compra una batería y comienza a ensayar con su hermano
Alex, que por entonces toca la guitarra. La verdad es que el mundo del rock y
la música en general hubiese sido muy diferente si al poco tiempo los
chavales no hubiesen decidido cambiar sus instrumentos. Y así es como
Edward comienza a echar cada vez
más horas con la guitarra inspirado por
Jimmy Page, Jimi Hendrix y
Eric Clapton sobre
todo.
Corren los años 70 y Alex, Edward –que también se ocupa de las voces muy a su pesar– y un tal Mark Stone al bajo tocan en una banda llamada Mammoth que no tardará en fichar al hiperactivo y parlanchín David Lee Roth, vocalista de los Red Ball Jets que aconseja al grupo que cambie su nombre por el de Van Halen. Metidos de lleno en el circuito de clubs de Pasadena y San Bernardino, a lo largo de esos años la técnica de Edward con la guitarra comienza a llamar la atención del público y de otros músicos llevando al grupo –ya con Michael Anthony al bajo reemplazando a Stone– a fichar por el prestigioso Gazzarri’s del Sunset Strip de Hollywood convirtiéndose en una de sus bandas residentes. Allí les ve Gene Simmons, que les financia la grabación de una demo de calidad... que caerá en saco roto cuando en Casablanca –el sello que llevaba a KISS– le digan que la banda no tiene la calidad suficiente para invertir en ella.
Pero hete ahí que Ted Templeman, productor de Montrose, Doobie Brothers, Little Feat o
Van Morrison que también
trabajaba como A&R para Warner Bros. Records estaba buscando un
guitar hero para presentarlo a la discográfica. Y
Doug Messenger, guitarrista de la banda
Van Morrison que había visto a
Van Halen en directo y había quedado impresionado por la maestría de
Edward y la insolente energía de
la banda, llamó varias veces a
Ted hasta convencerle de que le
interesaba conocerlos. Así es como
Mo Ostin –ejecutivo de
Warner– y
Templeman quedaron con
Messenger en el
Starwood de Hollywood para ver la actuación de
Roth y compañía. A resultas de
ello el sello ofreció a la banda un contrato de grabación para dos discos,
un acuerdo infecto que al parecer sólo concedía a la banda 0,70 dólares por
copia vendida y que dejó al grupo una deuda de más de un millón dólares tras
girar como teloneros con
Journey y
Montrose.
Así pues, en otoño de 1977,
Templeman metió a la banda en
los Sunset sound recorders studios y en tres semanas les grabó su
álbum de debut, con el grupo tocando en la sala de grabación principal y
Roth metido en una habitación
aislada. Sin usar demasiadas pistas, dejando incluso algunos errores sin
pulir para otorgar a la obra una pátina de sonido directo y real,
Van Halen costó unos 40.000 dólares y fue el único disco en el que la
banda le dio a Ted Templeman un
control absoluto sobre su sonido. Y con portada de
Elliot Gilbert compuesta por
fotografías del grupo en el Whiskey a Go Go en la que
Eddie aparece con la mítica
Frankenstrat en una primera versión antes de sus posteriores cambios
de color, el 10 de febrero de 1978 se puso en las cubetas de las tiendas de
discos este seminal álbum que hoy os comento y que tuvo el siguiente
track list:
El álbum comienza con el riff inconfundible de Runnin’ with the devil, una carta de presentación impresionante y abrumadora donde el protagonismo se lo llevan la inconfundible voz y carisma de David Lee Roth, la excelsa guitarra de Edward Van Halen y los coros distintivos de la banda. A modo de anécdota, deciros que para el efecto del inicio del tema, Templeman se sirvió de un dispositivo que la banda usaba en sus conciertos por clubs y que consistía en una caja alimentada con dos baterías de coche controlada por un interruptor de pie en la que se habían montado las bocinas de los automóviles del grupo. Os adjunto un videoclip de un playback infecto en el que el realizador –ignoro si adrede– le da más protagonismo a Michael Anthony que a Eddie.
