Ir al contenido principal

LeRoux - So fired up (RCA, 1983)


Hace mucho tiempo que no molesto por aquí con alguna de mis imprescindibles mierdas ochenteras y voy a ponerle remedio con este quinto álbum de los estadounidenses LeRoux, una banda de curioso recorrido. Comenzaron a finales de los años setenta en Louisiana como una banda de southern rock con muchos toques funkies que evolucionó hacia un hard rock con más o menos elementos melódicos y acabaron, en lo que hoy os presento, abrazando el AOR de principios de los ochenta. En su primer álbum, editado en 1978,  se llamaban Louisiana’s LeRoux y alcanzaron cierto éxito de ventas (puesto 59). Por entonces formaban la banda el guitarrista y cantante principal Jeff Pollard, el baterista David Peters, el bajista y productor Leon Medica, el multiinstrumentista Bobby Campo (trompeta violín, lo que haga falta), el también guitarrista y cantante Tony Haselden y el jefe de las teclas, también con protagonismo en la voz, Rod Roddy.

Giraron asiduamente y editaron dos largos más los siguientes años: Fire burning en 1979 y Up en 1980. Sin embargo, cada vez vendían menos y perdieron su contrato con Capitol. Decidieron cambiar de nombre, acortándolo a LeRoux para firmar con RCA. Grabaron un recomendable Last safe place en 1982 con ese estilo melódico que tan bien se vendía a las radiofórmulas. Ahora sí, dieron ese pequeño saltito al resto del país, hasta el punto de que uno de sus singles (Addicted) ocupó un dignísimo puesto número 8 en las listas. En vez de redoblar esfuerzos y convertirse en una de las referencias del género, decidieron romper la baraja. Dos de los miembros principales, Pollard y Campo, desaparecen, por lo que deciden fichar a un cantante de voz “moderna”, Fergie Fredericksen, y un nuevo guitarrista, Jim Odom. Fergie ya ha aparecido por aquí como cantante de la banda Trillion y aparecerá en el futuro, pues fichó por Toto para la continuación del megaéxito IV, el titulado Isolation (1984).


Con este nuevo line up se metieron en los estudios “Studio in the Country” de su Lousiana original (mejor trabajar cerca de casa) con Leon Medica de nuevo a los mandos, dando una vuelta de tuerca al sonido, adaptándolo a “los nuevos tiempos”. Y vaya si lo hicieron. Una joya en la que encontrarás lo imprescindible del género: baladas lagrimosas, mucho sintetizador, guitarrazos marcando buenos riffs y estribillos de los que se te quedan pegados en el cerebro.

Comenzar el disco con una de las mejores canciones está muy bien. So fired up tiene un feeling buenísimo en los teclados y las guitarras de la intro y, en general, en todo el tema. Frederiksen ya entra cantando alto en las estrofas para desgañitarse en el estribillo, con unos buenos coros. Un solo a dos guitarras también muy conseguido. Lifeline tiene un rollo más calmado, con un ritmo cortante. La voz comparte en las primeras estrofas el protagonismo con el sintetizador, evolucionando progresivamente hasta el puente y el estribillo, de claros recuerdos a Journey. Salió como segundo single y cuenta en su haber con varias versiones, incluyendo una de Uriah Heep. Resultona de la hostia. Las guitarras acústicas abren Let me in dando paso a un sinte algo mustio. Fergie entra con calma, muy a lo Lou Gramm, ojo, comandando un corte que bien podría ocupar un disco de Foreigner. Atención especial a las melodías aquí. Quizá esta interpretación y la de la siguiente Yours tonight le abrieron el corazón de los Porcaro. Porque este último tema es un claro ejercicio de “aorismo” al estilo de Lukather y amigos, muy bien resuelto, por cierto, qué pedazo de estribillo y qué buenas vibraciones, un temazo, vaya. Si te metes en un estilo, hay que hacerlo a conciencia. Y aquí viene otra tonada de corazones rotos. Line of love comienza dramática, calmada, pero sube en seguida, veloz casi, a otro mega-estribillo. 


Y de este cierre de la cara A, serio, formal, profundo casi, pasamos a uno de esos cortes que buscan enganchar por su sencillez al girar el plástico, un “fabrícame una canción para las radios” de manual (de hecho, fue el primer single). Y me encanta este Carrie’s gone. Qué le voy a hacer, me gusta mucho este sonido ochentero, tan facilón (aparentemente). Rompen el subidón con un tema de base popera y sonido algo oscuro titulado Wait one minute. ¿Me suena a un single de Mike Oldfield? ¿Incluso vuelvo a recordar a Toto? Claro que sí. El tercer single, el intento de llegar a los corazones adolescentes con una balada poco roquera. En Turning point vuelven los guitarrazos con muy buen gusto AOR. El teclado, insípido, tiene, para mi gusto, demasiado protagonismo. Más rabia hubiera dejado un tema mejor acabado. Aun así, gozosa experiencia que estalla en un rudo estribillo. Don’t take away mantiene ese pulso upbeat pero sin desmelenarnos, no sea que nos llamen heavies, con cierto toque mediotempista. Los arreglos y los coros dan un puntito elegante al resultado final. El cierre con Look out es fantástico también, aquí con las guitarras rasgando las cuerdas al aire mientras nuestro Fergie se esfuerza en clavar las notas y reventar en el último estribillo pegatina. El tema gana punch en la parte central con un buen solo. 


