Como soy un puto envidioso y la semana a pasada el King trajo un vinilo comprado en la capital inglesa, yo no voy a ser menos y os comparto hoy el vinilo que me traje del viaje a Londres que hicimos la familia en octubre pasado. Además, viene genial porque hace una semana que el protagonista cumplió 61 años (el 29 de enero más concretamente). Un cúmulo de casualidades hizo que se viniera a Madrid conmigo ya que no había planeado visita a ninguna tienda ni pensaba traer nada pues íbamos justitos de espacio en el equipaje gracias a esa política tan cuqui de ciertas aerolíneas de cobrarte por respirar. Resulta que nos apuntamos a un free tour de localizaciones de Harry Potter, porque mi hija mayor es una flipada de las aventuras del mago, del innombrable y, sobre todo, de los Malfoy. El free tour en cuestión fue una full, pero bueno, en una de las paradas en las que yo no hacía demasiado caso, nos llevaron al teatro donde se está representando la función Harry Potter and the Cursed Child. A pocos metros divisé una tienda en esquina que se llamaba Fopp que en su exterior prometía un pequeño paraíso en su interior. Tenía entre cinco y diez minutos hasta que terminasen las explicaciones y siguiésemos deambulando por otras localizaciones de las películas, por lo que me acerqué a mirar sin mucha esperanza o convicción incluso. Sin embargo, en la primera de las cubetas de los discos de segunda mano, en primer término, estaba este LP que os traigo al precio de 3 libras. Y fue instantáneo: lo pillé y me reincorporé al free tour, sobrándome aún un par de minutos. Si hubiese tenido más tiempo, no es el disco que me hubiese comprado, pero lo consideré una señal por cómo se dio y por eso está aquí. A ver, yo los Aztec Camera los conozco y tengo un CD recopilatorio además de varios videos en mis VHS. Pero con eso me bastaba. Y si hubiese querido comprarme algo en vinilo, hubiese sido su primer trabajo High land, hard rain. O el segundo, Knife, producido por Mark Knopfler. Pero al final es el tercer larga duración de los escoceses el que está en mi colección. No me arrepiento porque, por sólo 3 libras, tener un vinilo comprado en Inglaterra con dos canciones que siempre me han gustado mucho como son “Somewhere in my heart” y “Deep and wide and tall” y poder contar esta historia aquí, creo que merece la pena hasta el último penique invertido.
Lo primero decir que Aztec Camera era el grupo de Roddy Frame: es decir, Aztec Camera era una marca que englobaba al equipo de músicos que acompañaba a Roddy. A grandes rasgos, encaja en el movimiento new wave británico siendo máximos exponentes del jangle pop, utilizando como base instrumental las guitarras acústicas en un momento de la década de los 80 en que los sintetizadores relegaron las guitarras a un segundo plano. La banda se formó en Glasgow en 1980 con Roddy como líder contando tan solo con 16 o 17 años (mira, algo en común con el disco que traje la semana pasada, aquí). La primera formación contó con Bernie Clarke a los teclados, Campbell Owens al bajo y Dave Mulholland a la batería, además del propio Roddy a las guitarras y voces. En el 81 consiguieron publicar un sencillo y se hicieron conocidos en el mundillo al meter alguna canción en un recopilatorio de bandas alternativas ese año. En el 83 publicaron su primer disco, High land, hard rain con relativo éxito de público y aclamado por la crítica (de antaño y la hoy en día). Sin embargo, los compañeros de Roddy abandonaron la banda poco antes de la publicación por lo que Roddy mezcló y editó en solitario el disco y decidió que mejor sólo que mal acompañado. Owens volvió alguna de vez de forma puntual, como también Mick Jones de los Clash colaboró en algún momento. En 1984 publicaron Knife, como ya he dicho producido por Mark Knopfler que fue duramente criticado, aunque tuvo un éxito, “All I need is everything” que, como curiosidad, en la cara B del single llevaba una versión acústica y lenta del “Jump” de los Van Halen. Y llegamos a este Love publicado en 1987 con también poco éxito de críticas y relativo de ventas que parece fue pensado para ganarse el mercado americano pero que fue ignorado allí. Ya en el 90 Roddy intentó volver a los orígenes y en Stray, su mejor disco desde el primero, se marcó una canción con Mick Jones, titulada “Good morning Britain” y otra con Paul Carrack. En el 93 un nuevo Lp, esta vez colaborando con Ryuichi Sakamoto para terminar su andadura en el 95. A partir de ahí, Frame dejó el nombre de Aztec Camera y empezó a publicar y actuar con su propio nombre, con poca repercusión, al menos fuera de las islas británicas.