Le sigue Eruption, el inicio del mito, el tema con el que todo el mundo ilustra la
genialidad de Eddie y muestra lo
que era capaz de hacer a finales de los 70 sorprendiendo incluso a
guitarristas experimentados. Y la verdad es que se trataba de un simple
ejercicio de calentamiento que
Edward ejecutó en el estudio y
que escuchó Templeman. Un bombazo enorme que los amantes del sonido de la guitarra hemos
escuchado un millón de veces con la boca abierta. El tema servía de
introducción a la versión estratosférica que la banda hizo del
You really got me de
The Kinks y fue el primer single
que Warner Bros. sacó al mercado apresuradamente antes de tener el
disco en las tiendas después de enterarse de que
Eddie se la había tocado a
Barry Brandt de
Angel –banda de
Casablanca también descubierta por
Gene Simmons– y que estos querían grabarla para su siguiente álbum. Ataque guitarrero
por parte de Edward, un solo estupendo, más coros y esos grititos por parte de
Roth que también serían marca de
la casa en discos posteriores.
Ain’t talkin’ ‘bout love es un
temazo y eso que a Eddie le
parecía extremadamente simplona. Con ese riff inicial, la energía que
contagia, ese estribillo que invita a saltar... para mi es una de las
imprescindibles del disco. También es un perfecto exponente del sonido
distintivo del bajo de Anthony, que siempre me ha parecido un intérpete estupendo y algo infravalorado a
la sombra del genio de su compañero. Me encanta esa parte central en la que
el tema adquiere un carácter intimista antes de recuperar la fuerza y esos
hey hey hey finales.
Y la última de este lado es
I’m the one, una galopada espídica de bajo y batería que en sus tiempos en
Gazzarri’s se titulaba Show your love y tenía un solo
diferente y una entonacion vocal jazzy y que al parecer le sirvió a
Joe Satriani de inspiración para
su tema Satch boogie. Tiene un gran trabajo de guitarra y un
simpático momento doo wop.
La cara B se inicia con
Jamie’s cryin’, la única canción que se escribió en el estudio en las sesiones de
grabación. Es algo poppy pero tiene su encanto y esos coros marca de
la casa tan molones. El solo es muy simple y se trata apenas de un añadido a
las pistas principales, tocado con una Ibanez Destroyer.
Le sigue Atomik punk, que hay quien dice que recuerda a una Paranoid acelerada en la que
Eddie rasgaba las cuerdas con la
palma de la mano pasando el sonido por un pedal MXR PHASE 90. Fue la
cara B de You really got me.
Feel your love tonight es un
hard rock sin complicaciones, de nuevo con los habituales coros marca
de la casa y un solo fresco y resultón aunque sin demasiadas florituras.
Debo confesar que nunca estuvo entre mis favoritas del disco, lo mismo que
la siguiente Little dreamer, un medio tiempo con un
David Lee Roth más comedido que
de costumbre, que en algunos momentos –escuchadla atentamente– recuerda a
Hotel California de los
Eagles.
El momento mezcla de exotismo y homenaje a las raíces musicales del género
llega con la versión de
Ice cream man –tema escrito por
John Brim y grabado por
Elmore James con más sosiego–
con Roth a la guitarra acústica.
Un classic blues rock supervitaminado por la guitarra atómica de
Edward en el que además
Roth cambió la letra original
I got ice cream sandwich, popsicles, all flavors and pushups too por
una
I got puddin’ pie banana, dixie cups, all flavors and pushups too que
durante años fue objeto de discusión entre seguidores de la banda ya que no
estaban claras las palabras que el vocalista había introducido.
Y finaliza el disco con On fire, un acelerado hard rock pesado que raya el heavy rock, con
una gran guitarra y unas estupendas líneas de bajo que arropan los excesos
vocales de un Roth desatado. Y
no habían llegado aún los 80, amigos.
En fin, un incunable, los primeros pasos de una leyenda y de un grupo de
músicos estupendos que –como he comentado antes en el caso de
Michael Anthony pero que se
puede hacer extensivo al resto de la banda– tuvieron la suerte pero también
el handicap de estar al lado de un músico tan inmensamente enorme con
su instrumento que nunca pudieron evitar su sombra. Pero aquí estoy yo para
reconocer su valía como miembros de una de las mejores bandas que han salido
de la soleada California. Realmente, los de Casablanca se lucieron
con su visión de futuro (aunque hay quien dice que todo fue una artimaña de
mi adorado Paul Stanley, que no quería a esas estrellas en ciernes haciendo sombra a sus
KISS, chi lo sa).
¡Feliz viernes!
@KingPiltrafilla
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