La banda no sobrevivió mucho: Fredericksen cogió el tren de Toto y la compañía acabó por cerrar el grifo. Se reunieron en el año 2000 y han ido yendo y viniendo de aventura en aventura dejándonos tres discos más, el último en el 2020.

La edición que traigo es alemana de época, con su insert reglamentario (letras, fotitos, créditos). El diseño artístico y el concepto corrió a cargo de Mike Doud con ilustración de Paul Maxon. Las fotos se las curró Tom Gibson y qué fotos. Echadle un ojete a la de la contraportada. Esas camisetas y esos pelos... 

Disfrutad del fin de semana... 











Comentarios

  1. Pues la verdad, no los conocía de nada. Si Paco es el arqueólogo del jebi patrio tú estás en el departamento de paleontología ochentera. Como siempre, no puedo añadir nada al análisis que haces de los temas. Es hard melódico con teclados, estribillos pegadizos y muchos guitarrazos. Me recuerdan un poco a los Shy, sobre todo por el timbre de Fredericksen, que me resulta muy parecido al de Tony Mills. Estupenda entrada y estupendo álbum. Todo un descubrimiento para mi. Un abrazo y feliz fin de semana. KING

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Siempre es un placer acercar música nueva a los colegas del barrio #FFvinilo, mucho más a ti por lo cercano de nuestros gustos. Nada novedoso en el género, pero muy bien ejecutado. Si hubieran triunfado con alguno de los singles igual hoy estarían vendiendo camisetas rancias en giras descafeinadas. Quién sabe. Un abrazo.

      Eliminar
  2. Primera vez que oigo a Le Roux y ni tan mal. He tirado de Spotify pero este disco en concreto no lo he encontrado, así que lo he escuchado a través de YouTube y he pasado un rato entretenido. Musicalmente no soy un gran entendido de este género, por lo que sólo puedo leer y aprender con lo que nos cuentas. Eso sí, me ha parecido de fácil escucha. Voy a ver si encuentro algo de su época southern, que no los tenía en el radar y es un sonido que me tira bastante. Un abrazo, Javier

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Los primeros discos suenan más a Doobie Brothers o a los Allman pasados por la turmix del funk blanco. Toma ya la comparación. Me alegra haberte acercado un disco nuevo que, como dices, resulta entretenido y si eres seguidor del género te agrada en verdad. Gracias por comentar y por escuchar la propuesta. Un abrazo de vuelta.

      Eliminar
  3. Pues yo sí lo he encontrado en Spotify. Pero, lo primero, decir que me había sorprendido, porque pensé que era LaRoux, que es otro estilo que no lo asocio contigo jeje.
    Bien, pues morralla ochentera AOR de la buena y amable de escuchar, con canciones que podrían aparecer en cualquier banda sonora de la época, ya sea de película o de serie. No podría poner ningún tema por encima de otro, al tras las primeras escucha.
    Por cierto, me he escuchado por encima su primer álbum, que está en Spotify y ahi me recuerdan a los Doobie.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Morralla ochentera dice. ¡Claro que sí! De la buena. Esta entra bien en cualquier oído, como habrás comprobado. La evolución del grupo es digna de estudio, ese cambio en pos del éxito... que aun así no lograron. Un abrazo, compañero.

      Eliminar
  4. Lo que me encanta de este blog es que es una fuente inagotable de grupos desconocidos (al menos para mi) de hard-rock-ochentero-melódico. Yo también pasé por un momento "aoroista" (esa palabra me ha gustado, te la tomo prestada), así que siempre me resultan agradables estos sonidos. He pasado un buen rato escuchándolos, y solo por eso el post ha merecido la pena. Saludos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Y los que te quedan! No es un mercado infinito, pero una docena de rarezas aún tengo por aquí. Genial que te haya resultado agradable la escucha. Quizá con un poco de suerte y dinero uno de sus singles hubiera petado y hoy estaríamos hablando de un clásico del género. Tampoco se lleva tanto con esos discos tan famosos. O sí y mi oído ya equipara oro, incienso y mirra. A saber. En fin, gracias por comentar y por dedicarle una escucha al disco. Un saludazo.

      Eliminar

Publicar un comentario

Otros crímenes...

