Dicen que lo prometido es deuda, y no seré yo quien diga lo contrario. Por suerte en el dicho no se menciona en ningún momento cuando hay que cumplirla; menos mal, porque llego bastante tarde...
En este sentido no podría comenzar esta entrada sin agradecer la paciencia y sobre todo los mensajes vía Twitter de ánimo de varios miembros de esta magnífica comunidad; no hace falta que os nombre, you all know who you are!
La entrada de hoy va sobre un magnífico álbum de un excelso guitarrista, pero en lo personal va sobre todo de amistad. Y no, no me refiero a la "entrañable amistad" que surgió entre Malmsteen y Turner durante la composición y grabación del mismo, sino a una más profunda y duradera, de las de toda la vida, vaya. Y es que este disco fue una de las innumerables razones por las que quiero tanto a El Guerra, mi vecino y sin "en cambio" gran amigo. Huelga decir que a Él va dedicada esta reseña.
Es lo que tiene conocerse tan bien, nada más caer Odyssey en sus manos, el Guerra se apresuró a mostrarme el disco como buen sabedor de mi pronunciadísima vena melódica. Y en verdad que no erraba, desde la primera escucha pasó a ocupar un lugar privilegiado dentro de esas listas de preferencias que inevitablemente de un modo u otro todos hacemos alguna vez.
Ocurrió además algo realmente curioso relacionado con este disco que no hace sino añadirle más valor aún en mi personal estima hacia él. ¿Recordaís que en mi primera y hasta ahora única entrada sobre Bad English en #FFvinilo os hablaba de un viaje a Madrid con el único y exclusivo objetivo de ponernos hasta el culo? ¿Cómo que no 😠? AQUÍ la tienes enlazada, ya no tienes excusa... 😆
El caso es que en aquel viaje junto a mi chica y su hermana de unos 1000 KM sumando ida y vuelta, Odyssey no paró de sonar una y otra vez en bucle en lo que fue una maravillosa a la vez que agotadora y hasta casi alucinógena experiencia de viaje. Y decía lo de curioso porque es realmente sorprendente que María y Virginia aguanten más de un ratico la música que suele sonar en mi coche. Joder, incluso había peleas por poner la canción favorita de cada uno: María, muy de baladas, exigía Dreaming, Virginia pedía incesantemente Crystal Ball (pa´ no gustarle esta música tiene buen gusto la jodía), mientras que yo siento especial predilección por Heaven Tonight:
Contextualizando un poco, este trabajo fue el cuarto en la carrera del explosivo y virtuoso guitarrista sueco, quien en lo personal no andaba en su mejor momento debido a la muerte de su madre y a un accidente de tráfico estando ebrio. En la discográfica pensaron que sería buena idea sumar al equipo de Malmsteen (los hermanos Anders y Jens Johansson más el inquieto bajista Bob Daisley en tres de los temas) a un experimentado vocalista a la vez que compositor, en este caso Joe Lynn Turner, quien andaba en paro tras su periplo en Rainbow. Además imagino que quienes tomaron esta determinación tuvieron en cuenta que Turner ya estaba acostumbrado a lidiar con figuras de exacerbado ego, llámese en esta ocasión Ritchie Blackmore. Para muchos esta no fue una buena decisión, ya se sabe que estas fuertes personalidades de desmedido egocentrismo no suelen ser compatibles entre si, o al menos no por mucho tiempo. Lo cierto es que la relación laboral duró lo justo y necesario como para finalizar el disco y poco más, sin embargo para mí fue una decisión excelente y acertadísima, no hay más que escuchar esta joyita.
Y ya no sólo por la extraordinaria aportación vocal de JLT, a quien no me cuesta reconocer como uno de mis cantantes melódicos favoritos, sino por su impagable contribución en lo que a composición se refiere. Tanto, que aparece en los créditos junto al presuntuoso maestro de las 6 cuerdas en todos y cada uno de los temas que componen el setlist, a excepción de los cortes instrumentales, claro.
Y ya que hablamos del setlist, prometí en mi primera entrada no enrollarme demasiado -algo que obviamente no estoy cumpliendo- y no hablar de todas y cada una de las canciones. Por ello me limitaré a agruparlas en instrumentales (Bite the Bullet, Memories y mi favorita Krakatau), en lentas (Dreaming (Tell Me) y Hold on), en cañeras (el himno Rising Force, Faster than the Speed of Light y la hiper favorita de El Guerra y mía Riot in the Dungeons) y finalmente las que caracterizan especialmente el carácter de este trabajo, las más melódicas y accesibles, Déjà Vu, la guapísima Now It´s the Time, la híper-mega dulce (como me gustan estas golosinas musicales) Heaven Tonight y la tremenda Crystal Ball, quizá la mejor y más completa de todas. Con ella os dejo:
Y a todo esto, tratándose este de un blog de vinilos, ¿donde queda el de hoy? Pues en mi particular discoteca, puesto que muchos años después El Guerra viajó también a Madrid (para ponerse fino igualmente, faltaría más), compró el vinilo y me lo regaló. Si esto no es amistad verdadera que baje Dios y lo vea...
En este sentido no podría comenzar esta entrada sin agradecer la paciencia y sobre todo los mensajes vía Twitter de ánimo de varios miembros de esta magnífica comunidad; no hace falta que os nombre, you all know who you are!
