Cuando descubrí la existencia de este disco, no podía creer que dos estrellas de la guitarra como Brian May y Eddie Van Halen pudieran estar juntas en un mismo estudio grabando canciones. Es como si los astros se hubieran alineado de forma milagrosa y estos dos “guitar heroes”, semi-dioses de las seis cuerdas, se hubieran encontrado en algún lugar del espacio-tiempo en una dimensión invisible para el resto de los mortales. Cuando uno es joven tiende a idealizar a sus ídolos, y a verlos como seres de otro mundo. Son los “héroes que te miran desde la pared”, como decían Barón Rojo en “Siempre estáis allí”. Con el tiempo se suele banalizar algo más a nuestros músicos favoritos, y a verlos de manera más humana. Sí, son seres humanos, pero no son como nosotros. Seamos realistas. No hay muchos como ellos. Por eso son especiales. Son dos tipos que han hecho historia en el rock, dos de los guitarristas más importantes de todos los tiempos. Cada uno con un estilo diferente, y con una declarada admiración mutua.
Hoy me voy a
centrar fundamentalmente en Brian May. Es uno de mis guitarristas favoritos, y
el guitarrista de mi banda favorita, Queen. Aunque, por supuesto, también
reconozco la importancia de Eddie Van Halen en la evolución de la guitarra
eléctrica. Aunque esto una obviedad.
Lo del encuentro entre ambos tiene poco de místico. Tras dos discos publicados por Queen (“The Game”, 1980, y “Hot Space”, 1982), en los que la guitarra de May y sus inclinaciones musicales habían perdido protagonismo en el sonido del grupo, Brian May se encontraba en Los Ángeles, tras la gira del nombrado “Hot Space”, y estaba completamente desmotivado. No se encontraba para nada identificado con el sonido del grupo. Desde el disco “The Game”, habían surgido dos facciones en Queen. El dúo Roger Taylor / Brian May, más afines a los sonidos rockeros, y el de John Deacon / Freddie Mercury, que se acercaron sin complejos a los sonidos funk y disco. Estos últimos son los que finalmente ganaron el duelo de estilos (con la complicidad del productor de los últimos discos de Queen, Reinhold Mack). Así que Brian May, desencantado con el rumbo que había tomado Queen, necesitaba una dosis de rock y blues “auténtico”. Quería volver a esas sensaciones de tocar rock con sus amigos. Blues-rock crudo, básico, sin grandes aspiraciones, en plan “jam session”, simplemente para divertirse, para volver a sentir esa motivación por tocar su guitarra. Y estando en Los Ángeles se le ocurrió la genial idea de llamar a su amigo Eddie Van Halen, que se apuntó sin dudar a esta aventura.
El proyecto nació
inicialmente con la idea de versionar una canción de una serie de ciencia
ficción japonesa (“Star Fleet”) de la que su hijo era aficionado, a modo de
regalo para él.
La canción que
completa la cara A es una canción que May tenía guardada desde hace algún
tiempo: “Let me out”, con un claro toque blues rock que no encajaba con el
repertorio de Queen. Como curiosidad, a Freddie Mercury no le gustaba nada el
blues (aunque llegaron a grabar un blues a la manera de Queen, titulado “See
What a Fool I’ve Been” en 1973, y otra canción cercana al blues en su disco
“Jazz”: “Dreamer’s Ball”, pero poco más).
La cara B es una
auténtica “Jam Session”, grabada en una toma. Una estructura de blues clásico,
en la que se van repartiendo el protagonismo los dos guitarristas. Una
grabación realizada sin correcciones de estudio, tal y como surgió de estas
sesiones. De hecho, podréis escuchar
como al amigo Eddie Van Halen se le rompe la cuerda de la guitarra en uno de
sus solos (si estáis atentos a la canción lo vais a notar). Qué maravilla
escuchar a estos tipos haciendo blues, en una sesión de amigos, simplemente
para divertirse. Ese era el objetivo de este disco. Sin más. Y el resultado no
puede ser mejor.
Pero claro, casi
que las canciones son lo de menos. Lo más interesante (al menos para mi) es
escuchar esas guitarras, con diferentes estilos, haciendo auténticas viguerías.
Brian May, con sus armonías grandilocuentes, solos hiper melódicos, y ese
sonido inconfundible. Precisamente ese sonido de la guitarra es lo único que
este disco tiene en común con Queen. Por lo demás, nada que ver. Por otro lado,
la velocidad, los armónicos, los bendings, y el finger-tapping de Eddie Van
Halen en su máximo nivel.
Si alguien no está
familiarizado con estos términos, aquí os dejo esta maravilla de video donde un
tipo se ha molestado en grabar su versión de la canción “Star Fleet”, imitando
a la perfección el estilo de cada uno.
Por cierto, el tema de la cara B se titula “Blues Breaker” como homenaje a Eric Clapton, y a
uno de los discos de blues que marcó a toda una generación de guitarristas en
Inglaterra a finales de los 60: “Blues Breakers”, el disco que John Mayall
grabo junto a Eric Clapton.
Pero sería injusto
no nombrar al resto de músicos: Alan Gratzer, baterista de Reo Speedwagon, Phil
Chen, por entonces bajista de Rod Stewart, y un tipo al que todos conocéis,
aunque no os suene su nombre: Fred Mandel a los teclados.
