Ir al contenido principal

Razor Baby - Too hot to handle (FM Revolver Records, 1988)


Parece mentira que un tipo como yo, presuntuoso aficionado al género rock en todas sus vertientes, con una colección más bien crecedera de vinilos y cedés, en la era interné, donde en un click puedes escuchar cualquier canción, decida comprar, así de buenas, un disco por la portada. Pero así fue. Y por la contraportada, de hecho. Esa imagen de cómic ciberpunk de perspectiva imposible, el sello de "Heavy Metal America" y la foto de los dos guitarristas peludos. Ni me molesté en investigar. A casa.

Razor Baby es un proyecto de Robert Steffan, guitarrista primigenio de Quiet Riot cuando aún se llamaban, simplemente, DuBrown, junto a su hermano Ritchie Steffan. Ambos componen y guisan este Too hot to handle con la ayuda de varios amigos e invitados. En la cara A encontramos la voz de Brent Young (el primer vocalista de Queensryche, casi nada) y en la cara B la de Barry Da Silva (compañero de Robert en la banda Saryr); la guinda la pone Kevin DuBrow (Quiet Riot, claro) en el corte Down town de la cara A. También aparece en los créditos Pat Torpey (Mr. Big) sin aclarar en qué temas toca. 


¿A qué suena? A un álbum de segunda del género hard rock eighties. Y me encanta. El rollo UFO (época Michael Schenker) se mezcla con un aire a Y&T (pimeros ochenta) y cierto deje Bad Company, con las guitarras como protagonistas, sin mucha pirotecnia, buenos coros y todo muy bien producido. Heavy metal americano de época, vaya. A destacar la cara B al completo, en especial Move me y Low down & dirty, pero sin dejar de lado el rollo seventies de Got me running y el riff más Schenker de Too hot to handle. La cara A da más pereza, principalmente por que suena un poco más forzada, con un recuerdo a Dio en Danger y un tema muy rítmico y hardroquero en Outta hand sister; el resto, pasable balada Long distance lover, típico rock "de estadio" con estribillo bombástico en Rock this place y buen riff con una melodía vocal algo floja que me recuerda a Springsteen (tal cual) en Down town, aunque el solo de guitarra puede ser el mejor del álbum.



La edición que traigo está prensada en Alemania para el mercado europeo. No tiene letras ni créditos, más bien espartana, pero suena aún muy bien.

Disfrutad del fin de semana.











Y aquí el álbum completo por si os habéis quedado con ganas de más.

Comentarios

  1. "Esa imagen de cómic ciberpunk de perspectiva imposible, el sello de "Heavy Metal America" y la foto de los dos guitarristas peludos. Ni me molesté en investigar. A casa."
    Si estaba a buen precio, hubiese hecho lo mismo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues apenas cuatro euros tuvieron la culpa. No podía dejarlo pasar. Una curiosidad más en la colección del menda. Un abrazo.

      Eliminar
  2. ¡Pues estoy de acuerdo con King, con estas premisas yo también lo hubiese echado pa´la saca! Además leyéndolo al principio y sin haberle dado al play ya me estaba gustando.¡Feliz finde!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias. El envoltorio es mejor que el contenido, me temo, pero aún así una compra muy digna. Un abrazo.

      Eliminar
    2. Las referencias a otras bandas tan enormes dan apetencia de escucha jajaja aunque luego no sea tanto ;)

      Eliminar
  3. Como llego el último todo está dicho, solo la portada merece la pena pillar el vinilo y si solo te ha costado cuatro euros... A ver como suena. Ya te contaré. Saludos

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Otros crímenes...

Boikot - Los ojos de la calle (Discos Barrabás, 1990)

  Hay música que corresponde a un momento concreto de nuestra vida y que, por edad usualmente, por cuestiones personales a veces, queda ahí anclada, como un bonito recuerdo. Música a la que no suelo volver casi nunca. Y ese caso lo representa perfectamente el debut de Boikot. En el devenir de la cultura rock madrileña se conformó, en la segunda mitad de los ochenta, un grupo de bandas jóvenes con unas sonoridades muy particulares, emparejadas con eso del rock urbano, pero tintado de una manera particular en la que escuchábamos las raíces de Leño o Burning junto con ramalazos unas veces punk, otras más metaleras, otras más seventies, incluso algo de blues. Ahí puedes meter a Esturión, Casablanca, Porretas o los mismos Boikot.  En medio de ese “fregao” musical cobró protagonismo Mariano García, polémico personaje, especialmente en sus últimos años. Generó negocio, oportunidades y ayudó a crear y mantener “la escena” madrileña a través de varias salas (Canciller, Barrabás), su labor promo

