Ir al contenido principal

Roxy Music - "Manifesto" (1979).


Roxy Music es una banda que durante las últimas tres décadas ha estado yendo y viniendo en mis escuchas, lo mismo me he pasado semanas escuchando sus discos compulsivamente que he pasado meses e incluso años sin escucharlos.
Cuando los conocí, fue el álbum "Avalon" el que me engancho al glamouroso modo de ver la música de Ferry y compañía, me gustó el grupo desde el principio, siempre me hizo sentir un 'no se que' de artificial postmodernidad, como una trascendencia vanguardista que enarbolaba mi snobismo intelectual, que me hacían sentirme un dandy interesante y distante como Bryan, como los maniquíes que bailan en la portada de "Manifesto", y eso con 15 años, pues que quieren que les diga, tiene su aquel.
Fueron pasando los años y este sentimiento tan idiota se fue difuminando, pero la música de los ingleses me seguía gustando, es posible que "Manifesto", que fue mi favorito durante la adolescencia fuera pasando a un segundo plano con el paso del tiempo, decantando mis escuchas en estos últimos años hacia trabajos anteriores como "Siren" o "Stranded", incluso "Avalon" seguía quitando minutos a otras bandas, pero "Manifesto" ya no.
Así a sido hasta este domingo, el motivo es que ojeando vinilos en el mercado que se monta en Bilbao los últimos domingos de mes, en las instalaciones que en Zorrozaure ocupa el grupo de artes Pabellón-6, me tropecé con un ejemplar en perfecto estado y a inmejorable precio (3 pavos) de este disco, no lo pensé ni una décima de segundo y me lo llevé.


Y claro, he dedicado estos días a escucharlo, a recordarlo. "Manifesto" llega tras varios años de silencio del grupo, con una formación integrada por Bryan Ferry, Phil Manzanera, Andy Mackay y Paul Thompson, con alguna colaboración extra como la de Paul Carrack a los sintetizadores.
El cumplir años yo creo que levanta una cortina de humo en la memoria que impide que veamos las cosas con claridad cuando de observar por el retrovisor del pasado se trata, pues no es la primera vez que discos que he pasado años sin escuchar al repescarlos me parecen distintos, llegando a dudar de que el disco del pasado se corresponda con el que ahora estoy escuchando, esto me ha pasado con este: "Manifesto".
Es evidente el cambio de vestimenta que le ponen a las canciones los chicos de Roxy Music, el estilo glam que domina sus cortes en la primera mitad de los setenta, influenciados en primer lugar por el encanto electrónico de Eno, y tras su marcha romantizados por la elegancia sensual de Ferry, ha desaparecido en este final de década transformándose sus temas en galmorurosos cortes destinados al baile y al hedonismo, siempre que este se entienda de chaqué y con una copa de champán en la mano claro.


El eclecticismo es el que reina en el sonido del trabajo, bajo la ínfula de la música disco, el pop sintetizado que estaba por llegar empieza ha hacer aparición en algunos temas fusionandose con un funk blanco y la actitud superficial y cosmopolita de siempre en los trabajos de Bryan Ferry.
El álbum se vió respaldado por dos éxitos comerciales absolutos como: "Angel Eyes", un tema bailable, de ritmo intenso y muy epatable con lo que en aquel 1979 gustaba, y "Dance Away" un tema de sublime melodía y contagioso estribillo que invitaba al baile y a la sensualidad, entre el pop, el disco y el funk, suena ya a nuevos románticos, en ambas gran trabajo al saxo de Mackay.
El resto de cortes es un batiburrillo desordenado pero de forma muy metódica, momentos mas interesantes como la inicial "Manifesto" o "Trash", mas rockera y directa.





También es interesante "Stills falls the rain", música mucho mas industrial dentro de un estilo que recuerda a esa suerte de funk que practica el Bowie de la época de Berlin.
En la cara B destaca la inicial y elegante "Ain't that so", romántica y lírica, premonizando el sonido de "Avalon", la divertida: "My little girl" y el funk adictivo y discotequero de "Cry, cry cry".
Me ha gustado recordar este disco, genial portada y algún momento más que notable pero no comprendo, desde mi realidad actual, como pudo ser mi favorito de la banda, ahora suena y gusta, siempre que no pretendas profundizar en él de modo mas íntimo, pues creo que tras la capa de maquillaje de ellas y el smoking de ellos el disco pierde fuelle, mucho mejor bailarlo y aprovechar para otros menesteres en pareja (o solo).




Comentarios

  1. No es que fuera por aquel entonces muy de Roxy Music, pero si que me suena Dance Away de nuestros lamentables pasos por las discotecas... Me viene a la cabeza "Aquella canción de Roxy", en la que Bryan Ferry dijo OK. No hay que olvidar la faceta como productor de Phil Manzanera,muchos trabajos de la música española como los de Héroes del Silencio llevan su firma. Por cierto también me gusta la portada. Saludos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Yo en el 79 no me enteré de este disco, fue sobre el 85 cuando conocí a Roxy y me gustaban, hoy prefiero otras cosas aunque los primeros de Roxy Music me siguen gustando mucho. La portada me encanta, muy de Ferry.
      Y es cierto, Manzanera es un gran productor, que ha trabajado mucho y bien en España, y fuera.
      Un abrazo Paco.

