Hay días en los que
los astros se alinean, y, en esa búsqueda incesante de vinilos, uno encuentra
uno de esos “santos griales” que están de manera permanente en su lista de
deseos (con precio asequible y estado aceptable, por supuesto), Este disco
formaba parte de esa lista hasta que la semana pasada se obró el milagro. Ya está
en la estantería, y no podía esperar más para compartirlo con todos vosotros.
Los amantes del
blues ya sabréis que este es un disco de referencia para cualquier aficionado
ese género. Y si no lo sabéis, ya os lo digo yo. Este disco es absolutamente obligatorio
si os gusta el blues eléctrico, y también debería ser escuchado y conocido por
cualquier aficionado al rock (así, en general). Refleja un momento de la
historia que personalmente me apasiona, y es esa en el que, unos veinteañeros,
queriendo emular a sus héroes, crearon (sin saberlo) una obra de referencia en
el blues eléctrico para todas las generaciones posteriores, recogiendo en un LP
la esencia del llamado “blues de Chicago”, y que fue decisivo para contribuir a
la popularización del blues en la década de los 60.
Muchos ya
conoceréis la historia “de ida y vuelta” del blues entre EE.UU. e
Inglaterra. El caso es que, después de
vivir su cima comercial en los años 20, el blues se fue alejando del interés
del público en general con la llegada del Swing (años 30), Rhythm and Blues (años
40) y Rock and Roll (años 50). Paradójicamente, el interés por el blues de
muchas jóvenes bandas de Inglaterra (Rolling Stones, Yardbirds, Animals, etc.)
en los 60, hizo que una parte de la juventud inglesa descubriera a muchos “bluesmen”
que, en su propio país, estaban olvidados. Con la invasión británica, algunos
de estos grupos ingleses dieron a conocer a la juventud estadounidense su
propia música. En los 60, el blues, para los jóvenes de EE.UU., era une música
antigua, “de viejos”, y no estaba de moda. Los jóvenes en general estaban mas
interesados en el pop, el soul, o incluso el folk (eso sí que era “cool”). Pero
siempre hay chavales “raros” interesados en la música que venia de generaciones
anteriores, y que seguía viva fuera de los focos de discográficas, programas de
radio de televisión, y listas comerciales. Porque el blues seguía vivo en
muchos clubes de Chicago, en clubes donde era raro ver a público blanco
interesado en una música antigua y hecha “por la comunidad negra para la
comunidad negra”. Uno de esos chavales raros era Paul Butterfield. Desde muy
joven interesado por el blues que se hacía en su cuidad, Chicago, y con un
dominio de la armónica blues fuera de lo común. Tanto es así que fue aceptado por
la comunidad blues y llego a tocar de manera asidua en algunos clubes como
invitado de Otis Rush o Little Walter. En la escena de Chicago coincidió con
otro joven blanco llamado Charlie Musselwhite, que también estaba atraído por
los sonidos de la guitarra de Elmore James, o la armónica de Sonny Boy
Williamson II, y acabaría siendo otro de los armonicistas de referencia para
futuras generaciones.
Paul Butterfield era
amigo de un guitarrista llamado Nick Gravenites, que acabaría componiendo
canciones para la Paul Butterfield Blues Band, Janis Joplin o participando en
grupos como Electric Flag (junto a Mike Bloomfield). Paul y Nick llegaron a
formar un grupo y tocar en varios clubes de Chicago, hasta que Paul Butterfield
conoce a un tal Elvin Bishop, otro guitarrista blanco aficionado al blues, y
decide formar una banda con él, a la que se juntan dos músicos experimentados
de la escena blues de Chicago: Jerome Arnold (bajo) y Sam Lay (batería), que
habían formado parte de la banda de acompañamiento de Howlin’ Wolf. Ya
establecidos como grupo, en el club Big John’s conocen a otro joven guitarrista
llamado Mike Bloomfield, también aficionado a los sonidos del sello Chess y
Vee-Jay, y a las canciones de Muddy Waters, Jimmy Reed, Willie Dixon o Howlin’
Wolf. Este Mike Bloomfield, a pesar de su juventud, ya había llamado la
atención de guitarristas como Little Brother Montgomery o Luther Johnson, con
quienes ya se había forjado en directo. Bloomfield accede a la proposición de Paul
Butterfield de unirse a su grupo. Con la incorporación del teclista Mark
Naftalin surge la oportunidad para grabar un disco para Elektra, como la “Paul
Butterfield Blues Band”, y el éxito es tan notable como inesperado.