Firehouse - Firehouse (CBS, 1990)

El pasado 5 de abril falleció el cantante de Firehouse, Carl Jeffrey Snare, por un fallo cardíaco en un proceso cancerígeno que le había llevado unos días antes a pasar por un quirófano. Además de ser un seguidor fiel de la banda, les he visto dos veces en directo; una de ellas la recuerdo con especial felicidad por lo que disfruté (tocaron junto a unos fantásticos TNT).  Casualmente, la semana pasada en este blog hablaba, en los comentarios de un post, del legado de algunos músicos más o menos desconocidos por el "gran público" comparándolo con otros del mismo o menor valor idolatrados, quienes reciben homenajes y se les dedican calles. Con esa reflexión me quedé enganchado. Al repasar la discografía de Firehouse, me di cuenta de algo obvio: existen músicos que han dejado un legado en nosotros. Da igual lo importante que sean más allá de nuestras orejas. Nos pertenecen. Y C. J. Snare es, para mí, uno de esos músicos. Desde este debut que hoy comparto su voz me ha acompañ

Paice Ashton Lord - Malice in Wonderland (Polydor, 1977)

Esto no estaba previsto. Este disco no estaba en la lista de títulos para reseñar en #FFVinilo. Pero es que el fin de semana pasado por fin pude hacerme con él, y tenía ganas de compartirlo. Los que leéis esto ya conocéis esa sensación de ir pasando discos y encontrar de repente esa portada que tienes en la cabeza desde hace tiempo. Qué sensación. Se que vosotros me entendéis, así que no encuentro mejor foro para compartir ese momento que este blog, lleno de melómanos “vinileros”. Lo curioso es que no solo encontré una, sino dos copias, una francesa (“gatefold”) y una inglesa (sencilla). Con buen criterio, me quedé con la inglesa. Y claro, eso se nota en el sonido. ¡Como suena esta maravilla! Si os gustan esas producciones típicas de los 70 con mucha profundidad y dinámica lo vais a disfrutar (nada que ver con las producciones actuales, cada vez más “planas”). A la producción, la leyenda, Martin Birch (Deep Purple, Whitesnake, Black Sabbath, Iron Maiden, …). ¿De dónde sale este grupo?

Creedence Clearwater Revival - "Green River" (1969)

  Las canciones, conscientes de su pegada y su carácter de inmediatez, se liberan de artificios y apéndices instrumentales.... Por Jorge García . Pocas bandas a lo largo de la historia han conseguido hacer tanto y tan bueno en menos tiempo que el que emplearon los cuatro componentes de la  Creedence Clearwater Revival . Aunque de los tres años que la formación empleó en grabar discos (con John Fogerty al frente), 1969 fue el que se llevó la palma con tres álbumes publicados en menos de doce meses. Y para más inri, podemos afirmar que al menos hasta el tercer catálogo publicado por el grupo, el nivel fue a más, alcanzando con su tercera entrega,  "Green River",  su mejor trabajo hasta aquél momento. Precisamente de esta tercera intentona discográfica vamos a hablar hoy. Un disco en el que el menor de los Fogerty alcanza un status como compositor y líder ciertamente demoledor, tomando el mando de la situación y construyendo un disco de apenas media hora de duración pero con tod

Scorpions – Love at first sting (Harvest-EMI, 1984)

Y si hace unas semanas os hablé aquí del inmenso 1984 de Van Halen , hoy toca comentar el no menos imprescindible Love at first sting de los alemanes Scorpions , otro que este año también celebra su 40º aniversario. La banda venía de una gira internacional presentando Blackout , el pedazo de disco que finalmente los había puesto en el mapa –yo mismo los descubrí gracias a él, os lo conté aquí – y tenían la misión de superarse, algo nada fácil no sólo en el aspecto creativo. Una de las razones era la mala relación entre el bajista Francis Buchholz y Dieter Dierks , dueño de su compañía de discos y productor del grupo desde 1975. Por eso, cuando la banda –que empezaba a tener dinerito del bueno– pidió grabar el nuevo álbum en un estudio que no fuese el del productor, Dierks se los llevó a los Polar studios de Estocolmo –exacto, los de Björn y Benny de ABBA – pero dejó en Hannover al bajista, contratando como músico d