La entrada de hoy va sobre un magnífico álbum de un excelso guitarrista, pero en lo personal va sobre todo de amistad. Y no, no me refiero a la "entrañable amistad" que surgió entre Malmsteen y Turner durante la composición y grabación del mismo, sino a una más profunda y duradera, de las de toda la vida, vaya. Y es que este disco fue una de las innumerables razones por las que quiero tanto a El Guerra, mi vecino y sin "en cambio" gran amigo. Huelga decir que a Él va dedicada esta reseña.
Es lo que tiene conocerse tan bien, nada más caer Odyssey en sus manos, el Guerra se apresuró a mostrarme el disco como buen sabedor de mi pronunciadísima vena melódica. Y en verdad que no erraba, desde la primera escucha pasó a ocupar un lugar privilegiado dentro de esas listas de preferencias que inevitablemente de un modo u otro todos hacemos alguna vez.
Ocurrió además algo realmente curioso relacionado con este disco que no hace sino añadirle más valor aún en mi personal estima hacia él. ¿Recordaís que en mi primera y hasta ahora única entrada sobre Bad English en #FFvinilo os hablaba de un viaje a Madrid con el único y exclusivo objetivo de ponernos hasta el culo? ¿Cómo que no 😠? AQUÍ la tienes enlazada, ya no tienes excusa... 😆
El caso es que en aquel viaje junto a mi chica y su hermana de unos 1000 KM sumando ida y vuelta, Odyssey no paró de sonar una y otra vez en bucle en lo que fue una maravillosa a la vez que agotadora y hasta casi alucinógena experiencia de viaje. Y decía lo de curioso porque es realmente sorprendente que María y Virginia aguanten más de un ratico la música que suele sonar en mi coche. Joder, incluso había peleas por poner la canción favorita de cada uno: María, muy de baladas, exigía Dreaming, Virginia pedía incesantemente Crystal Ball (pa´ no gustarle esta música tiene buen gusto la jodía), mientras que yo siento especial predilección por Heaven Tonight:
Centrándonos por fin (que pensarán algunos) en el álbum, decir que para muchos este fue su trabajo más blandito, acusado incluso de comercial. Hasta he leído que fue como una especie de traición a sí mismo, algo bastante desproporcionado a mi parecer. Pues qué queréis que os diga, si esto es traición, bendita infamia!!!
Y ya no sólo por la extraordinaria aportación vocal de JLT, a quien no me cuesta reconocer como uno de mis cantantes melódicos favoritos, sino por su impagable contribución en lo que a composición se refiere. Tanto, que aparece en los créditos junto al presuntuoso maestro de las 6 cuerdas en todos y cada uno de los temas que componen el setlist, a excepción de los cortes instrumentales, claro.
Y ya que hablamos del setlist, prometí en mi primera entrada no enrollarme demasiado -algo que obviamente no estoy cumpliendo- y no hablar de todas y cada una de las canciones. Por ello me limitaré a agruparlas en instrumentales (Bite the Bullet, Memories y mi favorita Krakatau), en lentas (Dreaming (Tell Me) y Hold on), en cañeras (el himno Rising Force, Faster than the Speed of Light y la hiper favorita de El Guerra y mía Riot in the Dungeons) y finalmente las que caracterizan especialmente el carácter de este trabajo, las más melódicas y accesibles, Déjà Vu, la guapísima Now It´s the Time, la híper-mega dulce (como me gustan estas golosinas musicales) Heaven Tonight y la tremenda Crystal Ball, quizá la mejor y más completa de todas. Con ella os dejo:
Y a todo esto, tratándose este de un blog de vinilos, ¿donde queda el de hoy? Pues en mi particular discoteca, puesto que muchos años después El Guerra viajó también a Madrid (para ponerse fino igualmente, faltaría más), compró el vinilo y me lo regaló. Si esto no es amistad verdadera que baje Dios y lo vea...
Fabuloso álbum, aunque el sonido de la guitarra fue muy diferente al que se podía escuchar en sus discos precedentes. También tengo en un pedestal a Turner. Saludos.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarFue este un álbum muy especial en su discografía, para bien o para mal diferente al resto.
EliminarSin duda mi favorito, aunque por motivos personales Seventh sign le anda muy cerca. De JLT en solitario destacaría Usual Suspects.
Abrazo
Pues para no querer enrollarte... Me alegra volver a verte por aquí y de tan buen humor. Ya hice una entrada larga en "mi blog" sobre este disco, que adoro, como casi todo lo que Malmsteen parió en sus primeros años. Me quedo con Now it's the time, Hold on, Heaven tonight y Riot in the Dungeons. Otro que me toca revisar este fin de semana, que lo tengo abandonaíto. En su día lo compré en cedé y hace poco me aplanqué el vinilo. Así semos. Abrazos.
ResponderEliminarMi vena melódica me hace inclinarme por Now Its the time, Crystal ball y Heaven tonight más el misil Riots in the dungeon.
EliminarEnrollarme? Para una vez que vengo, pues aprovecho.
Abrazo
faster than the spped of life cover de steppenwolf!! jajaja
ResponderEliminarPoco más que decir, discazo.
ResponderEliminar