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Mostrando las entradas etiquetadas como gatefold

The Eric Burdon Band – Stop (Capitol records-1975)

Lo cierto es que no iba a publicar entrada hasta el viernes que viene, pero ante la posibilidad de que hoy quedase desierta la participación y dado que ya tenía escrita una reseña, he preferido aparecer por aquí. Por supuesto que no pasa nada si un viernes nadie trae un vinilo... pero como los Stryper , prefiero mantener el fuego encendido (espero que alguien entienda el comentario jajajaja).    Pues nada, al igual que hace una semana, os traigo hoy otro vinilo que compré durante mis vacaciones en Tallin. Como veis, se trata de Stop , un trabajo de The Eric Burdon Band . Lo cierto es que el nombre del vocalista británico no me es ajeno, pero si me preguntáis si conozco alguna de sus canciones sólo me viene a la cabeza la obviedad de The house of the rising sun que cantó con The Animals . Así que la escucha de este disco era una oportunidad para entrar en contacto con él aunque quizás, ya os lo digo, no fuese la mejor manera. No obstante, he visto que Bur

Medina Azahara - En directo (Avispa, 1990)

  Ya lo he escrito en este blog: a veces no escucho música, escucho recuerdos. Las canciones se pegan a los momentos en los que vivimos y al volver a ellas es inevitable revisar las imágenes y las emociones que las acompañaron. En otras ocasiones, uno se siente hasta protagonista, como si el músico las hubiera compuesto para nosotros, pensando en "eso" que nos sucede. Y en otras, literalmente, sin tocar ningún instrumento, somos esa canción. Esto último sucede con este Medina Azahara en directo : yo estuve en ese concierto, por lo que, de algún modo, cuando escucho el disco, ahí al fondo, está mi voz. Fan de "los Medina" ni fui ni me considero, pero un concierto de ruido al lado de casa había que disfrutarlo. El álbum se grabó un 30 de junio de 1990 en el anfiteatro Egáleo de Leganés, Madrid, escenario al aire libre mítico aquellos años; allí vi también a Panzer, Burning, Sangre Azul y alguno más. Por cierto, a la banda la presentó aquella noche José Carlos Molina (

Pink Floyd – The final cut (Harvest – 1983)

Pues sí, después de tantos años, se me está acabando la inspiración y o me organizan alguna feria vinílica pronto en la que echar mano a algo nuevo o me veré obligado a dedicarme a seleccionar material antiguo y comenzar a rebuscar vinilos que poseo y me gustan –aunque tampoco es que tengan una historia especial detrás que me los haga especialmente relevantes–, o ni tan solo eso. Vamos, como hoy, que os hablaré de este The final cut porque nadie lo ha hecho aún. Y eso ha ocurrido porque –digámoslo claramente– a nadie le gusta este disco... ¿o sí?    A ver, el disco tenía que ser una especie de banda sonora para acompañar la estupenda The Wall (1982) de Alan Parker que se tornó, por culpa del General Galtieri por una parte, Margaret Thatcher por otra y el ofendidito e intensito Roger Waters por sus cojones, en una crítica a la política belicista de la premier británica en el conflicto de las Malvinas. Todo ello enrareció l

Volbeat - Outlaw gentlemen and shady ladies (Universal Music, 2013)

  Me acerqué por primera vez, de manera consciente, a Volbeat a través de King Diamond; el vocalista danés canta en el tema Room 24 , una historia de terror sobre un riff heavy al puro estilo Denner/LaRoque "will someone hear me crying out for help in room 24". Diamond y Michael Poulsen, cantante y guitarrista, intercambian estrofas y adornos sonoros dando un maravilloso tufo a oscuridad y metal a todo el tema. Lo siguiente que me llamó la atención al acercarme al disco que contenía esta canción fue Rob Caggiano; el guitarrista había producido a bandas de diverso pelaje peliagudo, como Craddle of Filth, Machine Head, Ill Niño o mis adorados Anthrax (We've come for you all). Así que pinché este Outlaw gentlemen & shady ladies y encontré un enorme álbum del que disfruté mucho en su momento y del que estoy volviendo a gozar estos días mientras preparo esta entrada. Una mezcla cuirosa de estilos, con canciones muy pensadas para tener éxito comercial, de cuidados arreglos

Thunder - Stage (Ear Music, 2018)