      Eliminar
  2. Yo descubrí a los Roxy con Avalon, y quitando el tema homónimo, More than this y alguna más que podría tararear aunque no recuerde el título, no conozco demasiado la discografía de la banda... exceptuando una canción que me alucina cada vez que escucho: Same old scene. Tendré que darle un repaso a su carrera para poder hacer una selección, porque seguro que tienen más joyitas. Además, la voz de Brian me encanta.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sus primeros cuatro discos son totales, Stranded es una pasada, creo que escuchado hoy es el mejor, ademas del tema que efectivamente es la hostia, Love is the Drug me parece increible y Pyjamarama y do the Strand y Virginia Plains...luego baja el tema glamour y crece el tema comercial y pop.
      Salud.

      Eliminar

Publicar un comentario

Otros crímenes...

Paice Ashton Lord - Malice in Wonderland (Polydor, 1977)

Esto no estaba previsto. Este disco no estaba en la lista de títulos para reseñar en #FFVinilo. Pero es que el fin de semana pasado por fin pude hacerme con él, y tenía ganas de compartirlo. Los que leéis esto ya conocéis esa sensación de ir pasando discos y encontrar de repente esa portada que tienes en la cabeza desde hace tiempo. Qué sensación. Se que vosotros me entendéis, así que no encuentro mejor foro para compartir ese momento que este blog, lleno de melómanos “vinileros”. Lo curioso es que no solo encontré una, sino dos copias, una francesa (“gatefold”) y una inglesa (sencilla). Con buen criterio, me quedé con la inglesa. Y claro, eso se nota en el sonido. ¡Como suena esta maravilla! Si os gustan esas producciones típicas de los 70 con mucha profundidad y dinámica lo vais a disfrutar (nada que ver con las producciones actuales, cada vez más “planas”). A la producción, la leyenda, Martin Birch (Deep Purple, Whitesnake, Black Sabbath, Iron Maiden, …). ¿De dónde sale este grupo?

Scorpions – Love at first sting (Harvest-EMI, 1984)

Y si hace unas semanas os hablé aquí del inmenso 1984 de Van Halen , hoy toca comentar el no menos imprescindible Love at first sting de los alemanes Scorpions , otro que este año también celebra su 40º aniversario. La banda venía de una gira internacional presentando Blackout , el pedazo de disco que finalmente los había puesto en el mapa –yo mismo los descubrí gracias a él, os lo conté aquí – y tenían la misión de superarse, algo nada fácil no sólo en el aspecto creativo. Una de las razones era la mala relación entre el bajista Francis Buchholz y Dieter Dierks , dueño de su compañía de discos y productor del grupo desde 1975. Por eso, cuando la banda –que empezaba a tener dinerito del bueno– pidió grabar el nuevo álbum en un estudio que no fuese el del productor, Dierks se los llevó a los Polar studios de Estocolmo –exacto, los de Björn y Benny de ABBA – pero dejó en Hannover al bajista, contratando como músico d

Firehouse - Firehouse (CBS, 1990)

El pasado 5 de abril falleció el cantante de Firehouse, Carl Jeffrey Snare, por un fallo cardíaco en un proceso cancerígeno que le había llevado unos días antes a pasar por un quirófano. Además de ser un seguidor fiel de la banda, les he visto dos veces en directo; una de ellas la recuerdo con especial felicidad por lo que disfruté (tocaron junto a unos fantásticos TNT).  Casualmente, la semana pasada en este blog hablaba, en los comentarios de un post, del legado de algunos músicos más o menos desconocidos por el "gran público" comparándolo con otros del mismo o menor valor idolatrados, quienes reciben homenajes y se les dedican calles. Con esa reflexión me quedé enganchado. Al repasar la discografía de Firehouse, me di cuenta de algo obvio: existen músicos que han dejado un legado en nosotros. Da igual lo importante que sean más allá de nuestras orejas. Nos pertenecen. Y C. J. Snare es, para mí, uno de esos músicos. Desde este debut que hoy comparto su voz me ha acompañ

Carlos Santana - "Europa" (CBS, 1976)

Es imposible no identificar esta canción con solo escuchar las cinco primeras notas. A pesar de ser instrumental es tan conocida que cualquiera con un mínimo de cultura musical podría “ cantar ” y reconocer las notas iniciales ( tan-tan-na-na-na-nanananá-tanananá…. ). Y cualquiera con un mínimo de sensibilidad también notará cómo se le eriza el vello. Es una melodía que llega al alma, triste y melancólica, una guitarra que habla y llora, que nos cuenta una historia y, sin necesidad de palabras, solo con las notas de la guitarra es fácil de entender. Pero veamos qué hay detrás de ella. Vamos a desnudarla y a comprenderla.

Boikot - Los ojos de la calle (Discos Barrabás, 1990)

  Hay música que corresponde a un momento concreto de nuestra vida y que, por edad usualmente, por cuestiones personales a veces, queda ahí anclada, como un bonito recuerdo. Música a la que no suelo volver casi nunca. Y ese caso lo representa perfectamente el debut de Boikot. En el devenir de la cultura rock madrileña se conformó, en la segunda mitad de los ochenta, un grupo de bandas jóvenes con unas sonoridades muy particulares, emparejadas con eso del rock urbano, pero tintado de una manera particular en la que escuchábamos las raíces de Leño o Burning junto con ramalazos unas veces punk, otras más metaleras, otras más seventies, incluso algo de blues. Ahí puedes meter a Esturión, Casablanca, Porretas o los mismos Boikot.  En medio de ese “fregao” musical cobró protagonismo Mariano García, polémico personaje, especialmente en sus últimos años. Generó negocio, oportunidades y ayudó a crear y mantener “la escena” madrileña a través de varias salas (Canciller, Barrabás), su labor promo