Firehouse - Firehouse (CBS, 1990)

El pasado 5 de abril falleció el cantante de Firehouse, Carl Jeffrey Snare, por un fallo cardíaco en un proceso cancerígeno que le había llevado unos días antes a pasar por un quirófano. Además de ser un seguidor fiel de la banda, les he visto dos veces en directo; una de ellas la recuerdo con especial felicidad por lo que disfruté (tocaron junto a unos fantásticos TNT).  Casualmente, la semana pasada en este blog hablaba, en los comentarios de un post, del legado de algunos músicos más o menos desconocidos por el "gran público" comparándolo con otros del mismo o menor valor idolatrados, quienes reciben homenajes y se les dedican calles. Con esa reflexión me quedé enganchado. Al repasar la discografía de Firehouse, me di cuenta de algo obvio: existen músicos que han dejado un legado en nosotros. Da igual lo importante que sean más allá de nuestras orejas. Nos pertenecen. Y C. J. Snare es, para mí, uno de esos músicos. Desde este debut que hoy comparto su voz me ha acompañ

Paice Ashton Lord - Malice in Wonderland (Polydor, 1977)

Esto no estaba previsto. Este disco no estaba en la lista de títulos para reseñar en #FFVinilo. Pero es que el fin de semana pasado por fin pude hacerme con él, y tenía ganas de compartirlo. Los que leéis esto ya conocéis esa sensación de ir pasando discos y encontrar de repente esa portada que tienes en la cabeza desde hace tiempo. Qué sensación. Se que vosotros me entendéis, así que no encuentro mejor foro para compartir ese momento que este blog, lleno de melómanos “vinileros”. Lo curioso es que no solo encontré una, sino dos copias, una francesa (“gatefold”) y una inglesa (sencilla). Con buen criterio, me quedé con la inglesa. Y claro, eso se nota en el sonido. ¡Como suena esta maravilla! Si os gustan esas producciones típicas de los 70 con mucha profundidad y dinámica lo vais a disfrutar (nada que ver con las producciones actuales, cada vez más “planas”). A la producción, la leyenda, Martin Birch (Deep Purple, Whitesnake, Black Sabbath, Iron Maiden, …). ¿De dónde sale este grupo?

Boikot - Los ojos de la calle (Discos Barrabás, 1990)

  Hay música que corresponde a un momento concreto de nuestra vida y que, por edad usualmente, por cuestiones personales a veces, queda ahí anclada, como un bonito recuerdo. Música a la que no suelo volver casi nunca. Y ese caso lo representa perfectamente el debut de Boikot. En el devenir de la cultura rock madrileña se conformó, en la segunda mitad de los ochenta, un grupo de bandas jóvenes con unas sonoridades muy particulares, emparejadas con eso del rock urbano, pero tintado de una manera particular en la que escuchábamos las raíces de Leño o Burning junto con ramalazos unas veces punk, otras más metaleras, otras más seventies, incluso algo de blues. Ahí puedes meter a Esturión, Casablanca, Porretas o los mismos Boikot.  En medio de ese “fregao” musical cobró protagonismo Mariano García, polémico personaje, especialmente en sus últimos años. Generó negocio, oportunidades y ayudó a crear y mantener “la escena” madrileña a través de varias salas (Canciller, Barrabás), su labor promo

Transvision Vamp - Velveteen (MCA, 1989)

    Os voy a hablar de un plástico que ya apareció por el blog allá por el año 2012. Pero visto que se le dedicaron escasamente 10 renglones y no tiene comentarios, creo que pasó sin pena ni gloria, por lo que no creo que haya problema en que lo traiga un viernes de forma rápida y con alevosía casi nocturna. Disco publicado en 1989 que se vendió como una mezcla de pop (mucho), rock (poco) y punk (pinceladas) y que tuvo buenas cifras de venta, sobre todo gracias a su canción bandera, el “ Baby I don´t care ”. Producido el alemán Zeus B. Held y el británico Duncan Bridgeman de forma bastante aséptica.    A mitad de los 80 el guitarrista Nick Sayer se encontró con Wendy James y vio en ella la canalizadora perfecta para sus letras: comprendió que el sex appeal de Wendy y sus berridos casaban perfectamente con sus gamberras composiciones. De Brighton se mudaron a Londres y allí reclutaron al batería Pol Burton (en este segundo disco no forma parte de la banda) y a dos músicos

Scorpions – Love at first sting (Harvest-EMI, 1984)

Y si hace unas semanas os hablé aquí del inmenso 1984 de Van Halen , hoy toca comentar el no menos imprescindible Love at first sting de los alemanes Scorpions , otro que este año también celebra su 40º aniversario. La banda venía de una gira internacional presentando Blackout , el pedazo de disco que finalmente los había puesto en el mapa –yo mismo los descubrí gracias a él, os lo conté aquí – y tenían la misión de superarse, algo nada fácil no sólo en el aspecto creativo. Una de las razones era la mala relación entre el bajista Francis Buchholz y Dieter Dierks , dueño de su compañía de discos y productor del grupo desde 1975. Por eso, cuando la banda –que empezaba a tener dinerito del bueno– pidió grabar el nuevo álbum en un estudio que no fuese el del productor, Dierks se los llevó a los Polar studios de Estocolmo –exacto, los de Björn y Benny de ABBA – pero dejó en Hannover al bajista, contratando como músico d