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Van Halen – Van Halen (Warner Bros. records , 1978)


Hace poco me di cuenta de que increíblemente nadie había reseñado aún el disco de debut de Van Halen, por lo que me puse manos a la obra y decidí dedicarle una entrada como corresponde a una obra seminal en la historia del hard rock del siglo pasado. Y como también soy el que más álbumes de la banda ha traído por aquí, daré por finalizadas mis intervenciones relacionadas con el grupo de los hermanos Van Halen –que alguien traiga el Women and children first, que no tenga que hacerlo yo porlamordediós– con una extensa reseña en la que habrá más texto que otra cosa. Y es que mi copia es una reedición española de 1984. La inicial de Hispavox del 78 tenía la funda original interior aunque en blanco y negro, que no era cuestión de gastar demasiado por unos melenudos desconocidos. Pero esta de WEA S.A. era peor, una funda blanca de papel y tirando, que es gerundio. Así que como vinilo, tiene poca importancia. Eso sí, como obra musical, eso es otra cosa amigos. Total, que viene turra nivel premium. Y sí, ya sé que todo está en la internet, pero aquí os lo pongo juntito, con música y resumido, para que no tengáis que buscarlo. 
 
Nijmegen, enero de 1955. En el seno de una familia compuesta por un músico neerlandés –tocaba el piano, el clarinete y el saxofón– y una ama de casa natural de Indonesia nace Edward Lodewijk van Halen, dos años más tarde que su hermano Alex. Siete años después –cosas de la vida y la necesidad de labrarse un futuro– los Van Halen se encuentran en un barco con destino a Nueva York, nueve días de travesía atlántica en los que se cuenta que Jan e hijos se sacaron unos ingresos extra tocando música para el resto del pasaje. Ya en la tierra de la libertad y el hogar de los valientes, después de cuatro jornadas en tren, los Van Halen llegan a California con sus sueños a cuestas y se establecen en Pasadena, donde Edward y Alex estudiarán piano clásico durante años. 
 
Pese a tener una gran facilidad para la interpretación –aunque siempre tuvo problemas para leer las partituras–, el interés de Edward por la música clásica no va más allá de seguir la voluntad de su progenitor. Sin embargo, a los doce años descubre el rock’n roll y todo cambia para él. Su padre le compra una batería y comienza a ensayar con su hermano Alex, que por entonces toca la guitarra. La verdad es que el mundo del rock y la música en general hubiese sido muy diferente si al poco tiempo los chavales no hubiesen decidido cambiar sus instrumentos. Y así es como Edward comienza a echar cada vez más horas con la guitarra inspirado por Jimmy Page, Jimi Hendrix y Eric Clapton sobre todo. 
 

Corren los años 70 y Alex, Edward –que también se ocupa de las voces muy a su pesar– y un tal Mark Stone al bajo tocan en una banda llamada Mammoth que no tardará en fichar al hiperactivo y parlanchín David Lee Roth, vocalista de los Red Ball Jets que aconseja al grupo que cambie su nombre por el de Van Halen. Metidos de lleno en el circuito de clubs de Pasadena y San Bernardino, a lo largo de esos años la técnica de Edward con la guitarra comienza a llamar la atención del público y de otros músicos llevando al grupo –ya con Michael Anthony al bajo reemplazando a Stone– a fichar por el prestigioso Gazzarri’s del Sunset Strip de Hollywood convirtiéndose en una de sus bandas residentes. Allí les ve Gene Simmons, que les financia la grabación de una demo de calidad... que caerá en saco roto cuando en Casablanca –el sello que llevaba a KISS– le digan que la banda no tiene la calidad suficiente para invertir en ella. 
 
Pero hete ahí que Ted Templeman, productor de Montrose, Doobie Brothers, Little Feat o Van Morrison que también trabajaba como A&R para Warner Bros. Records estaba buscando un guitar hero para presentarlo a la discográfica. Y Doug Messenger, guitarrista de la banda Van Morrison que había visto a Van Halen en directo y había quedado impresionado por la maestría de Edward y la insolente energía de la banda, llamó varias veces a Ted hasta convencerle de que le interesaba conocerlos. Así es como Mo Ostin –ejecutivo de Warner– y Templeman quedaron con Messenger en el Starwood de Hollywood para ver la actuación de Roth y compañía. A resultas de ello el sello ofreció a la banda un contrato de grabación para dos discos, un acuerdo infecto que al parecer sólo concedía a la banda 0,70 dólares por copia vendida y que dejó al grupo una deuda de más de un millón dólares tras girar como teloneros con Journey y Montrose
 
Así pues, en otoño de 1977, Templeman metió a la banda en los Sunset sound recorders studios y en tres semanas les grabó su álbum de debut, con el grupo tocando en la sala de grabación principal y Roth metido en una habitación aislada. Sin usar demasiadas pistas, dejando incluso algunos errores sin pulir para otorgar a la obra una pátina de sonido directo y real, Van Halen costó unos 40.000 dólares y fue el único disco en el que la banda le dio a Ted Templeman un control absoluto sobre su sonido. Y con portada de Elliot Gilbert compuesta por fotografías del grupo en el Whiskey a Go Go en la que Eddie aparece con la mítica Frankenstrat en una primera versión antes de sus posteriores cambios de color, el 10 de febrero de 1978 se puso en las cubetas de las tiendas de discos este seminal álbum que hoy os comento y que tuvo el siguiente track list
 