Pues ya está todo, ahora sólo faltaría hablar del disco. Producido, entre otros, por Russ Titelman (productor de mindundis como Steve Winwood, George Harrison, Rickie Lee Jones, Christine McVie o Eric Clapton) y Tommy LiPuma (que produjo a artistas tan poco conocidos como Miles Davis, Paul McCartney, George Benson, Joe Sample o Diana Krall). Si los anteriores discos eran new wave, este disco buscó ser un monumento pop fácilmente radiable, sobre todo en los Estados Unidos. Pero eso no quiere decir que bajara la calidad, imposible con los jefes que había al mando. Ironías de la vida, como ya he comentado, fue planificado por la discográfica para asaltar los cielos americanos y resultó ser el más vendido de su discografía en Reino Unido.
La cara A comienza con “Deep & wide & tall”, primer single extraído, con unos coros femeninos muy ochenteros además de la colaboración de Dan Hartman (del mítico “I Can dream about you” de la banda sonora de Streets of fire, que también aparecerá por aquí algún día) y un solo de guitarra acústica incluido. Todo muy popero y happy. Me hace mucha gracia que en el video clip aparece una banda con un contrabajo, que creo que no sale en la canción y, sin embargo, nadie se ocupa de la percusión saliendo dos baterías, una electrónica me parece para hacer los ritmos de la batería programada. No me hagáis mucho caso que intento ir de cultureta y no tengo ni idea de instrumentos. Continuamos con la balada feminista “How men are”, el segundo single, donde Roddy usa con maestría la acústica (en el clip vemos una maravillosa Standford Fatboy Golden que suele usar mucho Bryan Adams) y que habla de las excusas de ciertos hombres cuando maltratan a las mujeres (“Why should it take the tears of a woman to see how men are?”). Adelantándose en tiempo al maravilloso “Woman in chains” de los Tears for Fears.
La optimista y con ritmos más reggaes “Everybody is a number one” y la autoproducida “More than a law” preceden al cierre de esta cara, que es la canción de más éxito del disco y del grupo, al menos en posición en la lista de éxitos de UK: “Somewhere in my heart”. Fue el tercer single, pero llegó al número 3 con un videoclip dirigido por John Scarlett-Davis (que dirigió otros clips de la época como el “Empty rooms” de Moore y otros de Bryan Ferry, Erasure, etc…). Es un optimista temazo pop con ínfulas de Rythm and blues, de esos que te hacen sentir bien sólo oír el inicio. Y a pesar de esa blandura, en las letras dice algo así como “and the closest thing to heaven is to rock and roll”, frase con la que todos los que escribimos aquí estaremos de acuerdo. En este tema tenemos una muy audible guitarra eléctrica. Si es la que aparece en el videoclip antes mencionado, es una Gretsch modelo G5620T CB Electromatic que le da ese toque vintage al sonido y a la imagen y que destroza al final del mismo (no estoy seguro que sea la misma guitarra). La moto que sale detrás del batera no sé si es una Norton o una Triumph o una BSA, pero el caso es que es muy parecida a la mia.
“Working in a goldmine” abre de forma relajada el lado B del negro vinilo para pasar en el estribillo a ese delicado pop new wave que tan bien hacía Roddy Frame. Aún le dio tiempo a ser el cuarto single con video propio (aquí Roddy saca una telecaster barítono). Una funky y prescindible “One and one” a dúo con Carrol Thompson (famosa cantante de sesión que ha puesto coros en canciones de Michael Jackson, Stevie Wonder, Sting, Billy Ocean…) nos lleva a una delicada “Paradise” que me gusta bastante por las armonías de guitarra. Y cerramos una corta cara B con la intimista “Killermont Street”.
Pues nada, como álbum de relleno
no merece la pena alargarlo más. Es un disco con una o dos canciones muy
potables, de esas que aún se pueden escuchar en las radiofórmulas, fácil de
escuchar y agradable en ciertos momentos, pero que tampoco te dejará un poso
indeleble en tu memoria. Para terminar, os dejo el enlace a esos dos temas que he hecho mención: el "Jump" y "Good morning Britain" ambos en actuaciones en programas de nuestra televisión patria, histórico el primero, prescindible el segundo,
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