En este disco hay
blues de Chicago, pero pasado por el filtro de una banda multirracial de
jóvenes, dotados de esa especie de “irreverencia” juvenil, muchas veces
necesaria para renovar el espíritu de una escena. Dentro de estos surcos hay
serrín del suelo de los clubes, sudor, noches de alcohol, rabia, armónicas
“rompiendo” las válvulas del amplificador, guitarras ejecutadas de manera
magistral, ritmos precisos, … hay puro blues eléctrico.
En listado de
canciones hay composiciones propias, y también versiones, y vaya versiones.
Evidentemente, las versiones
elegidas son un homenaje a algunos de sus héroes.
Elmore James: “Shake
your money maker” (popularizada por él, aunque en realidad se trata de una de
esas canciones de las que no se conoce el autor) y “Look over yonders wall”.
Little Walter: “Blues with a feeling” y “Last
Night”.
Willie Dixon: “Mellow down Easy”.
Muddy Waters: “I got my mojo working”. Una de las mejores versiones que he escuchado de esta canción, y eso es
mucho decir. Esta canción la canta de manera magistral el batería Sam Lay.
Junior Parker:
“Mistery Train”. Aunque no aparece acreditado como autor de la canción, el tema
es suyo. Aunque esta canción no forma parte estrictamente del blues de Chicago,
ya que fue grabada con sus “Blue Flames” en Memphis para Sun Records (y
popularizada por Elvis), Junior Parker fue instruido a la armónica por Sony Boy
Williamson y llego a tocar en la banda de Howlin’ Wolf.
Pero atención
también a los temas propios. La apertura del disco, con el tema de Nick
Gavenites “Born in Chicago” es toda una declaración de intenciones. Algunos de
los mejores momentos en las guitarras de Bloomfield y Bishop los podéis
encontrar en “Screaming” o “Our love is drifting”.
¿Qué paso después
de este disco? Pues el grupo participo en el festival de Newport 65, aquel en
el que Dylan fue abucheado al presentarse ante su publico folk con un sonido atronador
de guitarras eléctricas. Precisamente la banda de acompañamiento de Dylan en
ese concierto fue la propia Paul Butterfield Blues Band.
Mike Bloomfield
participó en la grabación del siguiente disco de Dylan, “Highway 61 revisited”,
junto con Al Kooper. Bloomfield pasaría entre otros por los Electric Flag, y
colaboraría en numerosas ocasiones con su amigo “Al Kooper” (“Supersessions”,
…). Su carácter inestable y atormentado evitaron que tuviera una carrera a la
altura de su calidad como guitarrista. Aunque no sea uno de esos guitarristas de
“primera línea”, más conocidos por el público en general, merece una mención
especial. Murió de una sobredosis en 1981, con 37 años.
La Paul Butterfield
Blues Band publicó otro discazo en 1966 llamado “East-West”, aunque mucho más
experimental y psicodélico. Participaron posteriormente en el festival de
Monterey y en Woodstock.
La banda publicó varios
discos más, aunque ya con diferentes formaciones. Y Paul Butterfield dejo
también buenos discos en solitario, antes de su muerte en 1987.
También os aconsejo
que sigáis la pista de Elvin Bishop, que publicó varios discos más que
interesantes en los 70.
Como ya os he
comentado al principio, este disco, además de representar un trocito de
historia de la música popular, se ha convertido en un disco de referencia para
cualquier aficionado al blues.
La curiosidad de
esta copia es que es de fabricación canadiense para el mercado francés, y
aparece el antiguo logo de Elektra en la portada y contraportada.
Ahora os propongo
que subáis el volumen al máximo para poder apreciar en todo su esplendor el
sonido de la Paul Butterfield Blues Band. Bueno, no lo digo yo, lo dice la
propia banda en la contraportada del disco.
Saludos.
Ruben Diskobox.
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