  Me declaro fan de los bootlegs, los piratas, los discos llenos de música robada a los artistas en sus conciertos. En ellos encuentro la realidad de su arte, sin retoques, sus aciertos y sus errores, sus glorias y sus miserias. El arte sin control, vaya. El primer bootleg se lo debemos al mismo Edison, el inventor del fonógrafo: una de las primeras grabaciones la registró (sin permiso) durante los primeros diez minutos de una ópera. La vida comercial del disco pirata moderno, podríamos decir, despegó a finales de los sesenta por culpa de Bob Dylan. Tras su accidente en moto allá por 1967 se vio obligado a recluirse una temporada; con sus colegas de The Band registró, más o menos terminadas, un sinfín de canciones y tomas de las mismas. Algunas de ellas acabaron en manos de otros artistas (había que ganar dinero), pero muchas aparecieron en un disco no autorizado de título The great white wonder , que fue un éxito de ventas (ilegales). El fanatismo por los artistas llevaba a muchos fan

Doro - Force majeure (Vertigo, 1989)

  El título da una pista de la situación en la que se encontraba la germana Doro Pesh; literalmente se traduce como "fuerza mayor", que, viendo el mazo y la maza, podría referirse al enorme potencial de nuestra protagonista, pero, sinceramente, creo que es una reflexión en voz alta: Doro "por fuerza mayor", por obligación. Y Doro aparece en la portada construyendo su nueva identidad, machacando a fuego y metal su propio nombre, empezando desde el principio. O más o menos. Porque Force majeure continuó por el mismo camino que marcara Triumph and agony dos años antes: buen heavy con estribillos agradables, guitarrazos y un punto melódico en la composición. Los dos protagonistas principales siguen siendo Doro Pesch (cantante) y Joey Balin (productor): ambos compositores de ambas obras. Los dos se grabaron en Estados Unidos. Y, para más similitudes, ambos con portadas a cargo de Geoffrey Gillespie, de igual tonalidad azul protagonista.  ¿Pero tan parecidos son? Este

The Runaways – The Runaways (Mercury-1976)

Hoy os hablaré de The Runaways y su disco homónimo. A principios de los años 70, un treintañero Kim Fowley –productor, manager y escritor de canciones de Los Angeles– se enamoró de Kari Krome , una adolescente que también escribía canciones y que tenía una idea revolucionaria: crear un grupo de chicas que las cantase. Cuando Fowley conoció a Joan Jett decidió llevar adelante esa idea y le pasó a la guitarrista el teléfono de Sandy West , otra joven que había conocido y que tocaba la batería con una energía aplastante pese a ser una chica que aún estaba en el instituto. El resto, después de unas cuantas actuaciones con Micki Steele –luego en The Bangles – y varias audiciones, es historia de la que ya os comenté algunas cosas en mi entrada dedicada a su Live in Japan del 77.  Así pues, con Cherie Currie a las voces, Joan Jett a las voces y guitarra, Lita Ford a la guitarra, Sandy West a la batería y Nigel Harrison –músico británico que ya había tocado con Iggy Pop

Savoy Brown - Looking in (Parrot Records, 1971)

Siempre me resulta curioso, al explorar la historia de una banda, ese momento en el que parece que todo se va a ir al fondo de la alcantarilla más profunda para, en realidad, poco después, resurgir con llameante impulso hacia el estrellato. Y esto, más o menos, sucedió alrededor de este álbum de Savoy Brown . La banda debutó en 1967 con un discreto disco de versiones y al año siguiente con su primer largo de composiciones propias, Getting to the point (1968). Poco a poco fueron conformando la banda, digamos, clásica: Kim Simmonds, jefe supremo, a las guitarras y los teclados, Chris Youlden a la voz principal, Bob Hall al piano, Dave Peverett como guitarrista y cantante, Roger Earl a la percusión y Tony Stevens al bajo. Juntos editaron tres discazos: Blue matter y A step further en 1969 y Raw Sienna en 1970 . Si en su Inglaterra natal no tenían mucho éxito, su constante girar por Estados Unidos les convirtió en una de las bandas más significativas y apreciadas del british blues rock.

Bad Company - Desolation angels (Swan Song, 1979)

Bad Company antepusieron la naturalidad a la técnica, la sencillez al espectáculo, la banda antes que el lucimiento individual, todo para compartir canciones que emocionaran a la primera escucha y, a la vez, soportaran el paso del tiempo. Ese fue el gran secreto de estos cuatro bizarros roqueros desde su debut en 1974 hasta su parón a principios de los ochenta.  Desolation angels fue su quinto y penúltimo disco de la primera época, un disco excelente que grabaron con mimo y gusto, pensando cada corte, cada pista, dejando algunas joyas para su catálogo sonoro. Volvió a ponerles en lo más alto de las listas de ventas, sobre todo en Estados Unidos, les permitió organizar una de sus giras más largas y disfrutar del reconocimiento que estaban perdiendo como rockstars. La banda se formaba entonces con Paul Rodgers a la voz, Mick Ralphs a la guitarra y los teclados, Boz Burrell al bajo y Simon Kirke a la batería. Compartieron las labores compositivas, mezclaron ideas, se ayudaron en los arre