El álbum comienza con el riff inconfundible de Runnin’ with the devil, una carta de presentación impresionante y abrumadora donde el protagonismo se lo llevan la inconfundible voz y carisma de David Lee Roth, la excelsa guitarra de Edward Van Halen y los coros distintivos de la banda. A modo de anécdota, deciros que para el efecto del inicio del tema, Templeman se sirvió de un dispositivo que la banda usaba en sus conciertos por clubs y que consistía en una caja alimentada con dos baterías de coche controlada por un interruptor de pie en la que se habían montado las bocinas de los automóviles del grupo. Os adjunto un videoclip de un playback infecto en el que el realizador 
–ignoro si adrede le da más protagonismo a Michael Anthony que a Eddie
 

Le sigue Eruption, el inicio del mito, el tema con el que todo el mundo ilustra la genialidad de Eddie y muestra lo que era capaz de hacer a finales de los 70 sorprendiendo incluso a guitarristas experimentados. Y la verdad es que se trataba de un simple ejercicio de calentamiento que Edward ejecutó en el estudio y que escuchó Templeman. Un bombazo enorme que los amantes del sonido de la guitarra hemos escuchado un millón de veces con la boca abierta. El tema servía de introducción a la versión estratosférica que la banda hizo del You really got me de The Kinks y fue el primer single que Warner Bros. sacó al mercado apresuradamente antes de tener el disco en las tiendas después de enterarse de que Eddie se la había tocado a Barry Brandt de Angel –banda de Casablanca también descubierta por Gene Simmons– y que estos querían grabarla para su siguiente álbum. Ataque guitarrero por parte de Edward, un solo estupendo, más coros y esos grititos por parte de Roth que también serían marca de la casa en discos posteriores. 
 


Ain’t talkin’ ‘bout love es un temazo y eso que a Eddie le parecía extremadamente simplona. Con ese riff inicial, la energía que contagia, ese estribillo que invita a saltar... para mi es una de las imprescindibles del disco. También es un perfecto exponente del sonido distintivo del bajo de Anthony, que siempre me ha parecido un intérpete estupendo y algo infravalorado a la sombra del genio de su compañero. Me encanta esa parte central en la que el tema adquiere un carácter intimista antes de recuperar la fuerza y esos hey hey hey finales. 
 

Y la última de este lado es I’m the one, una galopada espídica de bajo y batería que en sus tiempos en Gazzarri’s se titulaba Show your love y tenía un solo diferente y una entonacion vocal jazzy y que al parecer le sirvió a Joe Satriani de inspiración para su tema Satch boogie. Tiene un gran trabajo de guitarra y un simpático momento doo wop
 

La cara B se inicia con Jamie’s cryin’, la única canción que se escribió en el estudio en las sesiones de grabación. Es algo poppy pero tiene su encanto y esos coros marca de la casa tan molones. El solo es muy simple y se trata apenas de un añadido a las pistas principales, tocado con una Ibanez Destroyer
 

Le sigue Atomik punk, que hay quien dice que recuerda a una Paranoid acelerada en la que Eddie rasgaba las cuerdas con la palma de la mano pasando el sonido por un pedal MXR PHASE 90. Fue la cara B de You really got me
 

Feel your love tonight es un hard rock sin complicaciones, de nuevo con los habituales coros marca de la casa y un solo fresco y resultón aunque sin demasiadas florituras. Debo confesar que nunca estuvo entre mis favoritas del disco, lo mismo que la siguiente Little dreamer, un medio tiempo con un David Lee Roth más comedido que de costumbre, que en algunos momentos –escuchadla atentamente– recuerda a Hotel California de los Eagles
 


El momento mezcla de exotismo y homenaje a las raíces musicales del género llega con la versión de Ice cream man –tema escrito por John Brim y grabado por Elmore James con más sosiego– con Roth a la guitarra acústica. Un classic blues rock supervitaminado por la guitarra atómica de Edward en el que además Roth cambió la letra original I got ice cream sandwich, popsicles, all flavors and pushups too por una I got puddin’ pie banana, dixie cups, all flavors and pushups too que durante años fue objeto de discusión entre seguidores de la banda ya que no estaban claras las palabras que el vocalista había introducido. 
 

Y finaliza el disco con On fire, un acelerado hard rock pesado que raya el heavy rock, con una gran guitarra y unas estupendas líneas de bajo que arropan los excesos vocales de un Roth desatado. Y no habían llegado aún los 80, amigos. 
 

En fin, un incunable, los primeros pasos de una leyenda y de un grupo de músicos estupendos que –como he comentado antes en el caso de Michael Anthony pero que se puede hacer extensivo al resto de la banda– tuvieron la suerte pero también el handicap de estar al lado de un músico tan inmensamente enorme con su instrumento que nunca pudieron evitar su sombra. Pero aquí estoy yo para reconocer su valía como miembros de una de las mejores bandas que han salido de la soleada California. Realmente, los de Casablanca se lucieron con su visión de futuro (aunque hay quien dice que todo fue una artimaña de mi adorado Paul Stanley, que no quería a esas estrellas en ciernes haciendo sombra a sus KISS, chi lo sa). 
 
¡Feliz viernes! 
@KingPiltrafilla

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