Fred Mandel era el
teclista que había acompañado a Queen en la gira de Hot Space (por cierto, era
la primera vez que Queen usaban un teclista en directo). Y sobre todo, es
famoso por ser quien toca los teclados en una de la canciones más populares de
Queen: “I Wanto to Break Free”. Él es quien toca esa famosa intro de
sintetizador (en la versión single), y, lo más sorprendente: el solo de la
canción es suyo. Él es quien toca el sintetizador en ese famoso solo (si, yo tardé
mucho tiempo en darme cuenta de que no era una guitarra, sino un sintetizador).
Lo cierto es que la casa de discos quería con urgencia una demo del single del
disco “The Works” (1984), y Brian May no estaba por allí para hacer el solo de
guitarra, así que Mandel imitó con gran acierto la guitarra de May con el sintetizador.
Y así quedó ya para la historia.
Para acabar,
quisiera simplemente dar algunos apuntes sobre ese sonido tan peculiar de la
guitarra de May. Como muchos sabréis, es una guitarra que él mismo fabricó
junto a su padre, con materiales caseros: muelles de una Mobilette para el
vibrato, una madera de encina para el cuerpo, el dintel de una chimenea para el
mástil, la palanca del vibrato sale del motor de una lavadora, incluso los
circuitos eléctricos,… todo de fabricación casera. Excepto claro, las
pastillas. En realidad, sí que fabrico sus propias pastillas inicialmente, pero
el sonido era tan débil que acabo comprando unas pastillas comerciales (lo
único que no es de fabricación casera en su guitarra). En concreto unas
Tri-sonics de la marca Burns.
A pesar de lo que
puede parecer, su guitarra “Red Special” es una guitarra semisólida, es decir,
que no es maciza completamente, sino que tiene unas oquedades en el cuerpo que
crean unos armónicos característicos en el sonido de las cuerdas. Al contrario
que muchos otros guitarristas, Brian May buscaba expresamente esos armónicos,
que suelen molestar a la mayoría de los guitarristas (ya que pueden provocar acoples
con los amplificadores).
Aunque mucha gente
piense que ese sonido tan especial está completamente originado por la
fabricación artesanal de la guitarra, en realidad la mayor parte se debe al
equipo utilizado por May para la amplificación, y los efectos. Su sonido está
basado (de manera simplificada), en el uso simultáneo de tres amplificadores
Vox AC30 (de válvulas). Los dos laterales son utilizados con efectos básicos de
la guitarra (en estéreo), y el central lleva su característico “Booster” de
agudos, el principal causante del sonido tan particular de su guitarra. A eso
hay que sumar que no utiliza púa para pulsar las cuerdas, sino una moneda de 6
peniques. Para los más interesados, tenéis abundante información por internet
si queréis más detalles técnicos.
La verdad, viendo
lo bien que explica Brian May en la contraportada del disco las circunstancias
de esta grabación, podía haberme ahorrado algo de la reseña.
Espero que lo disfrutéis.
Un saludo,
Ruben Diskobox
Siempre me pareció una puta locura, una excentricidad de músicos aburridos. Pero qué bueno, oye. Ese intercambio de solos y punteos de dos glorias del rock. Antes (de internet) creía que el tema principal era parte de una banda sonora. Lejos no iba, claro. Se nota que tienes estudiado a May, menudo repaso guapo has dado a su estilo. Un saludo vinilero.
ResponderEliminarGracias. Sí, se nota que es uno de mis guitarristas favoritos. Hace tiempo que quería dedicarle una entrada. Le verdad, es una gozada escucharles improvisar. Me los imagino tocando en el estudio, y disfrutando de una sesión entre amigos, sin presiones comerciales. Qué bueno que esto lo dejasen grabado para la posteridad. Un saludo, y gracias por comentar.
EliminarQué tiempos. Tenía 17 años y por entonces estaba metido en AC/DC, Maiden, KISS... acababa de descubrir a Ozzy y a Rainbow y ni me interesaban Queen ni conocía a Edward Van Halen (le descubrí un año más tarde). Recuerdo que encontré este vinilo por primera vez en el Corte Inglés, en una cubeta con numerosos ejemplares. Por una parte, no me parecía correcto pagar el precio normal por un disco con tres canciones y por otra, el ver tal cantidad de copias me hizo pensar que era una mierda que nadie compraba. Ya veis qué ojo clínico tenía. Si pudiese volver atrás, me lo llevaría a casa sin dudarlo. En resumen, una entrada supercompleta para un vinilo con un valor documental incuestionable. KING
ResponderEliminarEn realidad tenía 16 años, pero es lo de menos en lo que respecta a la entrada, el disco y lo que me ha provocado jajajaja
EliminarNo te preocupes, ese "ojo clínico " lo hemos tenido todos alguna vez. Cuantos discos han pasado por mis manos que por desconocimiento o por estar metido en otros estilos no he comprado en su momento, y me he arrepentido después. Lo cierto es que me parece un documento único. No es fácil encontrarse discos (al menos oficiales) donde los músicos toquen simplemente por divertirse, y además dos guitarristas legendarios como estos. Un saludo, y gracias por comentar.
EliminarBueno, la canción del título no me llama mucho la atención, la verdad. Mucho mejor los dos cortes que tienen toda la pinta de jam sessions, apestando a blues por todos los lados, con dos maestros de la guitarra, cada uno con su estilo, picándose y complementándose. Eso sí es canela fina. Un saludo
ResponderEliminarSi, la canción del título en realidad fue la excusa. Lo más interesante es escuchar a dos grandes en acción, volviendo a sus raíces, y disfrutando con un "jam" entre amigos. Me alegro de que te haya gustado. Gracias por comentar.
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